Pugna urbanística

El ayuntamiento reajustará la urbanización de la Ronda de Sant Antoni de Barcelona tras las quejas vecinales

Los vecinos fuerzan a rehacer el diseño previsto en 2022 y el compromiso de que el proyecto para retirar la polémica plataforma de hormigón se apruebe a final de mandato

Imagen de la Ronda de Sant Antoni, el pasado octubre.

Imagen de la Ronda de Sant Antoni, el pasado octubre. / Manu Mitru

Patricia Castán

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Las reiteradas y crecientes quejas de los vecinos de la ronda de Sant Antoni no han caído en saco roto. Tras los numerosos incidentes de incivismo e inseguridad registrados durante meses y la demanda de soluciones a los problemas de convivencia que vive la zona, el ayuntamiento ha asumido el compromiso de dar marcha atrás en el diseño de la reurbanización provisional prevista para el próximo febrero. En su lugar, en enero consensuarán "ajustes" con los afectados, atendiendo a mejorar la accesibilidad, incrementar la seguridad en la zona y reforzar también la limpieza, en lugar de apostar por un despliegue de mobiliario urbano (con elementos de gimnasia incluidos) que según los residentes y comerciantes habría aumentado más la alta intensidad de uso y afluencia del vial. Se compromete también a aprobar un proyecto definitivo para retirar la losa de hormigón de la discordia antes de acabar el mandato, en primavera de 2023.

El consejo de barrio de Sant Antoni celebrado hace unos días constató la preocupación de los residentes de la zona, que suman 12 años de afectaciones, desde que se instalasen (nueve años) las carpas del mercado provisional para poder proceder a la reforma del centenario equipamiento. El mercado de tránsito se ubicó sobre una plataforma o losa que debía desaparecer tras estar listo el nuevo, en 2018. Pero el elevado coste de su eliminación y el deseo del consistorio de concebir una solución coordinada para todas las rondas del centro (de Sant Pere a Universitat y Sant Antoni), pospuso el plan. En su lugar, se intentó consolidar por unos años ese espacio de 4.500 metros cuadrados ganado al peatón, como eje cívico.

Situación desbordada

La realidad se impuso sobre el idealismo, y pronto el comercio y los vecinos del entorno comprobaron que la ronda, que además es frontera entre lo barrios de Sant Antoni y el Raval (Eixample y Ciutat Vella) era un foco de incivismo y de saturación de usos, según denunciaron los vecinos el pasado verano, cuando en solo tres meses se registraron 300 denuncias por botellón, robos, peleas y venta ambulante ilegal. Ese espacio fue tomado también por el llamado mercado de la miseria, que antes se ubicaba en una placita del Raval y aquí se amplificó.

Los vecinos acudieron al consejo de esta semana decididos a no consentir la reurbanización presupuestada en 750.000 euros y que temían que acabase siendo definitiva. Consideraban que era un despilfarro presupuestario y reclamaban que se acelerase una intervención definitiva y sin losa. Y que regrese el tráfico a la zona, aunque solo de buses, servicios y bicis, como llevaban meses reclamando. Se encontraron cara a cara con el nuevo concejal del Eixample, Pau Gonzàlez, quien calmó los ánimos y abrió una fase de tregua que ha paralizado las movilizaciones previstas por la Associació d'Afectats per la Llosa de Sant Antoni.

"Compartimos la necesidad de actuar porque hay cierta degradación", admitió el edil ante los requerimientos vecinales. El consistorio está decidido a eliminar la losa, y con ella una peatonalización que aquí no ha funcionado, pero considera urge una solución transitoria. No obstante, en lugar del diseño planteado con más mobiliario, árboles y áreas de juego y picnic, se optará por una mejora de transición que pase por instalar unas rampas laterales que favorezcan la accesibilidad a la plataforma, dotar de más recursos policiales al eje e incrementar los recursos de limpieza. Se pactará con vecinos y comerciantes en enero.

Francisco Villena, como portavoz de la asociación, que cuenta con el apoyo de las entidades de comercio del barrio, destaca al respecto a este diario que los escasos contenedores de la ronda se desbordan a las primeras de cambio, lo que se suma a los estragos de los frecuentes botellones.

"En cada banco hay un grupo de seis o diez bebiendo, o con drogas, y gritos y peleas", se quejó otro residente en el consejo. "Llevamos 12 años esperando promesas, queremos una fecha", añadió otra afectada.

Gonzàlez dijo que el debate global de la rondas, el proceso participativo más el anteproyecto y el proyecto dibujan un largo proceso que espera rematar en los despachos municipales antes de las próximas elecciones municipales, para que se ejecute en el próximo mandato. Mientras, los vecinos prefieren que las soluciones temporales no sean muy costosas para dejar recursos para la transformación final. "No puedo concretar una fecha", admitió el concejal, en referencia a ese momento en que la ronda volverá a tener calzada, pero con un uso mucho más restrictivo que antes de incorporar la losa.

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