La red se enreda

Instagram censura por obsceno el cartel de la Mercè

La red social informa a la autora de que su obra es una ilustración "abiertamente sexualizada"

reina

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Carles Cols

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Inesperado epílogo para el cartel de la Mercè. Malika Favre, su autora, una ilustradora con una sólida carrera a ambos lados del Atlántico, ha recibido un sorprendente aviso por parte de Instagram. Su versión del cartel dedicado a La Cursa, es decir, una versión casi idéntica del original, pero con tonos verdes y minúsculos detalles distintos, como la corona y los pendientes, ha sido considerado “abiertamente sexual” por la supuesta inteligencia artificial de esa red social. No es la primera controversia de este tipo. El pasado agosto, el cartel de la última película de Pedro Almodóvar, obra del diseñador Javier Jaén, fue censurado por Instagram porque mostraba un pezón. Instagram rectificó ante el revuelo desatado. En el caso de la Mercè, sin embargo, cuesta intuir qué ha encendido la luz roja de alerta.

Ese ‘software’ está entrenado, por ejemplo, para identificar imágenes de color carne y, según cuáles sean las formas, podría entender que se trata de un desnudo, explica un experto en redes sociales consultado para la ocasión. Que el desnudos sea algo censurable para empresas como Twitter o Instagram es una cuestión a parte, no menos polémica, por supuesto, pero el misterio sobre el caso de este cartel de la Mercè sigue sin resolverse. Predomina el color verde. ¿Entendió el programa que era una marciana desnuda?

La versión del cartel que ha escandalizado al robot de Twitter.

Malika Favre

La autora se lo ha tomado con deportividad, por decirlo de algún modo. Se ha limitado a tuitear el mensaje recibido de parte de Instagram y, al lado, simplemente la imagen del cartel. Que cada cual saque sus conclusiones.

Maria Corte, cartelista de la Mercè de 2019, saca las suyas. “Da miedo la criba moral, artística y visual que regulan Twitter e Instagram”. En su caso, sabe de qué habla. No había en la obra que realizó para la fiesta mayor de Barcelona nada objetable, pero si por algo se caracteriza su trabajo es por una frecuente carga erótica. “A mí siempre me persigue la censura”, reconoce, pero la cuestión es que su obra suele ilustrar sin obstáculo alguno la prensa más prestigiosa de Estados Unidos, por ejemplo,  que comprende perfectamente que sus trabajos son ilustraciones con un alto valor artístico. Twitter e Instagram no están para esas sutilezas.

Que el cartel de Malika Favre haya sido considerado inadecuado será, a medio plazo, un capítulo más que añadir a la larga lista de vicisitudes que componen la historia de estos carteles y que este año ha sido recopilada en una estupenda exposición en la Casa dels Entremesos, que tiene su colofón precisamente con dos carteles censurados en época reciente, uno en 1992 y otro en 2010, pero en su caso no por una red social, sino por la autoridad competente.

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