Entrevista al nuevo defensor de los barceloneses

David Bondia: “La gente conoce al Defensor del Pueblo y al Síndic de Greuges de Catalunya, pero no al de Barcelona”

El ombudsman de la capital catalana reclama un cambio en la elección de su cargo y apuesta por ganar competencias y atacar lo que juzga como principal problema: la desigualdad

David Bondia, nuevo 'síndic de greuges' de Barcelona

David Bondia, nuevo 'síndic de greuges' de Barcelona / ZOWY VOETEN

Toni Sust

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Le ha costado convertirse en Síndic de Greuges de Barcelona. Ya lo intentó en 2016. Entonces, el proceso de elección ya era complejo, combinando una participación no vinculante con la decisión vinculante de los grupos políticos. Esta vez ha sido peor, no ha habido consenso, se tuvo que aplazar la elección.

Es evidente que hay que cambiar el proceso para 2026 (año en el que se vuelve a elegir al síndico). Está pendiente la reforma del reglamento de la sindicatura y en esa reforma debe cambiar el sistema de elección.

¿La reforma la propone la sindicatura?

Sí, hace una propuesta. Tiene que trabajarse con los grupos municipales. La propuesta pasa por intentar tener más competencias, reformar el proceso y una participación mayor en la normativa municipal que afecte a derechos humanos. Que aquí se puedan hacer dictámenes no vinculantes sobre toda la normativa de derechos humanos de proximidad.

"Es evidente que hay que cambiar el proceso para 2026 (año en el que se vuelve a elegir al síndico)"

¿Sabemos cuántos barceloneses saben que existe el Síndic de Greuges de Barcelona?

Muy pocos. Lo sabemos por los votos (en total, en el proceso de elección de los aspirantes al cargo votaron 3.034 personas, 1.400 de las cuales a Bondia). Uno de mis retos prioritarios es dar a conocer la institución. La gente conoce al Defensor del Pueblo, a Síndic de Greuges de Catalunya pero no al de Barcelona.

Bondia, en la azotea de el edificio que alberba la Sindicatura de Greuges de Barcelona.

Bondia, en la azotea de el edificio que alberba la Sindicatura de Greuges de Barcelona. / ZOWY VOETEN

¿Y a esta gente puede contarle cuáles son sus funciones?

El Síndic de Greuges de Barcelona es alguien que fiscaliza la acción del ayuntamiento en materia de derechos humanos de proximidad. La fiscaliza cuando hay un incumplimiento pero también tiene una parte proactiva: puede orientar en aspectos en los que el ayuntamiento no actúa. La queja es importante, pero esto no es solo una oficina de quejas. También podemos avanzarnos a la queja. En estos días hemos abierto varias actuaciones de oficio. Una sobre la electricidad. No tenemos competencia sobre las suministradoras, como sí el Síndic de Greuges catalán, pero sí sobre el ayuntamiento: hemos pedido que nos informe del encarecimiento del coste del alumbrado público, para saber qué parte de nuestros impuestos se empleará en pagar esas tarifas. Y también si prevén un posible repunte de la pobreza energética. También hemos pedido estar en la mesa creada para estudiar los botellones.

¿Cuál es el problema principal que observa en Barcelona?

La desigualdad. El derecho a vivir una vida digna tiene que ser para todos.

Usted no puede sancionar.

Cuando viene una queja y la resolvemos, hacemos una recomendación. Es lo mismo en las sindicaturas de otras ciudades europeas: pueden recomendar pero no sancionar. Lo que pasa es que en esas ciudades el 99% de las resoluciones de los síndicos las acaban cumpliendo los ayuntamientos.

¿Y aquí?

Aquí muy pocas. Hay que crear una unidad de seguimiento para ver cómo cumple el ayuntamiento. Mis funciones son recibir y resolver quejas de ciudadanos que estén en Barcelona, vivan o trabajen aquí, por actuaciones del ayuntamiento que consideren negligentes, y avanzarme, con actuaciones de oficio, al detectar posibles vulneraciones de derecho. A menudo, si abres actuaciones de oficio te ahorras muchas quejas. Tenemos que trabajar en la prevención.

Ahora mucha gente se queja por la suciedad, la inseguridad, el incivismo. También por la movilidad. ¿Lo ha detectado en estos días?

Mi equipo me ha explicado qué quejas están tramitando y hay muchas sobre estos temas. Que haya quejas no es malo, es bueno: alguien que se toma la molestia de quejarse quiere mejorar la situación. Y tiene que haber crítica constructiva: no solo decir qué se ha hecho mal, hay que hacer alguna propuesta. Eso es lo que quiero hacer en estos cinco años de mandato.

¿Cuánta gente tiene a su cargo?

Trece personas con funciones distintas: una adjunta y asesores que trabajan por áreas.

Es difícil para un ciudadano saber si tiene que dirigirse al Defensor del Pueblo, al Síndic de Greuges o al de Barcelona.

Cuando se trate de algo de Barcelona que implique al ayuntamiento o a empresas municipales, es competencia del Síndic de Greuges de Barcelona. Pero, claro, si no conoces la figura te vas a las otras.

"Cuando se trate de algo de Barcelona que implique al ayuntamiento o a empresas municipales, es competencia del Síndic de Greuges de Barcelona"

¿Hará algún tipo de campaña en ese sentido?

Sí, he encargado un plan de comunicación. 

La Sindicatura de Greuges de Barcelona existe desde 2005 y por ahora no consta que haya provocado grandes cambios ni que haya apretado mucho las tuercas al gobierno municipal.

Es una institución que no tiene poder, pero debe tener autoridad. Y eso lo demostrarás propiciando cambios.

Y no ha propiciado muchos.

Muy pocos.

Dicho de otro modo, los gobiernos municipales de Barcelona no han sufrido en exceso por la presión de la sindicatura.

No han de temer a la sindicatura, sino verla como alguien que puede ayudar: las recomendaciones son para mejorar las cosas.

Volviendo al principio, ¿no es un problema que sean los grupos quienes eligen al síndico? ¿Es partidario de una elección directa?

Lo que se hace en otros países es crear tribunales de síndicos que evalúan a los candidatos. Porque en el caso de Barcelona, nos presentamos ocho y nadie se interesó en nuestros méritos. Tenemos que empezar a mirar lo que se hace fuera y cambiar una institución que es muy arcaica. En Londres, en París. En algunas ciudades hay defensores sectoriales, por ejemplo para temas de energía. Tenemos que despolitizar el proceso de elección. Tiene que haber neutralidad. Yo no he militado nunca en un partido. Si tienes que fiscalizar al gobierno municipal no puedes estar ligado a un partido. Y el hecho de que los partidos acaben eligiendo al síndico, y que el proceso participativo no sea vinculante… No hagas participar a la gente y luego te desmarques de ese proceso participativo.

"Lo que se hace en otros países es crear tribunales de síndicos que evalúan a los candidatos. Porque en el caso de Barcelona, nos presentamos ocho y nadie se interesó en nuestros méritos"

¿Cómo piensa hacerse respetar?

Con rigor, con experiencia, efectividad y dando a conocer mi función. Y aunque no conté con consenso, no me preocupa: dentro de cinco años me lo habré ganado.

¿Se reunirá con los grupos municipales?

Me he reunido con Albert Batlle y daré prioridad a los que votaron en mi contra (Ciutadans, Barcelona pel Canvi y el PP).

¿Qué ha tenido que dejar para asumir este cargo? El Institut de Drets Humans de Catalunya [era su presidente] y en la UB he pedido una comisión de servicios especiales pero he conservado algunas clases, soy titular y haré de asociado. Llevo dos años haciendo clases virtuales, y ahora que vienen 80 personas a clase quiero ver la realidad.

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