Fiesta Mayor

Pregones de Barcelona: De la redención de cautivos a una banca nacional

Un grupo de investigadores de la UOC estudian cómo ha cambiado la interpretación del mito de la Mercè en los discursos desde 1975

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Natàlia Farré

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No hay Mercè sin pregón. O mejor, no hay duda de que es el discurso pronunciado desde el Saló de Cent lo que da inicio a la fiesta mayor de Barcelona. Pero esto no siempre ha sido así. Hasta la década de los 50, el pregón no se institucionalizó como acto central de la celebración y fue entonces cuando dejó de ser un mero llamamiento a la fiesta para convertirse en un discurso con intención. Pero, ¿qué dicen los pregones? De entrada, hablan mucho de la sociedad a la que van dirigidos y de la evolución de esta. Y de salida, disertan sobre todo: de diversidad, de tradiciones, de urbanismo, de sanidad... Más de 100 temas recurrentes son los que han encontrado los investigadores –antropólogos y sociólogos- del proyecto Festpace de la UOC, una iniciativa europea liderada por la University of West Schotland que indaga sobre qué ocurre en el espacio público cuando este acoge diferentes acontecimientos.

El primer estudio dado a conocer lo han centrado, cómo no, en el mito de la Mercè, en cómo este ha ido cambiando de significado, en los pregones, entre 1975 y 2020, el periodo analizado. Aunque no todos los que han subido al púlpito del Saló de Cent han tocado el tema, lo han hecho 20 de 46. Y de forma más intensa se ha abordado en las alocuciones de finales del franquismo y de principios de democracia. Ahí van unos datos: hasta 1988 todos los discursos dedicaron un buen espacio a la patrona de la ciudad, a excepción del de 1984 a cargo de Martí de Riquer (un pregón muy académico) y de 1976, año en que se sustituyó por una conferencia dedicada a la figura de Jaume I. En cambio, desde 1988 hasta la actualidad solo ocho de los pregoneros han hecho referencia a la Mercè y en todos los casos sin ninguna conexión a los orígenes mitológico-divinos de la fiesta. “Esta progresiva pérdida de vigencia está seguramente relacionada con el asentamiento de la democracia y con la eclosión de lecturas del mito en clave cívica”, defiende Xavier Villanueva, uno de los investigadores.

Católica y mariana

Lo primero es explicar el mito. Para ello vale el pregón de 2011 con la firma de Joaquim Maria Puyal destacando cuatro momentos clave: el descenso de la Virgen y la fundación de la Orden de la Mercè en 1218 con el objetivo de “negociar la liberación de cautivos en las guerras con el Al-Andalus”; la plaga de langostas que sufrió Barcelona en 1687 y la consecuente petición de ayuda a la Mercè; su proclamación, en 1868, como patrona de la ciudad, y la declaración, en 1871, por el alcalde Rius i Taulet, de la Mercè como fiesta mayor. Y lo segundo es evidenciar cómo se ha pasado de una interpretación exclusivamente religiosa a poner el énfasis en los valores cívicos del mito. Así, en 1975 Joaquim Buixó Dulce de Abaigar, Marqués de Castell-Florite, se despachó a gusto con una visión “muy etnocéntrica, muy católica, muy española” de la Mercè, sostiene Villanueva. Dedicó el 90% del texto a hablar del tema dibujando una Barcelona que, a su juicio, seguía “siendo católica y mariana, a pesar de todos los vendavales”.

Amnistía y museos

A partir de aquí la cosa empieza a cambiar, y la Mercé se menta para relacionarla con tensiones  sociales, políticas y urbanísticas, pero no religiosas. Así Josep Benet, en 1977, conecta la redención de los cautivos mercedarios con las peticiones de amnistía: “¿Cómo podríamos olvidar en estos días de fiesta los cautivos de hoy?” “¿Cómo podríamos celebrar las fiestas de la Mercè si no alzáramos una vez más nuestra voz a favor de esta amnistía total?”. Y al año siguiente, Josep Lluís Sert le pide a la Virgen que libere a Barcelona de su cautividad en relación al urbanismo. Algo parecido hace Oriol Bohigas, en 1994, al reclamarle mejoras para Barcelona: “Pedimos a la patrona […] que nos asegure que el próximo año inauguraremos el Museu d’Art Contemporani en el Raval y las principales salas del Museu Nacional d’Art de Catalunya en Montjuïc”.

También hay espacio para interpretar el mito con clave económica, como en su momento hicieron Maria Aurèlia Capmany, en 1982, y Eduardo Mendoza, en 1987. La primera comparando la fundación de la Orden de la Mercè con una especie de banca nacional:  “La realeza y la Iglesia entendieron muy bien que aquel tráfico de dinero y hombres no podía dejarse en manos de particulares, es decir, se optó por nacionalizar la banca y de la operación nació la Orden de la Mercè”. Y el escritor asimilándola a una compañía de seguros en caso de secuestro. Son los pregones de la Mercè, es la fiesta de Barcelona. 

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