Violencia vicaria

El padre que mató a su hijo en un hotel de Barcelona se suicidó la misma noche en El Prat

El olor del cuerpo en descomposición alertó a una unidad acuática de los Mossos en la zona boscosa y de difícil acceso donde fue hallado el cadáver

Martín Ezequiel Álvarez Giaccio se ahorcó con su cinturón y la policía confirma que no había planificado la huida tras el crimen

Encuentran el cadáver de Martín Ezequiel Álvarez, padre del niño asesinado.

Encuentran el cadáver de Martín Ezequiel Álvarez, padre del niño asesinado. / JORDI OTIX

José Carlos Sorribes

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Sobre las 13.15 horas de este miércoles un leve olor a putrefacción alertó a los agentes de la unidad acuática de los Mossos d'Esquadra. Se movían por un escondido canal del Llobregat, muy próximo al aeropuerto de El Prat, en una zona boscosa de acceso prácticamente imposible. La pista fue la definitiva para hallar al hombre que mató a su hijo de 2 años el pasado 24 de agosto en el Hotel Concordia del Paral·lel. Las huellas dactilares han acabado de confirmar esta mañana lo que la jueza de instrucción reveló la noche anterior. Era el cuerpo en descomposición de Martín Ezequiel Álvarez Giaccio.

Hacia esa zona boscosa, de humedad alta y calor considerable, se dirigió después de salir de la T-1. Allí llegó en taxi, lo que llevó a la hipótesis inicial de que quería abandonar el país tras matar al menor, y esas imágenes en el exterior (captadas por las cámaras de la terminal) fueron las últimas que se tienen del asesino. La reconstrucción que ha hecho esta tarde el inspector Josep Naharro, jefe de la División de Investigación Criminal de Barcelona, detalla que saltó vallas y apartó setos en su camino hacia el árbol en el que se ahorcó con su cinturón. "Cabe pensar que tenía la intención de que no se le viera, ni se le encontrara, lo que dificultó la búsqueda", ha dicho Naharro.

La difusión de la foto

El responsable policial ha explicado que el dispositivo ya se había transitado por esa zona a pie y con la ayuda de un dron, sin resultados positivos. "Solo se podía llegar a través del canal", ha reiterado, pese a que Martín Ezequiel Álvarez sí lo hizo a pie desde la terminal. Con el paso de los días, la idea de que el implicado se había suicidado iba ganando peso y el olor, según ha revelado Naharro, era un elemento a considerar, un indicativo tres semanas después del suceso.

La dimensión del caso llevó a los Mossos a una práctica poco habitual como fue difundir la foto del sospechoso en busca de la colaboración ciudadana. "Se hizo en connivencia con la juez y no se descarta volver a hacerlo en nuevas investigaciones", ha afirmado Joan Carles Molinero, comisario portavoz de los Mossos. Esa colaboración se concretó en más de un centenar de llamadas de personas acerca de la posibilidad de que hubieran visto al sospechoso. Hubo, por ejemplo, una referida a un autostopista, a quien siguió la policía hasta Figueres para comprobar que era un turista neerlandés de regreso a su país. O sospechas de payeses a quienes les robaban la fruta o simplemente de personas vistas durmiendo en el bosque.

"Por tierra, mar, aire y agua", ha detallado el inspector Naharro en un dispositivo permanente desde que el pequeño Leo fue asesinado por su padre en la habitación de un hotel. Pocas horas después ese hombre, en proceso de separación de la madre del niño, se quitó la vida colgándose de un árbol. Ni había planificado la huida, ni se había puesto en contacto con familiares ni amigos, ni llevaba dinero, ni pasaporte, ni un billete de avión, ni dejó ninguna nota explicando lo inexplicable.