Un concejal atípico

Josep Bou: “Si el PP me va a cambiar, que no espere al fin del mandato”

El jefe de filas de los populares en el Ayuntamiento de Barcelona afirma que quiere repetir en 2023 pero pide no dejar la decisión para el último momento

No entiende a los que viven toda la vida de la política, se tomaría "solo una cerveza" con Colau y cree que Maragall hubiera sido mucho mejor alcalde

Josep Bou

Josep Bou / FERRAN NADEU

Toni Sust

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Josep Bou tenía algo más de tres años cuando cayeron los animales: “Fue la primera vez que vi llorar a mi padre. Cuando se le murieron todos los cerdos. Era un hombre muy pobre y muy sencillo. Los mató una enfermedad en unos días, cuando ya estaban engordados”. Y la madre dijo basta: “Nos vamos a Barcelona”. Antes de largarse a la ciudad, vendieron la vaca que les quedaba y la pequeña casa en la que vivían, en Santa Eugènia de Berga, cerca de Vic: “Todos hablaban en catalán. Nunca escuché a nadie hablando en castellano allí”.

“Fue la primera vez que vi llorar a mi padre. Cuando se le murieron todos los cerdos"

Y con algo más de tres años, Bou, hoy presidente del grupo del PP en el Ayuntamiento de Barcelona, llegó a la capital catalana. La familia se instaló en el barrio de Verdum, en el número 42 de la calle de Góngora: “Era una casa con un horno debajo y dos pisos arriba. Uno era de mi tío y el otro de mi padre. Todo era en castellano. Yo no entendía nada cuando llegué”. “Mi padre era hijo de Can Verdaguer, era 'fadristern' (así se denominaba a los hijos que no tenían derecho al patrimonio familiar, que aparte de pequeñas compensaciones quedaba en manos del 'hereu', según la tradición rural catalana)”, relata el concejal.

Bou, en la plaza de Sant Felip Neri.

Bou, en la plaza de Sant Felip Neri, el pasado miércoles. / FERRAN NADEU

Brigada Paracaidista

El jefe de filas de los populares vive en el alambre desde que llegó al consistorio, en el sentido de que nunca ha encajado, ni ha intentado hacerlo, en la estructura del partido. No es militante del PP y no entiende que haya gente que se haya dedicado siempre a la política y considere que tiene derechos adquiridos por ello. “La empresa es más autónoma. Con la empresa puedes hacer muchas cosas, desde hacerte rico hasta arruinarte. En la política, no. Para muchos es un trabajo seguro. Algunos no saben lo que es la calle, buscarte la vida. Una frase que me dijeron en 1975 cuando fui a la Brigada Paracaidista”.

"Fui voluntario en la Brigada Paracaidista porque quería ir a la Marcha Verde. Pero lo del Sáhara duró dos meses y se entregó. Me supo muy mal."

Porque Bou es un entusiasta del ejército y se alistó con un objetivo muy claro: “Fui voluntario, quería ir a África cuando la Marcha Verde (mediante la cual Marruecos arrebató el Sáhara a España). No quería perder el tiempo haciendo guardias o en la cocina. Quería hacer de militar. Pero lo del Sáhara duró dos meses y se entregó. Me supo muy mal. Allí había una nación sin Estado. El Ejército apretó los dientes y se hizo lo que el Rey dijo. Hubo un coronel que se negó a arriar la bandera. Serró el mástil y se lo llevó al barco sin arriar la bandera”, explica emocionado.

La mala relación del concejal con la estructura del partido en Barcelona ha contrastado con su sintonía con la dirección de Pablo Casado, si bien este le ha ordenado esta semana, según fuentes del PP, que destituya a su jefe de gabinete, Luis Barroso, exmilitar venezolano al que se atribuye un pasado chavista. Bou, que niega haber recibido la orden, es consciente de la contestación interna que ha suscitado. El miércoles, mientras conversaba con este diario, mostraba un gesto inhabitual, algo mohíno. ¿Por qué? “No puedo contestar a esto”.

El 22º salto, a la política

Bou, que fue cabo primero instructor, recalca que hubiera ido a la guerra: “Yo de joven estuve en la OJE (Organización Juvenil Española que durante el franquismo dependía de la Secretaría General del Movimiento), vengo de familia carlista y por la patria lo hubiera hecho”. Como paracaidista hizo 21 saltos. Y el 22º lo hizo en el ayuntamiento: “Fue mucho más complicado. Yo vine por arriba, y ser paracaidista en política es mucho más complicado. Asesores, concejales de distrito: te encuentras gente que piensa que tiene un patrimonio. Cobran el doble que mis oficiales de primera”. ¿Notó rechazo? “Desde el primer día”. Pero niega que orillara al partido: “De mi equipo, de los nueve que puedo elegir, tres consejeros de distrito y seis asesores, solo dos son independientes, el resto son del partido”.

"Yo vine por arriba, y ser paracaidista en política es mucho más complicado. Asesores, concejales de distrito: te encuentras gente que piensa que tiene un patrimonio"

“Mi cargo está a disposición de Casado cada uno de los 365 días del año. Ahora no hablamos tanto, pero nos enviamos WhatsApps. Es un hombre que escucha”, dice Bou, que agrega que no ha hablado con el líder de las municipales de 2023: “Tengo voluntad de repetir. Moral, fuerza, ilusión. Quiero repetir, pero si me dicen que no, me voy a casa. Lo que pasa es que creo que harían un mal negocio. Porque sé qué gente me escucha, mi poder como marca. Si me tengo que ir, ya hablaremos de las consecuencias. Pero no seré yo el que se vaya. Tengo un compromiso y hasta que Casado la confianza me quedaré”, proclama.

Sobre que suenen nombres para sustituirlo es claro: “Será Madrid quien diga qué persona va de candidato. Yo soy un ejemplo de ello. Ahora, si el PP me va a cambiar, que no espere al fin del mandato”, reclama, porque defiende que un alcaldable necesita tiempo para generar confianza. Que no basta con unos meses. Que ya no tiene sentido ir a hacer campaña a un mercado si no has trabajado mucho antes. “En la campaña de 2019, el partido me arropó, recibí mucho apoyo, pero después la cosa cambió. No hablo del partido, sino de personas del partido. Que no me querían. A mí me votaron 37.000 personas. Una representación que otros no tienen. Muchos fueron puestos a dedo, a mí me eligieron”. Tiene la “certeza” de que evitó que el PP se quedara fuera del ayuntamiento.

Bou, en la calle del Call.

Bou, en la calle del Call. / FERRAN NADEU

Acusa a Ada Colau de convertir Barcelona en “la ciudad de la patadita en la puerta”, por las ocupaciones, si bien cree que Xavier Trias contribuyó a ello: “Desde Can Vies se ha sembrado la idea de que puedes hacerlo todo. Fue terrible ceder con los okupas”. De Colau sostiene que mal no le cae: “A mí nadie me cae bien ni mal. Pero hay gente con la que me tomaría una cerveza y otra con la que no. Con ella me tomaría una cerveza, quizá, pero no repetiría. No estaría muy a gusto. Y me encuentro a gusto con mucha gente de izquierda. Con Jordi Coronas, con Jordi Castellana (concejales de ERC).

Maragall lo hubiera hecho mejor

De Manuel Valls dice: “Lo tengo como amigo. No sé si él me tiene como tal. Es un gran tío”. Si Valls hubiera necesitado otros votos para hacer alcaldesa a Colau en lugar de Ernest Maragall, él hubiera actuado: “Antes que tener el separatismo mandando en Barcelona hubiera dado el voto”. Y a pesar de eso, afirma: “Si ERC hubiera gobernado en Barcelona lo hubiera hecho mucho mejor que Ada Colau. Porque escucho lo que proponen. Pero había un problema: el ‘procés’. El ‘procés’ lo trincha todo. Tengo buena relación con Ernest, es el decano. Pero no podemos hablar de política”.

La fermentación en frío para sobrevivir en el negocio

Josep Bou (66 años) vive en Bellaterra pero tiene un piso en Sarrià-Sant Gervasi, que utiliza sobre todo los fines de semana. Está empadronado en Barcelona: “Si no, no podría votar”. Le gusta mucho esquiar: “Tengo una casita en Port del Compte. Pero ahora no tengo ni sábados ni domingos. Lo echo un poco de menos”. Antes iba en bicicleta, llegó a estar federado, y practicó la lucha grecorromana. Todavía escala. Cuando volvió del ejército se tomó “en serio” su futuro empresarial, y abrió una tienda que en poco tiempo vendía más que el horno del padre, que le dijo: “Adelante”. “Y fuimos creciendo. Llegamos a tener 256 empleados”. Ahora tiene unos 80. Y la fábrica, en Montcada, tan llena de pintadas que ni lo arregla: “Así no tienen más espacio donde pintar”. En los 80 afrontó el reto del “boom del pan precocinado”: “Había dos opciones. Especializarse o competir en precio. Y no podíamos competir. Optamos por la calidad. Por la fermentación en frío. Empecé en 1985. Es un pan de corteza roja, amarillo por dentro, huele a almendra tostada”. Con dos hijas, un hijo y ocho nietos, Bou lleva 42 casado con su mujer, Carmen. Es “muy creyente” pero no va mucho a misa. No es muy futbolero y solo es de un equipo: “La selección nacional. Al Barça lo han destrozado. Es una pena”.

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