Celebración y covid
La Festa del Foc, el ‘correfoc’ estático de esta Mercè
El paseo de Gràcia acoge la actuación de 30 grupos de Diables en un escenario vallado y las ‘colles’ repartidas por tramos
El paseo de Gràcia ha acogido la noche de este viernes la Festa del Foc, acto que ha sustituido a una de las perlas de la Mercè, inviable en esta edición por las restricciones sanitarias: el 'correfoc'. Sin la posibilidad de mantener el formato habitual, un recorrido, el espectáculo se ha planteado de forma estática. El público se ha situado en los límites de la calzada central para asistir desde su tramo, sin moverse de allí, a la fiesta del fuego.
30 colles de 'diables' han participado en la actuación. Estaban repartidas entre Diputació y Roselló de forma intercalada en el lado Besós de las calles transversales a paseo de Gràcia: los grupos estaban concentrados en la calle de Consell de Cent, en la de València y en la de Provença. Y desde allí han salido para actuar: ellos, a diferencia del público, sí podían desplazarse.
Han actuado niños y adultos y la organización explicaba que este año, ante la necesidad de aplazar el ‘correfoc’ hasta que la pandemia lo permita -es de esperar que sea viable dentro de un año-, se ha pedido a las collas que innovasen e introdujeran cambios.
Los tramos de la calle
Los grupos que actuaban en los distintos tramos de paseo de Gràcia han hecho un espectáculo similar, para que los barceloneses, que se han acercado en un número considerable a la Festa del Foc, vieran lo mismo estuvieran situados en una u otra parte de la calle. Tambores, tocados por niños (con cascos para no dañarse el oído) y adultos atronaban en la calle casi tanto como los petardos. Y pese a la limitación, el fuego, como suele, ha triunfado en la Mercè.
En los márgenes del paseo de Gràcia los asistentes se retiraban unos metros cuando los 'diables' se acercaban, salpicando de chispas. Entre los demonios, los tambores y los dragones que escupían fuego y humo, casi se puede afirmar que ha habido algo de ‘correfoc’.
Esta celebración nació de forma más o menos espontánea en 1978, cuando activistas culturales y miembros del grupo Els Comediants se propusieron hacer un espectáculo vinculado con el fuego. Cuando se procedió a un baile de ‘diables’, el público se unió a la actuación y ya nunca, hasta la pandemia, dejó de mezclarse con dragones, diablos y fuego.
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