Más allá del vandalismo

Robado tres veces ya un homenaje a las víctimas del covid

¿Anda suelto por las calles de Viladecans un negacionista en serie dispuesto incluso a ofender a los familiares de los fallecidos por la pandemia?

Placa

Placa / Manu Mitru

Carles Cols

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Tres veces han colocado en Viladecans una placa en recuerdo de los vecinos de la ciudad muertos víctimas del covid, casi 200, y tres veces ha sido arrancada ya en un acto que definirlo como simple vandalismo sería quedarse corto. Hay ya cuarta placa, como prometió Anselmo Sánchez, concejal de Seguridad Ciudadana, tras la última sustracción y confía en que no sea necesario encargar una quinta, no tanto porque el ladrón vea la luz y se reforme, sino porque próximamente habrá cámaras de videovigilancia en el parque de la Marina. ¿Está Viladecans ante un antivacunas en serie, por llamarlo de algún modo?

La iniciativa del Ayuntamiento de Viladecans fue de aquellas que no pueden ofender a nadie. Decidió plantar un olivo en recuerdo de las 183 personas fallecidas en la ciudad durante y por culpa de la pandemia, para que los familiares pudieran tener algo equivalente a la ceremonia de despedida que en muchos casos no pudieron celebrar por culpa del confinamiento. El olivo, variedad arbequina, por si alguien se lo pregunta, había sido rescatado de una finca de Tarragona afectada por unas obras de infraestructura. Allí su función era ofrecer aceitunas. En Viladecans, como su uso será ornamental, casi como un si fuera un monumento, ya no será jamás podado de nuevo y podrá crecer según le dicte el viento. Hasta aquí, por lo tanto, nada fuera de lugar.

Los restos de la placa, arrancada probablemente con ayuda de alguna herramienta, pero sin que ni siquiera así pueda ser retirada intacta.

Los restos de la placa, arrancada probablemente con ayuda de alguna herramienta, pero sin que ni siquiera así pueda ser retirada intacta. / Manu Mitru

La cuestión es que junto al árbol se colocó un atril de hierro para sostener una placa explicativa. El texto hace mención a quienes ya no están, trata de reconfortar a sus familiares y, qué menos, da las gracias a todos los que han combatido la enfermedad desde que se declaró la pandemia. Como despedida de ese texto inicial, en la placa están grabadas las tres últimas estrofas de ‘L’olivera mallorquina’, un poema de Josep Lluís Pons i Gallarza, escritor que, aunque nacido en Barcelona en 1823, dejó como legado literario una extensa descripción romántica de los paisajes mallorquines. “Jo moriré i encara espolsarà el mestral ta oliva negra, res será del que és ara, tu sobre el blau penyal romandràs viva”, canta el último verso.

La primera placa fue arrancada incluso antes de que a mediados de septiembre se pudiera celebrar el acto inaugural, con familiares de las víctimas como principales protagonistas. Se colocó una nueva para salvar ese contratiempo. También esa desapareció. Y otra más esta misma semana.

Aunque suene raro, hay que descartar que se trate de un coleccionista de lo  insólito. Como dice el teniente de alcalde, la placa no ha sido retirada de su lugar, sino literalmente arrancada y, con ello, rota en pedazos. No consta que se haya intentado vender, que también sería raro, además de una imprudencia. Y, pese a todo ello, los restos de la placa no han sido encontrados en las inmediaciones del parque ni tampoco casualmente en los contenedores de basura cercanos. Se ha huido, aunque sea a pedazos, con ella bajo el brazo o dentro de en una mochila. Que todo esto sea obra de un negacionista del covid ya no debería extrañar a estas alturas de las pandemia.  Se ha llegado a sostener que con la vacuna los gobierno inoculan en la sangre un chip para controlar a la población. A veces, los terraplanistas parecen más sensatos que los antivacunas. Como mínimo no hacen daño a nadie.

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