HISTORIAS METROPOLITANAS... 2

Can Sant Joan... o como transformar un barrio a base de cultura y red vecinal

El barrio acorralado por las demasiadas vías del tren que traviesan Montcada muestra unas preocupantes estadísticas de vulnerabilidad que el vecindario se empeña en combatir

Experiencias comunitarias como 'El Rec es mou!' o 'Cultura i barri' pretenden que las relaciones de fraternidad y confianza que se dan en el colegio -pilar del enclave- se reproduzca también en las calles

Montcada

Montcada / Anna Mas

Helena López

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Saliendo del Institut Escola El Viver, colegio por el que tantos palos recibieron y orgullo de Can Sant Joan, Antonio de Pedro, histórico de la asociación de vecinos, bromea: "Cuando sotierren el tren y quiten la cementera los veteranos ya nos podemos morir". Enterrar las incontables vías que abren en canal el enclave y desmantelar la inmensa incineradora que domina el duro skyline de este rincón de Montcada han sido las dos grandes batallas del movimiento vecinal clásico. Como lo fue, ahora hará 40 años, lograr el colegio público desde el que ahora habla.

"Esto era un vivero del Ayuntamiento de Barcelona [de ahí su nombre]. Los vecinos lo ocupamos dos veces para que construyeran una escuela en condiciones para nuestros niños; fueron ocupaciones duras, con cargas de la Guardia Civil", rememora De Pedro. Equipamiento ahora en obras [están levantando el edificio del instituto tras convertirse, hace tres cursos, en instituto escuela] que es, en palabras de Alícia Cuello, jefa de estudios de Infantil y Primaria, una pequeña "isla de bienestar" para las criaturas. Centro de máxima complejidad por las diferentes realidades sociales y culturales de las familias en el que niños y niñas comparten espacios y aprendizajes entre iguales, mezcla y riqueza que los vecinos quieren reproducir también en la calle con iniciativas como El Rec es mou! o Cultura i barri.

Ambas acciones nacidas en el marco de la Taula Comunitària de Can Sant Joan, de la que forman parte desde el Institut Escola hasta la biblioteca, la asociación de vecinos, la Casa Amaziga o vecinas implicadas a título individual, como Noelia Narejo, también conocida como 'Guardiana de la Serralada de la Marina', quien el pasado 5 de noviembre bajó de la montaña para compartir historias con los más pequeños en el encuentro vecinal en el renacido Rec Comtal, también fruto de una más reciente lucha vecinal.

Las estadísticas que el vecindario organizado quiere revertir a base de cultura y red vecinal son duras. Según cifras del Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans, el 36% de su población tiene estudios primarios o inferiores -la mediana del área metropolitana es del 24%- o la población con rentas bajas es el 27,7%, mientras la mediana del área metropolitana es el 13,4%.

Montcada

La cuentacuentos Noelia Narejo, el 5 de noviembre, durante el encuentro vecinal organizado en el renacido Rec Comtal en Can Sant Joan. / Anna Mas

Dori Cobo es vecina, madre y abuela del barrio (y del colegio). Es también tallerista en Cultura i Barri, donde enseña manualidades -su pasión- a los niños. La viva imagen del eslogan de la Cultura i barri: "un barri fet per totes". "Siempre son cosas sencillas y baratas", explica mientras muestra orgullosa en su teléfono móvil una de sus creaciones, un árbol de navidad hecho con troncos. A su lado, su marido, también muy implicado en la Taula, muestra fotos de sus nietas regando el jardín comunitario de plantas aromáticas que plantaron en 'los lavaderos', equipamiento municipal del que hacen uso cuando pueden, que no es siempre. "En el barrio hay equipamientos, pero no están lo abiertos que deberían estar. Tenemos por ejemplo el Kursaal, que fue también fruto de una lucha vecinal, y está totalmente infrautilizado", critica De Pedro.

Narejo coincide en el diagnóstico y añade: "El colegio es un gran motor, pero hacen falta más recursos por las tardes. La biblioteca está llena de niños haciendo deberes y trabajos, que encuentran allí un espacio adecuado, calor y apoyo, pero serían necesarias salas de estudio, por ejemplo. Más recursos".

Siempre decimos que el colegio es una isla de bienestar para los niños y las niñas

— Alicia Cuello, secretaria del Institut Escola El Viver

"Un ejemplo muy bonito de lo que buscamos fue el festival de poesía en la plaza del Bosc, en el que se leyeron poemas en muchos idiomas, cada uno en su lengua materna, y después se leyeron, esos mismos poemas, en catalán. Fue un trabajo precioso conjunto del colegio y los vecinos", señala el activista vecinal y cultural Antonio Alcántara, quien tiene claro que las iniciativas comunitarias de base tienen que ir dirigidas a tejer complicidades, como se vio y vivió en el citado encuentro vecinal del día 5 en el hoy cuidado Rec, donde cada uno aportó su granito de arena. Mientras Narejo explicaba cuentos, desde la Casa Amaziga, que reúne a una parte importante de la comunidad marroquí, preparaban te.

Acciones, además, con un gran potencial antirracista en la que celebran el barrio juntos personas de la comunidad gitana y payas, donde lo mismo se juega a ajedrez, una de las apuestas de la Taula, recuperando una tradición muy arraigada en el lugar años atrás, como se enseña circo, una de las pasiones de Alcántara, también padre del colegio.

Lidia Fluvia, vecina de toda la vida y abuela del colegio -cómo no- quita importancia a su papel, pero es una pieza importante en el engranaje de la Taula Comunitària, cuya principal virtual es esa transversalidad. Lo de "un barri fet per totes" no son solo palabras. "Yo hago muchas fotos, eso sí, y colgué los carteles de Cultura i barri", señala la mujer, muy crítica con la suciedad de las aceras de Bifurca, como muchos llaman al enclave por la conocida estación de tren.

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