Dos denunciados

Fiesta sin control en Gràcia: la policía desaloja a 1.300 personas tras el toque de queda

Fiesta sin control en Gràcia: la policía desaloja a 1.300 personas tras el toque de queda

Este jueves la Guardia Urbana de Barcelona y los Mossos d’Esquadra han tenido que intervenir para dispersar las ruidosas aglomeraciones registradas tras el toque de queda. /

Noèlia Villar

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Los disturbios de esta madrugada ponen fin a la paz en las fiestas de Gràcia de este año; y está por ver qué pasará a partir de este viernes cuando a medianoche el toque de queda deje de regir en Barcelona ya que el covid en la ciudad tiene una incidencia menor de 250 casos por 100.000 habitantes. El ayuntamiento ya ha anunciado refuerzo policial entre las 2 y las 6 de la madrugada con el mismo dispositivo policial que se aplicó en el mes de julio, con unos 650 agentes el fin de semana y 1.000 entre semana. Gràcia, Sants (que empiezan la fiesta mayor la próxima semana) y la zona de las playas serán los puntos prioritarios. 

De momento, este jueves la Guardia Urbana de Barcelona y los Mossos d'Esquadra han tenido que intervenir en Gràcia para dispersar las ruidosas aglomeraciones registradas tras el toque de queda (una de la madrugada) en varios escenarios de los festejos. Durante la actuación policial, se han desalojado unas 1.300 personas. Y aunque no constan detenidos, sí se ha procedido a la identificación de dos jóvenes que iniciaron disturbios lanzando botellas contra la línea policial y que han sido denunciados, según fuentes de la policía autonómica, por desobediencia y por infringir la normativa contra la pandemia.

El epicentro de los tumultos ha sido la zona situada entre la plaza del Raspall y la plaza de John Lennon, donde se concentraban cientos de personas. "La gente va con los altavoces y la música del móvil a toda pastilla", asegura Cristina vecina de la plaza dedicada al ex Beatle. Afirma, también, que pasada la medianoche los bares de la zona seguían a tope, con lo que es imposible despejar la zona en el tiempo previsto. Tras vencer el toque de queda "se escuchaban claramente los gritos de la gente diciendo que no se movían", sostiene. De hecho, la noche ha transcurrido con normalidad, con música, bebida y muy pocas mascarillas, hasta que al acercarse la hora límite de cierre han hecho acto de presencia las brigadas municipales de limpieza, uno de los sistemas utilizados por el ayuntamiento para garantizar la dispersión de las aglomeraciones de madrugada durante las fiestas.

La iniciativa no ha surgido el efecto deseado porque el festejo ha seguido, aún con menos control. Cánticos, más alcohol, menos mascarillas y nulas medidas anticovid. Y las quejas de los vecinos del barrio. Marta Farré asegura que “el toque de queda no se está respetando” y denuncia gamberradas: "Nos han roto la cerradura de la puerta" y "hasta se orinan en las entradas". Farré explica, también, el caso de una vecina que esta madrugada no se ha atrevido a  salir de casa para quejarse porque había un grupo de jóvenes subidos a un árbol.  Con todo, casi una hora después del inicio del toque de queda, han hecho acto de presencia efectivos de la Guardia Urbana de Barcelona y de los Mossos d'Esquadra, equipados con material antidisturbios, que han procedido a iniciar el desalojo. 

Tensión, empujones y carreras en varias calles del barrio. La intervención policial se ha saldado con los dos jóvenes identificados y denunciados, y la situación completamente normalizada a las 3.00 de la madrugada. Aunque hay quien afirma que la cosa se ha alargado más, como Teresa Alfárez, que asegura que esta madrugada “a las 04.00 horas  todavía se escuchaba fiesta en la calle”. Alfárez  puntualiza que “aunque se procura tener muy en cuenta los aforos de los conciertos y las calles, la gente se acumula por otros sitios. No tiene sentido". De la misma opinión es Carles, otro residente en el barrio, que enfatiza el respeto por las normas en las fiestas programadas y el nulo respeto a las mismas que hay en las plazas con los botellones. Sobre el toque de queda no tiene dudas: “Es absurdo que haya esta limitación cuando después hay mucha permisividad para que todo parezca que está normal y se puede hacer lo de siempre. Hay más ganas de fiesta y se junta con la contradicción de las restricciones".  

Lo que este año ocurre en Gràcia es lo mismo de siempre pero en horario avanzado y con pandemia. Si antes los más rezagados había que echarlos a altas horas de la madrugada, durante la vigencia del toque de queda el problema se ha presentado a la una, momento de final de fiesta por imperativo del covid-19 y el Procicat. El resto es lo mismo: pocas ganas de poner fin a la jarana, jóvenes que no se retiran y que abandonan las calles engalanadas para ocupar las plazas del barrio y vecinos molestos por el ruido.   "Estamos deseando que se acaben las fiestas", concluye Farré.

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