Debate sobre la limpieza en Barcelona

Sarrià y la postal diaria de bolsas de basura por las calles

El barrio lleva más de tres años con el puerta a puerta pero el sistema todavía deja porquería en las aceras

Los vecinos se quejan de la aparición de ratas pero admiten que los vecinos tampoco están mucho por la labor

Plan para mejorar la limpieza de Barcelona: Sarrià

Bolsas de basura en la calle Major de Sarrià / Ferran Nadeu

Carlos Márquez Daniel

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La de Sant Vicenç es, con permiso de Sant Gaietà, la plaza más bonita del casco antiguo de Sarrià. adoquinada y con una ligera pendiente, destila mucho de aquel pueblo que en 1921 fue engullido por la gran ciudad. De eso hace ahora 100 años, y aquí todavía queda gente, no tanta como en Vallvidrera, que dice eso de "bajar a Barcelona". Son los mismos que a la avenida de Sarrià la llaman carretera de Sarrià, esos que no dan un paso por el barrio sin saludar a los vecinos y a los poquísimos comerciantes de toda la vida que sobreviven en la calle Major. La mercería, la cortinería, la pastelería, el electricista y poco más. Amén de bares de siempre, como el Tomás y el Monterey. Sarrià, por ser un núcleo tan cerrado y semipeatonal y quizás también por su gente de orden, fue el barrio que en 2018 estrenó la recogida de basuras puerta a puerta, destinada a desterrar los contenedores para cumplir con los requisitos de reciclaje que marca Europa. Esa es, dos años después, la principal queja: la presencia de bolsas de basura por las calles. A diario y a todas horas. El consistorio ha incluido Sant Vicenç en su lista de lugares a intervenir en el plan de choque presentado el lunes para combatir el incremento de la suciedad. Con la pandemia se ha convertido en un lugar muy concurrido, sobre todo al caer el sol.

Carita enfadada en una bolsa de basura depositada en un alcorque de Major de Sarrià

Carita enfadada en una bolsa de basura depositada en un alcorque de Major de Sarrià / Ferran Nadeu

Un largo paseo por el núcleo antiguo no genera sensación de estar nadando entre porquería. Pero si uno se fija, y es algo que no solemos hacer, salen cosas. Como las esquinas de macetas metálicas medio podridas por la orina de los perros, alcorques sin árbol, cacas de mascota, algunas de ellas con el arrastre de alguien con muy mal día; colillas de cigarro; cristales rotos efecto de los botellones del fin de semana, y sí, bolsas de basura que no se han recogido porque se han sacado el día equivocado. Se les coloca una pegatina de una cara enfadada y el mensaje "¡ahora no!". Como al niño al que se le pone un 'gomet' rojo.

Sin identificar

Y ahí suelen quedar, a modo de penitencia durante 24 o 48 horas, hasta que los operarios municipales se la llevan. Si se busca sonrojar al autor, no se consigue, porque aquí, a diferencia de Sant Andreu, no hay código que identifique al cochino. "Yo creo que la cosa empeoró mucho por culpa del puerta a puerta. Sales de casa cada día y lo primero que ves es una bolsa de basura", lamenta una vecina de Pedró de la Creu que admite que muchos días se van fuera del perímetro del barrio para tirar sus residuos en un contenedor de Via Augusta, donde, ciertamente, es fácil encontrar, amontonados, residuos sacados de estraperlo de la 'zona cero', como si fuera tabaco de Andorra. Otra residente considera que el sistema de recogida es "sencillo", pero comparte que hay días en los que la calle se ve más sucia, "seguramente porque alguien se ha equivocado". Todo ello está teniendo una consecuencia poco deseada: la aparición de ratas. "Quizás sea ingenua, pero creo que nuestro barrio, sobre todo si lo comparas con otras zonas, está muy limpio, aunque los parques podrían estar mejor".

Cartel contra los que dejan las cacas de perro por los suelos, en Sarrià

Cartel contra los que dejan las cacas de perro por los suelos, en Sarrià / Ferran Nadeu

Mariona, vecina de Mare de Déu de Núria, es de las que viene calentita con el tema. Habla de "festival de las ratas y de la porquería". "Parece que vivamos en una huelga constante del personal de limpieza con tanta bolsa por las calles. No somos alemanes: no somos limpios, ordenados ni obedientes" sentencia. "El sistema no termina de funcionar", añade otra mujer del barrio. "Tengo la sensación de que al principio había menos bolsas, que vamos a peor porque el puerta a puerta no es fácil. Y sobre el barrio, al pasear con el perro, te das cuenta de que todas las zonas ajardinadas y parterres están llenos de papeles, botellas, cosas rotas".

No estamos preparados

Alba, una 'sarrianenca' con experiencia en gestión de residuos, señala que el puerta a puerta es un sistema que funciona con éxito en pueblos, y que en ciudades grandes es complicado, aunque comparte que falta concienciación y compromiso por parte de los implicados. "Europa está a años luz de nosotros, pero también es cierto que aquí las casas no están preparadas a nivel de espacio". Termina pidiendo "alguna recompensa fiscal a los que reciclen", algo que el consistorio tiene previsto impulsar en el futuro. Sobre la limpieza, por cierto, el consistorio argumenta que en Sarrià, con el puerta a puerta, hay más uso del agua para baldear calles.

Maite lanza vinagre al suelo para evitar que los perros hagan pis en sus plantas

Maite lanza vinagre al suelo para evitar que los perros hagan pis en sus plantas / Ferran Nadeu

Por encima del mercado de Sarrià trabaja Maite en un centro que está entre el refuerzo escolar y la psicopedagogía. Como Sant Vicenç, la calle está empedrada. Lleva aquí dos años y tuvo problemas desde el primer día. Llegó incluso a dejar cartelitos junto a las cacas de perro y en más de una ocasión le llamó la atención a algún vecino, sin llegar a mayores y con el sospechoso recogiendo la boñiga. De las meadas caninas prefiere no hablar porque no entiende cómo la gente no va con una botella de agua para vaciarla sobre la orina (hay municipios, como Mataró, en los que es obligatorio), como hace ella con su mascota cuando la saca a pasear cerca de su barrio, en Badalona. Para evitarlas, echa vinagre en el perímetro de su portal. Del pipí humano sí tiene una opinión más formada, puesto que es muy habitual que los alumnos que vienen a su centro se quejen del mal olor en los alrededores. La pandemia y los botellones no han ayudado en absoluto, dice. Hace unas semanas vieron también una rata "tan pancha" paseando por la calle.

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