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Gimnasio para vagos en Barcelona

Hasta Homer Simpson haría aquí sentadillas. RockFit es una mezcla de 'escape room' en mallas y videojuego en vivo. Un 'gym' con juegos personalizados

Prevé convertirse en el ‘Matrix’ del 'fitness': sus entrenos serán guiados por inteligencia artificial

Rockfit

Rockfit / Laura Guerrero

Ana Sánchez

Ana Sánchez

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Más que un gimnasio, parece que te has metido en una pantalla de Mario Bros. Se ven muros, vallas, hoyos, rampas resbaladizas, suficientes lucecitas parpadeantes como para infartarte al pensar en la factura de la luz. ¿Pero qué hace ese móvil colgado del techo? “Es para el selfie de la muerte”, te responden con naturalidad de videojuego. Sí, acabarás soltando más adrenalina que si discutieras con Pimpinela. “Pero aquí nadie sufre”. Te lo garantizan nada más entrar. La mitad de sus clientes en mallas eran de los que solo pisaban el gimnasio para intentar darse de baja.  

Hasta Homer Simpson haría aquí sentadillas sin querer. Esa es la idea original de este gym: “Deporte para vagos’”, resume su ideólogo. En unos meses ni siquiera tendrán que preparar los entrenamientos personales: están desarrollando un algoritmo para que sean guiados en tiempo real por inteligencia artificial. Bienvenidos al 'Matrix' del 'fitness'.

RockFit (Méxic, 5, al lado de la plaza de Espanya). “Un gimnasio para los que odian los gimnasios”, lo definen. Su frase-gancho: “Ponte en forma jugando”. Vendría a ser una mezcla de 'escape room' en mallas y videojuego en vivo. Un gym donde quemar calorías con juegos de aventuras personalizados. “Tú vienes aquí a pasártelo bien –promete Javier- y nosotros nos encargamos de que te sirva para ponerte en forma”. El nuevo 'summun' de los propósitos de año nuevo.

Javier Beltrán, 36 años, es el CEO de RockFit. También era de los que pagaban el gimnasio y no iban. “Ahora pago un alquiler y vengo sí o sí”, se ríe. Es el que trepa por el techo con rutina de Spider-man. Se mudó a Barcelona justo antes de la pandemia. Es de Logroño. La vena escapista le viene de su otro negocio: es socio de los 'escape rooms' The Rombo Code. Ha construido todo el gimnasio a mano. “Mucho Youtube y paciencia”.

Javier y Dani se pasean por el techo del gimnasio.

Javier y Dani se pasean por el techo del gimnasio. / Laura Guerrero

La idea se le ocurrió después de leer un artículo de un profesor de Harvard. “Explicaba que no estamos diseñados para hacer esfuerzos –recuerda-. Es muy difícil que te motives con repeticiones”. Así que él ha combinado en su gimnasio juegos de aventuras con tecnología de 'escape room' y aura de videojuego. “Hoy te pasas esta pantalla, mañana te pasas otra”. Incluso partiendo de un nivel 0, promete. “No hay nadie que no sea capaz de subir nuestra pared más fácil”.

“Aquí nadie sufre”, insiste Dani con su acento canario. Daniel Mendoza, 25 años, es el entrenador personal de este gimnasio para vagos. El antagonista del coronel de 'Oficial y caballero'. “¿No te apetece hacer esto? –no es una pregunta trampa-. Lo cambiamos sin problema –te sonríe con más buenrollismo que las tazas de Mr. Wonderful-. Aquí nadie hace nada obligado”. El nivel de agujetas es directamente proporcional a lo que te piques con él.

Dani sube por la rampa resbaladiza mientras Javier trepa por una cuerda.

Dani sube por la rampa resbaladiza mientras Javier trepa por una cuerda. / Laura Guerrero

Te calzas arnés y guantes, te identificas en una de las pantallas que hay por las paredes y se carga un juego ya adaptado a tu nivel. “Nuestro sistema recoge el tiempo que tarda cada persona en llegar a cada punto. Cada vez que pulsas un botón”, explica Javier. El nivel se va adaptando al 'timing'. “Cada uno elige el ritmo al que quiere entrenar”.

Hay que seguir las luces de los pulsadores: ya sea jugando al 3 en raya sobre una cuerda floja, correteando por una rampa con césped resbaladizo o trepando muros a lo Tom Cruise en 'Misión: Imposible'. Puedes hacer hasta escalada con piolets por hielo seco. Son cinco juegos por entreno. Hay 12. Ahora están montando una vía ferrata por toda la viga central.

Javier juega al tres en raya en formato escalada.

Javier enseña cómo jugar al tres en raya en formato escalada. / Laura Guerrero

El primer gimnasio inteligente de España”, lo llaman ya. Aún están en ello. De momento, “es el primer gimnasio que pretende tener juegos guiados por inteligencia artificial”, vaticina Javier. Están desarrollando un algoritmo con la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja). De hecho, ha sido una de las 12 empresas seleccionadas por el Barcelona Sports Tech Hub del Ayuntamiento.

“Ahora estamos integrando los lectores de frecuencia cardiaca”, detalla Javier. La idea es que el ordenador recalcule el entreno sobre la marcha, según lo que te canses. “En cuanto llegues a un pulsador, el sistema tiene que saber, porque tendrá tus características físicas, la frecuencia cardiaca a la que estás llegando a la parte de arriba”. Si ve que estás a 180 pulsaciones, bajará el nivel. “Y si un día vienes más cansada, recalculará la fatiga en cada momento”.

Entrenadores a lo 'Matrix'

Aún están recopilando datos. “Necesitamos probablemente 150.000 entrenamientos para que esto pueda ser efectivo”, calcula Javier. Si consiguen incorporar su sistema en otros centros, podrían tener listo este entrenador personal a lo 'Matrix' “en 8-10 meses”. De momento, están creando unos cubos gigantes, con paredes y techo escalables, en los que aunar los juegos. En seis meses, prevén montar cuatro en la planta baja de RockFit. “Estamos buscando gimnasios o centros deportivos que quieran hacer un piloto para diseñárselos a medida”.

Ese es el objetivo a largo plazo: “Poder estar en todos los centros deportivos –responde Javier-. Que todo el mundo pueda acceder a un entrenamiento personal. A mí me encantaría que esto pudiera estar en gimnasios municipales. Una persona podría gestionar 20 clientes en una hora”.

“Yo tenía condición física 0”, confiesa Julia. “Ahora, 1”, se ríe. Lleva viniendo 3 meses, casi desde que abrió. Solo ha faltado un día y porque estaba enferma. “Ganas agilidad y pierdes miedo”, asegura.

Un hoyo con ¿zombis?

Ahora toca “el rescate del hoyo”. Es cuando se te queda la misma cara que al ver el vestido de la Pedroche. Te ajustan un frontal y te asoman a una oscuridad de 7 metros donde lo mínimo que uno se imagina al fondo es a una panda de zombis. “He montado el gimnasio al que me gustaría ir –se encoge de hombros Javier-. Estoy un poquito más en forma”. 

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