Patrimonio

‘Lifting’ pétreo en el Museu Picasso

El centro de la calle de Montcada dedicado al genio malagueño rehabilitará las fachadas de los cinco palacios góticos que forman el conjunto museístico

La fachada del Picasso, preparada para su restauración.

La fachada del Picasso, preparada para su restauración. / Jordi Cotrina

Natàlia Farré

Natàlia Farré

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El 8 de abril de 2023 se cumplirá el cincuentenario de la muerte de Pablo Picasso,antes habrá empezado el año a él dedicado, con exposiciones y actos a lo ancho y largo del planeta, y la efeméride pillará a la casa del genio en Barcelona bien arreglada, o eso esperan sus responsables. El Museu Picasso necesita un ‘lifting’ pétreo en sus cinco fachadas -los palacios de Berenguer d’Aguilar, Meca, Baró de Castellet, Mauri y Finestres- y este comenzará en verano para acabar 11 meses después, con los eventos en el mundo dedicados al artista cubista ya en marcha, pero con la gran muestra programada en la calle de Montcada aún por empezar. La intención es que cuando la exposición que incidirá en la amistad entre Picasso y Joan Miró abra puertas -en otoño de 2023-, las lonas de las obras ya se hayan retirado. 

1,59 millones

En el museo admiten que el calendario está apretado pero que las mejoras hay que hacerlas y los presupuestos municipales marcan el ritmo, no en vano el centro de la calle de Montcada está bajo el paraguas del consistorio. Las obras se aprobaron en la comisión de gobierno del 20 de enero, cuentan con proyecto ejecutivo -sometido a información pública hasta el viernes-, un presupuesto de 1,59 millones de euros y están pendientes de licitación. Ello no significa que, durante el tiempo en que operarios y año ‘picassiano’ coincidan, los cinco palacios que forman el museo estén cubiertos: las obras están pensadas para que en ningún momento los andamios y las lonas verdes ocupen más de dos de los cinco edificios del conjunto. Y, lo dicho, están programadas para que en otoño de 2023 sean ya historia. 

Ahora la malla de protección lo cubre todo. Esto es así desde que en julio de 2016 hubo un pequeño desprendimiento en la fachada del Palau Berenguer d’Aguilar, que se repitió en octubre de 2018 en el patio del Palau Baró de Castellet. Los estudios que se hicieron entonces no indicaban un peligro inminente ya que los edificios no están en mal estado, pero sí necesitan un mantenimiento patrimonial, sobre todo centrado en la limpieza, tanto de la suciedad producida por la contaminación como de la que deriva de animales y plantas -los excrementos de las palomas hacen estragos y hay vegetación que aparecen en los lugares más insospechados-, y focalizado en estabilizar encintados y estucados. 

Conjunto protegido

En octubre de 2021 se empezó por dar lustre a dos de los cuatro patios del museo, Berenguer d’Aguilar y Meca, cuyos trabajos acabarán en breve para comenzar las mejoras en los patios de Baró de Castellet y Finestres, que estarán listos en noviembre, cuando ya habrán empezado las obras en las fachadas de la calle de Montcada, en los cinco palacios. Estas deberán tener en cuenta que todos juntos forman un conjunto único, el primero de arquitectura residencial de Barcelona en ser protegido por las administraciones. Fue 1947, cuando fue declarado Patrimoni Arquitectònic i Artístic y la distinción conlleva servitudes como la de mantener los elementos originales y su uniformidad actual. Una protección que también ha ralentizado el inicio de las obras ya que, además de las catas necesarias, se han tenido que realizar los pertinentes estudios históricos y patrimoniales.

Una uniformidad conseguida sobre todo en la primera mitad del siglo XX, cuando se decidió dar a la parte más antigua de la ciudad una pátina de gloria medieval que no tenía y que si en algún momento tuvo, ya no conservaba. Esta idea de monumentalizar el patrimonio urbano incluyó la señorial calle de Montcada y sus palacios que, en honor de la verdad, nunca lo fueron pues en la discreta y poco ostentosa Barcelona bajomedieval se hablaba de 'cases grans', y las de la calle en cuestión no las habitaba la nobleza sino los mercaderes. El caso es que la reinterpretación historicista que se realizó bajo la batuta del arquitecto Adolf Florensa (1889-1968) les dio más o menos el aspecto que lucen ahora. 

Seis décadas

Antes hubo más modificaciones, las mayores las realizadas en el siglo XVIII, en época barroca, aunque tampoco son desdeñables las que en el siglo XIX convirtieron algunos de los edificios en casas de vecinos o las que les dieron un uso industrial -uno de ellos albergó la fábrica de confituras Casa Mauri-. También ha habido modificaciones en época más reciente, las derivadas de convertir el conjunto en museo. Estas arrancaron en el Palau Bereguer d’Aguilar cuando se decidió instalar ahí el centro dedicado a Picasso, el único creado en vida del genio y por expreso deseo suyo. Abrió en 1963, en 2023 celebrará el 60º aniversario, y se fue ampliando hasta ocupar el espacio actual: en 1970, el Palau Baró de Castellet; en 1981, el Palau Meca, y en 1999, las casas Mauri y Finestres.

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