La celebración de la Mercè

“¡Que llore Colau!” | Vídeo

Grupos de independentistas, de cubanos contrarios al Gobierno de La Habana y de activistas antidesahucios protestan con intensidad variable durante el pregón de la fiesta de la ciudad

Protestas en el carrer Ciutat contra Colau

Protesta contra Colau en la calle de la Ciutat, este jueves. /

Toni Sust

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No eran muchos, unos cientos en total. Pero la energía con la que algunos de los concentrados cerca del Ayuntamiento de Barcelona este jueves protestaban contra la alcaldesa, Ada Colau, les permitiría llegar a Marte si se pudiera convertir en combustible. Los que acudían a silbarla se han topado con todos los accesos cerrados a la plaza de Sant Jaume. Una señora exclamaba: “¿No se puede pasar? Qué cara más dura. Yo vengo a pitarla”.

El argumento del ayuntamiento para cerrar la plaza es la indicación del Procicat, es decir la Generalitat, de que hay que evitar aglomeraciones, siguiendo esas normas sanitarias que rigen nuestras vidas desde hace un año y medio. Como en la plaza solo podía haber 600 sillas, y como no estaba previsto que las masas pudieran acudir a ver el pregón, ya que los de las sillas tenían entrada pedida previamente para asistir el Toc d’inici, el comienzo formal de la celebración en Barcelona, no se instaló pantalla gigante y no se podía seguir desde Sant Jaume el pregón de Custodia Moreno.

Decibelios

Lo que se escuchaba en la plaza, por la parte cercana a la calle de Ciutat, eran pitidos y bocinas que dejaban maltrecho el oído de los presentes. Y gritos de “¡Colau dimisión” y “¡Fuera Colau!”. Que la protesta no llegaría a Sant Jaume se sabía, y en Twitter había algún echado para adelante que proponía una concentración en la plaza de Sant Just con el fin de intentar llegar a Sant Jaume como fuera. La presencia policial y la falta de efectivos de los detractores de Colau han descartado cualquier choque. El llamamiento en redes sociales para acudir a abuchear a la regidora –en algunos mensajes con el hashtag #XiulAda- ha tenido frutos moderados. Pero las bocinas y los pitos de la calle de Ciutat se han dejado sentir durante por lo menos varias horas.

En la plaza dels Àngels, agentes de la Guardia Urbana y vehículos de los Mossos cerraban el acceso al tráfico por Jaume I. Por Llibreteria, no se podía pasar ni a pie de la calle de Dagueria. También a la altura de Dagueria estaba cerrada al público Jaume I, y ahí, al lado de las vallas policiales la indignación se desataba.

Un grupo presidido por una bandera estelada debatía sobre la situación. Alguien explicaba que las entradas para acceder a las sillas se podían pedir antes. Un desconfiado precisaba: “Todo es mentira. Esto es una merienda de negros”. Una mujer se cabreaba sola: “La progresista no quiere que la silben. Está destrozando Barcelona”. A su lado, otra aludía a su pasado en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca: “Que descansados se quedaron en la PAH cuando se marchó. Que se vaya a España a ser ministra”. Una vecina del Eixample advertía sobre la alcaldesa: “Es una impostora. Ha engañado a mucha gente. A mí no, pero a mi hermana, sí”.

Anticastristas

Este colectivo, que se ha desplazado desde Jaume I a la calle de la Ciutat, estaba aparentemente integrado por independentistas aunque algunos sencillamente estaban en contra de Colau. Un segundo grupo de protesta lo formaban, en el acceso de la plaza de Sant Miquel a la de Sant Jaume, cubanos que criticaban que La Habana sea ciudad invitada a la Mercè y que el ayuntamiento haya contratado a algunos artistas que Idalmis Menéndez, una de las cubanas de la protesta, calificaba de “seguidores del régimen”.

El tercer grupo, el más moderado, era de activistas antidesahucios de varios grupos que repartían folletos en los que se defendían los derechos de los colectivos más vulnerables. Es la protesta a la que, probablemente, hubiera ido Colau de no ser alcaldesa. El folleto indica que ahora no sería tan bien recibida: “Por más que quienes están en el ayuntamiento hablen de actuar en Común, lejos de beneficiarnos a todas, tratan de fragmentarnos y debilitar las luchas diciendo ‘Ya lo hacemos nosotros’“. A eso de las 20.30 los pitidos habían remitido un tanto. Los independentistas de la calle de la Ciutat recordaban las lágrimas de la alcaldesa cuando fue abucheada en el pregón de Gràcia y gritaban: “¡Que llore Colau!”.