Nuevo alojamiento

Barcelona estrena uno de sus hoteles más personales, Casa Sagnier

El edificio que fuera casa y estudio del prolífico arquitecto Enric Sagnier en la Rambla Catalunya ya se convirtió en hotel en 2008, pero ahora inicia una nueva etapa y gestión que homenajea su figura y talento

Una de las paredes con fotografías centenarias en Casa Sagnier, donde también hay un mural con fotos familiares del arquitecto.

Una de las paredes con fotografías centenarias en Casa Sagnier, donde también hay un mural con fotos familiares del arquitecto. / JOAN CORTADELLAS

Patricia Castán

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En estos momentos, los 367 hoteles abiertos (un 83% del total) de todas las categorías y estilos en Barcelona dibujan un panorama tan competitivo que aparte de las estrellas y la ubicación, la identidad acaba siendo la mejor arma para sobrevivir en la memoria del huésped. Así que el novísimo Casa Sagnier nace con la ventaja de resultar sin duda inolvidable, por carácter y ADN. Porque la última novedad hotelera de la ciudad no solo ocupa el edificio que fue el hogar familiar de Enric Sagnier y su estudio de arquitectura, sino que le homenajea sin caer en la sobredosis temática. Pero además, mantiene el exitoso estilo que marcó el primer hotel de la familia (propietaria) Pérez-Sala, el Primero Primera, en la zona alta, que hace una década ya conjuga la idea de hotel-hogar que encandila a muchos viajeros que quieren sentir cierta calidez local.

Fachada del edificio, en el 104 de la Rambla Catalunya.

Fachada del edificio, en el 104 de la Rambla Catalunya. / JOAN CORTADELLAS

El edificio datado de 1892, bautizado originalmente Casa Dolors Vidal de Sagnier en honor a su esposa, evolucionó en el siglo XX como edificio de viviendas hasta reconvertirse en hotel en 2008 (Murmuri, a cargo de los mismos titulares del Majestic en régimen de alquiler unos años). Hasta que los Pérez-Sala, que ya eran dueños del inmueble, decidieron asumir también la gestión y 'reinventarlo' profundizando en lo que fueron sus orígenes y el espíritu del arquitecto con mayor número de construcciones en Barcelona (en general, con más de 460, y en particular en ejes como el paseo de Gràcia), por delante de otras figuras de la época modernista, como Gaudí, Puig i Cadafalch y Domènech i Montaner. Sin embargo y pese a ser el más premiado por el ayuntamiento y el más aplaudido por la élite catalana del momento, su eclecticismo --acaso avanzado a la etapa en la que vivió (1858-1931)-- pudo ser la causa de que la historia le haya otorgado un menor reconocimiento.

Como explica Inés Pérez-Sala, la reforma y el interiorismo de Casa Sagnier busca transmitir lo que el edificio tiene de su creador, incorporar un cierto ambiente hogareño (como en salón con chimenea y amplio espacio de biblioteca) y convertir su oferta de restauración en "un punto de encuentro entre barceloneses y huéspedes". Con ese triple fin, el restaurante Cafè de l'Arquitecte, en la planta baja, ha cambiado su acceso principal por el pasaje de la Concepció, para integrarse en ese microcosmos gastronómico de la calle. Al entrar, el cliente descubre un mural con fotos del arquitecto cedidas por sus descendientes y elementos propios de un taller de la época. En el salón, donde también se puede comer o cenar, sorprende un retrato del artista realizado con sellos.

Retrato con sellos de Enric Sagnier, en el salón de la planta baja.

Retrato con sellos de Enric Sagnier, en el salón de la planta baja, durante la presentación del hotel. / JOAN CORTADELLAS

Encontrar el equilibrio entre el homenaje sutil con la funcionalidad de un hotel ha sido una prueba superada por Federico Turull, de TurullSørensen arquitectos, que no pretendía recrear la morada de Sagnier sino crear "un espacio atemporal" con detalles modernistas y la participación pluridisciplinar de otros profesionales y artesanos. "Hemos hecho que pensamos que habría querido hacer él ahora, con su mentalidad abierta, discreta y ecléctica", que de hecho le llevó originalmente a integrar elementos de estilo gótico, sintiéndose libre en su propia casa, y más allá de los innumerables encargos profesionales que encajó a destajo: desde edificios residenciales, panteones, asilos, balnearios, hoteles o superpisos burgueses, hasta obras cumbre como el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón en el Tibidabo o el Palacio de Justicia.

Una de las habitaciones, en la cuarta planta del hotel.

Una de las habitaciones, en la cuarta planta del hotel. / JOAN CORTADELLAS

En consonancia con los tiempos, los dueños no han reformado por reformar. Por ejemplo, no pocos baños se han mantenido o retocado por su vigencia y buen estado, mientras que las 51 habitaciones sí se renovaban sumando el buen gusto del estudio Elefante, con un equilibrio perfecto entre antigüedades y elementos de confort contemporáneo. Aunque se trata de un cinco estrellas boutique, la variedad de dormitorios es total: de los 12 metros cuadrados de algunas 'mini' decoradas con pasión y hasta enormes lavabos, a cinco suites y una gran suite donde Enric Sagnier tuvo su estudio y estos días ya hay huéspedes de paso.

Otro de los méritos del hotel, cuya terraza solo se abrirá a alojados, es que su decoración se ha trabajado como "una composición abierta" que puede ir sumando y restando elementos, de forma que siempre hayan novedades. No tiene desperdicio el panel con libros abiertos de su intimista recepción, donde uno de los objetivos es "personalizar al máximo la experiencia del turista", relata Susana Flaqué, su directora. Hay rutas sobre su obra, y otras muchas opciones a la carta para vivir Barcelona desde una de sus zonas más cotizadas para el viajero.