Barceloneando
Las tres estatuas de la plaza de Espanya que el Ayuntamiento de Barcelona no encuentra
‘La Industria’, de Carles Ridaura; ‘El Comercio’, de Enric Monjo, y ‘El Deporte’, de Josep Viladomat fueron retiradas en los años 70 (o quizá antes)
El guía local Manuel Marina sospecha que las obras están en la segunda residencia de algún preboste del franquismo
A Manuel Marina, guía local de Barcelona, se le han perdido tres estatuas que estaban en la plaza de Espanya. Y no es que fueran pequeñitas. A él, y a todos los barceloneses de hecho. Se trata de ‘La Industria’, de Carles Ridaura; ‘El Comercio’, de Enric Monjo, y ‘El Deporte’, de Josep Viladomat. Son tres de las cuatro estatuas, junto con ‘Las Artes’, también de Ridaura, que fueron encargadas en el contexto de la remodelación de la plaza que tuvo lugar antes de la Exposición Internacional de 1929, y que llevó a la colocación de las torres venecianas que hoy siguen allí erigidas.
Hace un año, un día, un “señor mayor”, un barcelonés, que seguía una ruta de Marina, le advirtió de que allí faltaban tres de las cuatro estatuas que pasaron cuatro décadas junto a las torres. Y, al parecer, nadie sabe dónde están en la actualidad: quizá olvidadas en un almacén, quizá colocadas en el jardín de la que fuera segunda residencia de algún ilustre preboste de la Barcelona del tardofranquismo. Para ser precisos, quizá alguien sí sepa dónde están, pero no es el caso del Ayuntamiento de Barcelona, que, consultado hace varias semanas, ha llegado a la conclusión de que desconoce su paradero.
Lo que sí se sabe
Las Torres Venecianas fueron diseñadas por el arquitecto Ramon Raventós, que ganó el concurso abierto en 1927 para la reorganización del espacio, que fue una de las herencias principales que aquel evento dejó en la ciudad. Recuerda el Ayuntamiento de Barcelona en su web que las torres son “idénticas, de estilo historicista y de carácter ornamental”, y que están “inspiradas en el campanario de la basílica de San Marcos de Venecia, motivo por el cual se llaman “’venecianas’”. Indica el consistorio también en ese texto que no son exactamente una réplica del modelo original: “miden 47 metros de altura y 7,2 metros a cada lado de la base cuadrangular por los 50 metros de altura y los 12 metros por lado del Campanile veneciano”.
Al pie de esas torres se instaló una balaustrada en la que se colocaron las cuatro estatuas pero ‘Las Artes’ es la única que sigue visible para los paseantes. Estuvo dos décadas en un almacén y luego fue colocada en la avenida del Paral·lel, cerca de la calle de Lleida, en un sitio triste y aislado, como si no interesara que pudiera explicar dónde están sus antiguas compañeras. También es conocida como ‘Mujer con niño’.
La reforma de los años 70
Cuenta también el ayuntamiento que las torres venecianas fueron planteadas como construcciones efímeras que debían ser retiradas tras la exposición internacional, y que al final se optó por dejarlas allí para siempre. Hoy están catalogadas como bien de interés local. Por su carácter provisional, las construcciones se hicieron con materiales que no garantizaban su permanencia en el tiempo, por lo que se requirieron trabajos de refuerzo posteriores. En 2013 fueron restauradas.
Todo esto sabe y cuenta el consistorio, pero de lo que no tiene idea es de dónde están en estos momentos ‘La Industria’, ‘El Comercio’ y ‘El Deporte’. En teoría, las cuatro estatuas fueron eliminadas del conjunto con motivo de una reforma que se hizo en los años 70. Marina sostiene, con una foto de 1966 como prueba, que ese año ya habían sido sacadas de su ubicación original. La balaustrada superó la remodelación de los 70, pero no la siguiente, en los años 80. ‘Las Artes’ fue desplazada en 1985 hasta el emplazamiento actual ya citado y Ridaura no tuvo que sufrir por la pérdida de ‘La Industria’, porque cuando desapareció llevaba tiempo muerto: falleció en 1966.
Aquel techo de Sant Antoni
Marina mantiene sospechas varias sobre el destino de las tres estatuas. Y recuerda otros casos en los que obras relevantes han acabado en domicilios y jardines privados. En Barcelona corrió la historia, que se sepa no confirmada, de dónde había acabado el techo de cerámica del mercado de Sant Antoni que fue retirado con José María de Porcioles como alcalde de la ciudad.
El alcalde, que lo fue durante 16 años, de 1957 a 1973, propició que lo cambiaran por uno de uralita, cuando no se conocía los efectos perniciosos del amianto en la salud. ¿Dónde acabó aquella cerámica? Según las malas lenguas, en el chalet que Porcioles tenía en Andorra, aunque otras versiones apuntan a edificaciones situadas en Tarragona.
Restituir la estatua del jardín
Marina sostiene que es “vox pópuli” que ese techo de Sant Antoni fue “repartido” entre varias personas, y que parte de él está en Andorra. Y considera que este tipo de actuaciones debían ser frecuentes en una época en la que pocas personas acumulaban todo el poder. Está convencido de que las tres estatuas se las llevó alguien en connivencia con la alcaldía del momento. “Si no han aparecido, no creo que aparezcan ya”, opina Marina, aunque también contempla la posibilidad de que alguien que tenga una de esas tres estatuas en casa pueda leer este artículo. Igual reflexiona y la restituye a la ciudad.
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