Medio ambiente
Barcelona ordena la plantación espontánea y ciudadana de alcorques
Decenas de personas decidieron justo antes de la pandemia que los árboles no merecen ser el baño de los perros o un cenicero. Llenaron de verde estos espacios, pero faltaba el ordenamiento municipal
Carlos Márquez Daniel
Periodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 15 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Planta Baixa' (TV3) y 'Bàsics' (Betevé).
Carlos Márquez Daniel
Hasta principios de los años 80, Barcelona tenía vigente en una de las ordenanzas municipales la participación ciudadana en el cuidado de la zona urbana cercana a la fachada. Es decir, que la población colaboraba en la limpieza de las calles. Aquello desapareció con la profesionalización del aseo de la vía pública y el barcelonés ya poco o nada se ha implicado en la conservación de lo que es todos y no es de nadie. Pero hace unos meses, justo antes de la pandemia, un grupo de personas empezó a plantar en los alcorques de los árboles. Esas macetas de las que puede salir un naranjo o un plátano pero que, lamentablemente, también funcionan como aseo para perros, aparcamiento de bicis o cenicero. El ayuntamiento ha decidido coger ese testigo y regularizar y fomentar la actividad, que se suma a otras iniciativas, como la recogida de naranjas para hacer mermelada, que pasará de uno a cinco distritos, o los huertos urbanos, que se extienden. La idea es implicar a la gente en el mantenimiento del verde urbano, en una ciudad en que lo natural no abunda.
Eloi Badia, concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, ha sido el encargado este lunes de desgranar los detalles del plan 'Mans al verd'. Pero lo justo es remontarse unos meses atrás, cuando un grupo de ciudadanos decidió revitalizar los alcorques. La escritora y editora Liz Castro fue la impulsora. Lo vio en Instagram, en la cuenta de un londinense. Paseaba por mi barrio, por Gràcia, y me decía que si lo hacen en Londres, ¿por qué no podemos también hacerlo en Barcelona?". Era febrero de 2020, justo antes de la pandemia. Una docena de amigos se unió al proyecto y se pusieron manos a la obra. Luego fueron 20, más tarde 50, un centenar... Y la idea se trasladó a otras zonas de la ciudad.
La promotora de Eskocells contempla la voluntad municipal con cierta cautela. Porque si algo ha gobernado esta iniciativa ha sido "la falta de jerarquía", aunque es cierto que agradecen que se ponga orden administrativo a la cosa, esto es, que la Urbana no pueda sancionarles. A partir de ahora, el que quiera colocar verde en un alcorque tan solo tiene que notificarlo a la oficina virtual de trámites. Hay que ser mayor de edad y residente en la ciudad, y asumir el compromiso de cuidar el lugar durante un año como mínimo. No se puede intervenir en calles de la red básica de circulación ni en alcorques en los que el árbol esté en mal estado o su tronco ocupe más del 80% del espacio.
El ayuntamiento ha creado una guía para que la plantación se haga de manera correcta. Aportará información y formación a los que se quieran animar para que lo que se plante no dañe al árbol o al entorno, pero todo el material, semillas, herramientas y vallado deberá correr a cargo del interesado. Sobre el mantenimiento, Castro parte de la base de que un alcorque abandonado "no puede estar peor". "La sola presencia de un cercado, aunque dentro ya no haya plantas, ya puede evitar que los perros entren dentro. Su orina compacta la tierra, mata las plantas y daña las raíces de los árboles. Falta mucha pedagogía. Soy amante de los perros, pero estos lugares no están reservados para sus excrementos", sostiene.
Mermelada y huertos
Otra actividad que el consistorio quiere potenciar es la recogida de naranjas. No son aptas para el consumo directo, ni tan siquiera para un zumo. Pero sí se pueden usar para hacer mermelada. Ya se hace en Sant Andreu, en unos barrios que albergan un tercio de los citrus de toda la ciudad porque así lo quiso en los años 80 y 90 el concejal Antonio Santiburcio, y ahora el proyecto se trasladará a otros cuatro distritos de Barcelona: Ciutat Vella, Sant Martí, Les Corts y Gràcia. También está previsto fortalecer la red de huertos urbanos. La ciudad dispone de unos 500, de los cuales 110 son municipales, 348 están en escuelas y 80 pertenecen a privados.
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