El mirador de la torre Urquinaona se abre al público (12 euros la entrada)

Fue una portada de este diario la que animó definitivamente a los propietarios de los pisos 17, 19 y 20 de la torre Urquinaona a abrir al público este exclusivo mirador 360 grados que pone Barcelona en nuestros pies. A partir de este fin de semana (sábados y domingo) será posible la visita que habían disfrutado los 1.500 visitantes que lograron un pase en el Open House del pasado octubre. 

Aquel domingo, EL PERIÓDICO alegró el desayuno de la familia propietaria de las tres plantas. Llegó el momento de materializar una apuesta de altura por la ciudad de Cerdà y Colau: el gran mirador que emerge en este ombligo de Barcelona conocido como plaza Urquinaona, que tiene poco de plaza y mucho de ombligo mal cosido. Se intuye a pie de acera en el cruce de Roger de Llùria y se confirma 70 metros más arriba. Las cicatrices de Urquinaona son la calle de Ausiàs March y la ronda de Sant Pere, las gargantas del metro, el quiosco que dejó de vender diarios por los suvenires (escasos y feos), los gélidos bancos que invitan a seguir huyendo y el seto pelado de ratas hambrientas.

Sin límite

El magnífico espectáculo está en la vigésima planta de esta joya arquitectónica: Unlimited Barcelona lo han bautizado, Barcelona sin límites, «porque esta ciudad merece ser contemplada en todo el mundo como la magnífica urbe que es», afirmaba Carmen de la Maza, miembro de la sociedad impulsora de Unlimited este miércoles por la mañana, cuando por fin llovía y el paisaje gris llevaba al espectador a París o a Nueva York. Por qué no. Desde allá arriba, mientras detrás de los cristales llovía y llovía, las perspectivas de la calle de Casp hacia la torre Agbar y de Roger de Llùria ascendiendo al barrio de Gràcia recordaban a Wall Street o la rue Saint Honoré.

Cada uno de los 11 ventanales que abrazan la planta 20 son en este día extraño un cuadro de William Turner (Nueva York) o Camille Pisarro (París). Siguiendo el orden contrario a las agujas del reloj, en el número 1, la Sagrada Família emergiendo entre las grúas. En el 2 y 3, lo que llaman Ciutat Mil·lenaria como horizonte de la plaza de Catalunya, las ramblas, el Palau Nacional ensartado por la torre de Calatrava hasta la cima de Montjuïc. En el 4 y 4.5, Ciutat Vella, con la catedral, la iglesia de Santa Maria del Pi. Desde las posiciones 5 y 6, el vecino edificio Fàbregas, la caja de Santa Maria del Mar, el hotel Vela y señalado por el dedo de Colón. También la chimenea de la fábrica Folch atemorizada por la torre Mapfre y el Hotel Ars. Los números 7, 8 y 9 son para la Expo 1888 y los JJOO de 1992 y, otra vez, la Sagrada Famìlia, la Vila Olímpica y el parque de la Ciutadella. Se completa el anillo desde los puntos 10 y 11: la Barcelona de la industrialización, la de los barrios de Sants, Gràcia, Poblenou y Sant Andreu.

Atardeceres rojos

La idea es ofrecer este espacio para eventos, desde bodas (los viernes), banquetes, ejercicios espirituales de grandes empresas a la presentación de un workshop, entre semana, y los sábados y domingos y demás festivos, a la gente. En tiempo de vacaciones de verano, Navidad y Semana Santa, el acceso será todos los días. ¿Precio de la entrada? 12 euros (gratis para los niños menores de 5 años y ofertas para mayores de 65 y minusválidos).  

Las mujeres de Unlimited Barcelona, con Mireia Bessó al frente, narran experiencias únicas viendo los atardeceres rojos de un cielo que también existe o de los mediodías de mucho sol. Lo cuentan rodeadas de obras del escultor Naxo Farreras y la pintora Pilar Correa, satisfechas de esta gran apuesta de altura por Barcelona. 

Suscríbete para seguir leyendo