Barceloneando

Sardinas con Jesús de Polanco, jamones con Enrique Tomàs

El recuerdo barcelonés del editor Polanco es un bocadillo de sardinas en Sant Andreu. La memoria gustativa se prepara para los que anuncia el jamonero Tomàs en paseo de Gràcia.

Polanco, Franco y Cebrián, en el estreno de la rotativa en la Zona Franca

Polanco, Franco y Cebrián, en el estreno de la rotativa en la Zona Franca

Joan Vehils

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El periodista Juan Cruz vino el lunes a Barcelona para hablar de su libro ‘Ciudadano Polanco’ (Penguin Radon House) y resulta que el gran protagonista de la presentación no fue ni Cruz ni Polanco. La estrella, ausente fue Antonio Franco, fundador y director de este diario durante más de 20 años. A Cruz lo acompañaban Màrius Carol y Lluís Bassets, que, como buenos discípulos de Franco, no dejaron de citarle y elogiar.

Explicó Carol que cada vez que Polanco venía a Barcelona visitaba la redacción del 'El País' en la Zona Franca y, luego, cenaba con Franco. Pues en una de esas noches, tras cerrar la edición, el director le propuso una serie de restaurantes que previamente le había aconsejado el propio Màrius. Sin embargo, el editor prefería ir a un bar de Sant Andreu... Así que, ante la sorpresa de Franco, se subieron al coche, por aquel entonces todos los directores de diario tenían chófer, y fueron en busca de un desconocido bar. Lo encontraron y allí cenaron esos bocatas que Polanco había descubierto en su etapa de vendedor de libros. Mucho antes, claro, de fundar el 'imperio Prisa'. Un detalle que demuestra que don Jesús nunca olvidó sus orígenes. “Fue bestial, me comenta Franco por teléfono, y es que Polanco era un hombre serio, fiel a sus principios, un fenómeno. Eso de don Jesús del gran poder no es verdad”. Y Antonio se suelta: “Mira, cuando atentaron contra Hipercor, Cebrián estaba de vacaciones y yo ejercía de director de todo 'El País'. Esa noche las presiones de El Corte Inglés para desvincular su nombre del de Hipercor fueron muy fuertes así que decidí escribir personalmente la crónica. Antes llamé a Polanco y me dijo que hiciera lo que considerara. Pues a las ocho de la mañana ya me estaba felicitando. Gracias, pero tendrás un problema con ellos, le dije yo, y me contestó que ese ya no era mi problema”.

Metidos en materia le pregunto cómo un director puede sobrevivir a Aznar, Pujol y Núñez al mismo tiempo. “Siempre he ido de cara y he tenido la suerte de saber elegir a los patrones”, comenta con su ironía habitual. Por cierto, respecto a Núñez, que no era de su agrado, explica que una vez tuvo que parar un motín entre diversos periodistas para cargárselo. “Pues sí, aborté una revuelta porque no creo que esa sea labor de los periodistas”. En fin, que Juan Cruz narra de forma magistral y detallada la vida de Polanco, pero pienso, sinceramente, que Antonio Franco también nos debe un libro sobre su extensa y fructífera carrera periodística. “Díselo, díselo”, me exige su amigo, Emilio Pérez de Rozas. Pues queda dicho. Como queda recogida la leyenda de que a Franco le encantan los bocatas de berberechos.

Más que un tendero

Y si Antonio Franco sigue amando su profesión, no conozco a otra persona que sienta la suya como el empresario Enrique Tomás. Empezó en una parada del mercado de la Salut en Badalona y ahora vende jamón a más de 10 países, tiene abiertas más de cien tiendas y da trabajo a 500 personas. La próxima en inaugurarse, antes de Navidad, estará en pleno paseo de Gràcia. En este caso será un nuevo concepto denominado ‘Foodies’ y allí se venderá jamón, aceite y donde los grandes chefs de este país tendrán un espacio para vender sus productos locales.

El jamonero Enrique Tomàs

El jamonero Enrique Tomàs / El Periódico

Así lo explicó en una videoconferencia con la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC). Y es que Enrique Tomás, a sus 54 años, sigue siendo un emprendedor imparable. Ha superado la crisis a base de trabajo y sigue innovando. Ahora ha contratado al psicólogo Rafael Santandreu para subir el nivel de felicidad de sus trabajadores y ya prepara, en el centro de Badalona, un espacio de reflexión para que diversos expertos hablen sobre el equilibrio social de la sociedad. Digo que no para porque este jueves lo viví con él. Conferencia, reunión, comida, reunión… Me enseña su agenda y está repleta, pero se siente un afortunado. Me recomienda el libro ‘El arte de no amargarse la vida’ de Santandreu, mientras explica que acabó la EGB y poco más o que el ministro Alberto Garzón tendría que haberse callado la boca en la polémica de la carne y el chuletón. En fin, que, si todo el mundo le pusiera en lo suyo la pasión y el entusiasmo de Enrique Tomás, seguro que iríamos mejor.

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