Entre el Punjab y Catalunya

La doble vida de Manu Kaur

Manu Kaur, joven de familia india singh que vive en Badalona, rezando en el templo singh en Badalona.

Manu Kaur, joven de familia india singh que vive en Badalona, rezando en el templo singh en Badalona. / JORDI COTRINA

Texto: Gemma Tramullas Imagen: Jordi Cotrina

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En la provincia de Barcelona viven cerca de 10.000 mujeres y hombres sijs procedentes del Punjab indio. Entre las cuatro paredes de su casa de Badalona, Manu Kaur es cien por cien punjabí, pero cuando sale a la calle es una joven europea más. Esta enérgica mujer acaba de autopublicarse 'Los mundos de Kaur', una novela testimonial sobre la experiencia migratoria de dos mujeres de distintas generaciones. Inspirada en sus propias vivencias y en las de su madre, su lectura es una inmersión en la construcción de la identidad de las mujeres sij.

EL PERIÓDICO ha compartido con ella varios escenarios de su vida: el templo de la comunidad sij situado en un polígono industrial de Sant Adrià de Besòs, la casa del barrio de Sant Crist en la que vive con su madre, y un paseo con sus amigas de la infancia. En el vídeo, la propia Manu lee fragmentos de su primer libro.

Las dos caras de Manu Kaur

Escenas de la vida de una joven de Badalona con raíces en el Punjab. /

"Todo lo que sea ayudar a la gente, me gusta"

Al volante, vestida con un colorido salwar kameez, el vestido tradicional de las mujeres sij.

Al volante, vestida con un colorido salwar kameez, el vestido tradicional de las mujeres sij. / JORDI COTRINA

El ritmo pegadizo del pop punjabí retumba en el coche. La letra cuenta la historia de una joven a la que su madre le pide que se porte bien ante un pretendiente. A lo que ella contesta: ‘No me importa (I don’t care) / Respeto lo que digan mi madre y mi padre, / pero lo que digan los demás no me importa’.

Al volante de su Nissan Micra y vestida con un colorido ‘salwar kameez’ (el traje tradicional sij), Manu Kaur parece una estrella de Bollywod, pero en realidad conduce hacia la Gurudwara Gursangat Sahib, el templo sij ubicado en un polígono de Sant Adrià.

En el interior de una nave industrial presidida por el emblema del khanda huele a pitanza, un rastro de las comidas vegetarianas abiertas a todos. En la sala de oración, un orador recita pasajes del Guru Granth Sahib, el libro sagrado, ante el que Manu se postra. Antes venía al templo todos los domingos, pero desde hace tiempo ya no lo frecuenta tanto.  

El templo sij Gurudwara Gursangat Sahib está en un polígono industrial de San Adrià.

El templo sij Gurudwara Gursangat Sahib está en un polígono industrial de San Adrià. / JORDI COTRINA

"Quiero que me conozcan no por mi origen o por mi casta, sino por lo que soy, por mis estudios y por mi trabajo", decía ya en 2012 en una entrevista a El PERIÓDICO. Graduada en Turismo, es guía oficial y tiene su propia empresa, Kaur Tours. Cuando el virus hundió el sector se puso a trabajar como gestora sanitaria y covid en el 061 y a estudiar para ser mediadora intercultural: «Antes hacía feliz a los que estaban de vacaciones, en el 061 también ayudo y en el futuro podré ayudar a personas de otras culturas con conflictos de adaptación. Todo lo que sea ayudar a la gente me gusta».


"Prefiero que se case con un chico de la India"

Manu y su hermana Sara consultan el móvil, con su madre al fondo.

Manu y su hermana Sara consultan el móvil, con su madre al fondo. / JORDI COTRINA

En casa de Manu Kaur en el barrio de Sant Crist de Badalona se habla punjabí, se come comida de India y se ven series indias. Su madre, Daljeet Kaur, vivía en Dhariwal, en Punjab, y en los años 90 emigró a Catalunya para reunirse con su marido. Aquí han nacido su hijo mayor y sus tres hijas [en la foto Sara y Manu] y ha podido terminar sus estudios de Enfermería. 

El papel de la mujer ha estado siempre sobre la mesa de esta casa. En el bachillerato, Manu hizo su investigación sobre el mito y la realidad de las mujeres indias y buena parte de ‘Los mundos de Kaur’ trata sobre matrimonios concertados (que no forzados) y otras tradiciones que chocan no solo con la cultura adoptiva de las familias migrantes sino también con la actitud de las nuevas generaciones. El libro describe lo asfixiante que puede llegar a ser para las jóvenes el qué dirán.

«Antes el marido te lo buscaban los padres o los hermanos -explica Daljeet-. Cuando yo me enteré de que mi hijo tenía una novia española me costó aceptarlo, pero gracias a Dios es muy buena. Ahora ya soy abuela y me da igual lo que digan los demás. Mis hijas saben que prefiero que se casen con un chico de la India, para no perder la religión, pero si no tendré que aceptarlo. Es su vida». 

Cada mujer reacciona de distinta manera ante esta situación. A sus 27 años, Manu tiene tantos proyectos en la cabeza que el matrimonio no está entre sus prioridades. Pero también tiene claro que nunca hará nada que pueda disgustar a sus padres.


"Nunca se rinde, es una pequeña guerrera"

Con sus amigas Jenny, Sandra y Laia, frente al instituto La Pineda de Badalona.

Con sus amigas Jenny, Sandra y Laia, frente al instituto La Pineda de Badalona. / JORDI COTRINA

Las amigas de Manu cuentan una anécdota que la describe a la perfección: «Un día teníamos un examen de educación física y nos quedamos encerradas en mi cuarto -recuerda Jennifer-. Ella se puso muy nerviosa. Tenía que ir sí o sí. Y se tiró de cabeza desde la ventana del segundo piso para poder llegar puntual al colegio».

Las cuatro se conocen desde P-3 y han trabado una amistad a prueba de bomba. Desde pequeña, Manu habla cinco lenguas (punjabí, hindi, castellano, catalán e inglés) y, como además le gusta escribir, año tras año ganaba los concursos de Sant Jordi en todas las categorías: «Las rosas no le cabían en la mano», comentan divertidas.

Las diferencias culturales no se hicieron evidentes hasta que llegaron a la edad de salir de noche. Manu siempre fue una más en todo, pero cuando sus amigas empezaron a hacer planes para salir de fiesta ella tenía que quedarse en casa por respeto a las costumbres familiares. Hasta que cumplió los 18 años: «Entonces le enseñamos el mundo de la noche», dicen entre carcajadas.

También notaban diferencias a la hora de vestirse, pero nunca la presionaron. Entendían su situación y sabían ponerse en su lugar: "Claro que nos llamaba la atención y le hacíamos preguntas pero veíamos esas diferencias como algo positivo de lo que también podíamos aprender", reflexiona Laia. 

De su carácter alaban la capacidad de combinar "ambición y templanza". "Nunca se rinde, es una pequeña guerrera, pero sobre todo es muy buena persona y siempre se preocupa por los demás", concluye Sandra. 

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