Polo de creatividad

El arte vuelve al Canòdrom

El edificio de Bonet Castellana de la Meridiana tenía que ser centro de arte contemporáneo de Barcelona, pero solo sumó una exposición; ahora vuelve a acoger una muestra de la mano de Ars Electronica, el festival más importante del mundo de creación digital

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A1-124391928.jpg / Sergi Conesa

Natàlia Farré

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Arte ocupando el Canòdrom. No es su aspecto habitual aunque podría haberlo sido. En su momento, hace ya más de una década, aspiraba a ser el gran centro de arte contemporáneo de Barcelona. Llegó a tener director. E incluso celebró una exposición de preinauguración, en 2010. Pero todo fue efímero. El ambicioso proyecto acabó protagonizando uno de los grandes culebrones culturales de esta ciudad hasta que el desinterés de sus impulsores, ayuntamiento y Generalitat, terminó por matarlo en 2012. Hubo tiempo, eso sí, de restaurar el edificio, una de las grandes obras de arte moderno que luce Barcelona. Una joya del racionalismo con la firma del arquitecto Antonio Bonet Castellana (Barcelona, 1913-1989). Uno de los grandes, aunque quizá no uno de los más populares, y ahora en boca de muchos porque suyo es, también, el diseño de la Casa Gomis (La Ricarda), máximo exponente del racionalismo catalán. 

Bonet Castellana levantó el Canòdrom de la Meridiana, premio FAD de arquitectura en 1963, junto a Josep Puig Torné  (Sarral, 1929- Barcelona, 2020), según el encargo recibido: un edificio moderno, ligero, funcional y desmontable (por si había que trasladarlo) para albergar carreras de galgos. Pasatiempo tan popular entonces como denostado ahora. Fue el último de su categoría en cerrar en España, en 2006, pero el edificio conservó y conserva el nombre. Y donde antes corrían galgos y después se proyectó un ambicioso, a la par que efímero, centro de arte, ahora hay una  incubadora de proyectos creativos y, temporalmente, hasta este domingo, una de las sedes del Ars Electronica, el festival más importante del mundo “dedicado a las interconexiones entre arte, tecnología y sociedad” (así lo definen sus impulsores). Veamos, el centro neurálgico del evento está en Linz (Austria) pero diferentes ciudades europeas, entre ellas Barcelona, acogen parte de las exposiciones. De ahí la vuelta del arte al Canòdrom. 

'Ego-Spanglish', una de las obras históricas del artista Antoni Abad presentes en la exposición del festival Ars Electronica.

'Ego-Spanglish', una de las obras históricas del artista Antoni Abad presentes en la exposición del festival Ars Electronica. / SERGI CONESA

Ingeniería y creatividad

Es el segundo año que el festival visita Barcelona -en 2020 se realizó en el Ars Santa Mònica, ahora con nuevo director y en reinvención por enésima vez-, algo que a los entendidos en el tema les parece lógico ya que por lo visto aquí “se concentra una de las mayores densidades de conocimiento científico-técnico” y la ciudad es “un polo de creatividad con uno de los clúster digitales más destacados de Europa”, también según los anfitriones del Ars Electronica. El tema es complejo porque las obras de arte que se exponen también lo son. Aúnan ingeniería y creatividad, y utilizan entornos como la inteligencia artificial y la realidad virtual. 

Además, muchas de las piezas son solo una parte de proyectos mucho más ambiciosos aún en producción. Ahí va un ejemplo. Solimán López indaga en “cómo incluir lo digital en lo biológico a través de la síntesis del ADN”, sostiene. Para ello trabaja con biotecnología y criptomonedas, y el resultado, para explicarlo de forma sencilla, es un aceite de oliva que en su ADN contiene código de una divisa virtual creada exprofeso para la obra. Pero su plasmación artística no tiene una sola forma sino muchas. En Barcelona, toma aspecto de escultura:  un bidón de aceite con un holograma de la criptomoneda en su interior; pero en la próxima Bienal de Karachi (Pakistán) apostará por una instalación: un sistema de riego que soltará aceite cada vez que se haga una transacción con la criptomoneda. Apuntar que la pieza de Barcelona no luce en el Canòdrom sino en el Espronceda Institute of Art & Culture, que es también sede del Ars Electronica junto con el edificio de Bonet Castellana y visiona, además, las películas de realidad virtual presentadas en la actual Mostra de Venecia. 

Hay más piezas y más entornos. No es fácil, pero es el futuro. Y como todo arte, además de lado conceptual luce lado estético. Y sin con esto no basta, siempre queda admirar la arquitectura de Bonet Castellana.