Quo vadis

Oscar Tusquets: “A mis hijos les han robado un año y medio de juventud por la pandemia”

El arquitecto, que ha publicado ‘Vivir no es tan divertido, y envejecer, un coñazo’ (Anagrama), considera que las autoridades han dado "palos de ciego" al gestionar la crisis sanitaria y defiende la necesidad de aceptar que un día moriremos

Barcelona. 03.06.2021.    Barcelona.  El arquitecto Oscar Tusquets en el patio de su fundación . Fotografía de Jordi Cotrina

Barcelona. 03.06.2021. Barcelona. El arquitecto Oscar Tusquets en el patio de su fundación . Fotografía de Jordi Cotrina / JORDI COTRINA

Toni Sust

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A pocos días de completar ocho décadas, el arquitecto Oscar Tusquets habla de la pandemia, del confinamiento y del pasado de Barcelona y el suyo. La entrevista empieza con las puertas ya cerradas, después de que, en un descuido, su perro, Pepe, escape al jardín y se tire a la piscina.

Usted cumple 80 años dentro de 10 días. ¿Si apretando un botón pudiera volver a ser el adolescente que iba a clases de pintura los sábados, lo haría? No me planteo estas cosas imposibles. Mi hija me hace preguntas de este tipo: ¿qué prefieres?: ¿que te devore un cocodrilo o un tiburón? Como no se me pasa por la cabeza volver a los 15 años, intento vivir con dignidad y prepararme para la muerte dando la mínima lata posible.

Tiene hijos de 16 años. Sí, son gemelos.

¿Tener hijos ayuda a enfocar el final? Sí, creo que cuando te haces muy mayor, tener algo que transmitir te ayuda. A la gente muy mayor sin hijos le falta algo. Tienen una relación desproporcionada con los animales.

"Intento vivir con dignidad y prepararme para la muerte dando la mínima lata posible"

Ante la pandemia, la gente ha reaccionado de forma variada. Usted habla de pandemia boba. Las administraciones dan palos de ciego. Menos Ayuso, a la que yo habría votado, evidentemente. Pasa algo que no sabemos cómo afrontar y algo hay que hacer. No más de seis personas, no más allá de las 11 de la noche. Los noctámbulos caemos mal a los políticos. Cuando estuve confinado me dediqué a pintar, escribir, a diseñar. Me afectó poco el confinamiento. Lo que más me afectó fue no ver a los amigos. Yo los veo cenando y hemos estado muchísimos meses sin poder ir a cenar. Un año sin ver a los amigos, eso sí que me ha afectado.

¿Se le han muerto amigos de covid? Amigos cercanos, no. Alguno muy mayor, un conocido, un arquitecto italiano. Conozco gente que ha enfermado, uno o dos han acabado en la UCI. Alguno lo ha pasado mal, como Isabel Coixet, en su casa.

Oscar Tusquets, en su domicilio este jueves.

Oscar Tusquets, en su domicilio este jueves. / JORDI COTRINA

Si hubieran muerto niños, la cosa hubiera sido distinta. Claro. En el libro hago la comparación con la primera guerra mundial. Morían chicos de 18 y 19 años a patadas, a miles.  En verano llevé a mis hijos al frente del Somme, ya había estado hace años. Es emocionante visitarlo y pensar que, en una mañana, el primer día de la batalla del Somme murieron 70.000 británicos. De 19, 20, 21 años. No es lo mismo que mueran ancianos, que probablemente morirían de otra cosa, que la juventud de una manera tan absurda. La guerra empalmó con la gripe española. Dos dramas seguidos y luego vinieron los felices 20.

"El primer día de la batalla del Somme (primera guerra mundial) murieron 70.000 británicos. No es lo mismo que mueran ancianos, que probablemente morirían de otra cosa, que muera la juventud de una manera tan absurda"

¿Ahora pasará lo mismo? Creo que sí. Quiero creer que la gente tiene unas ganas tremendas de divertirse, de trasnochar, de beber. Es muy fácil insultar a los jóvenes que salen a la calle o a la playa de la Barceloneta. Les hemos robado un año y medio de juventud. A mis hijos les han robado un año y medio de juventud. Les pedimos que sean disciplinados, que no se besen.

Se ha visto con la pandemia que todos, o muchos de nosotros, llevamos dentro un policía, en este caso sanitario. Es tremendo. La gente denunciando que su vecino tiene siete invitados. A una minoría le encanta prohibir. A los políticos el poder de prohibir les excita, parece.

"Es tremendo. La gente denunciando que su vecino tiene siete invitados. A una minoría le encanta prohibir"

Se impuso aquello de que de la pandemia saldríamos mejores. No, saldremos más tontos. Por la pandemia replanteamos el urbanismo y la arquitectura cuando lo novedoso es la velocidad de expansión, no la gravedad de la pandemia. Deberíamos replantear las líneas low cost, que ha hecho muchísimo daño a todo: al turismo de calidad, al respeto por la naturaleza. No hace falta movernos tanto.

¿Qué hacemos con el turismo en Barcelona? Ha habido una fobia al turismo y al transporte privado absolutas. Está muy claro: tiene que venir turismo que deje dinero. Lo que le pasa a Venecia: la gente ni come allí. Ni duerme. Va a Venecia por la mañana, come en la calle, caga donde puede y se va. Algún alcalde ha propuesto que se pague entrada. Y unos falsos socialistas ponen el grito en el cielo.

"Ha habido una fobia al turismo y al transporte privado absolutas. Está muy claro: tiene que venir turismo que deje dinero"

¿Y qué hacemos con el coche y la ciudad? Aquí hay un equívoco brutal, confundir polución con vehículo privado. De aquí a muy poco los vehículos no polucionarán. Y hacemos modificaciones en la ciudad irreversibles. Que pinten me parece de muy mal gusto, pero es reversible. Que transformen un chaflán donde ahora se descarga, y que sirve para muchas cosas, en un jardincito es irreversible. Y en dos días el coche se compartirá, como ya sucede con las motos. Será eléctrico. En el Eixample, Ildefons Cerdà hace una trama democrática, absolutamente neutra, todas las calles tienen 20 metros de anchura, todas las aceras, cinco. Es, con Manhattan, un ensanche único en el mundo. Nada de barrios comerciales y barrios residenciales. Todo. Vivimos, trabajamos. Por eso, especializar calles es una traición a Cerdà. Lo que sería irreversible y terrible es el tranvía por la Diagonal. La ventaja es que es tan caro que está frenado.

"Especializar calles es una traición a Cerdà. Y lo que sería irreversible y terrible es el tranvía por la Diagonal"

Pero en otoño se inicia la prolongación de Glòries hasta Girona. ¿No tiene sentido? El tranvía entre Glòries y el mar ha divido de forma irreversible el Eixample de la parte de arriba y la de abajo. Hay tranvías y tranvías. Los de Ámsterdam, Milán, Sevilla van entre los peatones. Este tranvía es un tren que necesita 200 metros para frenar. Es meter un tren en la Diagonal. Entre paseo de Gràcia y Aribau, un tren, es una barbaridad, no tiene nombre.

¿Y las supermanzanas? Un error brutal. Lo defendía Le Corbusier, un urbanista asesino, que en París quería arrasar el Marais y construir rascacielos. Mi criterio: todas las calles iguales, y de dirección doble. Cuando yo era pequeño, casi todas las calles del Eixample eran de doble dirección.

"(Las supermanzanas) Un error brutal. Lo defendía Le Corbusier, un urbanista asesino, que en París quería arrasar el Marais y construir rascacielos"

Volviendo al libro, nos cuesta morirnos, aceptar que moriremos. Hay gente que quiere vivir 140 años. Qué horror. Que vivamos 80 o 90 pero lo importante es que los vivamos bien. Llega un momento de la vida en que ya no es divertida. Para mí lo divertido no es lo contrario de serio, sino de aburrido. A veces lo frívolo es muy aburrido. Arrastrarse por la vida sufriendo y sin posibilidad de mejora. Hablo de eutanasia y suicidio, de Juan Belmonte.

El torero se suicidó. ¿Es un final digno? Sí. Creo que sí. Yo pretendo morir sin dar la lata. Mis hijos son muy jóvenes. Les digo: me vais a ver morir. Tratadme lo mejor que sepáis, que sufra lo mínimo, pero no quiero arruinaros la vida con una vejez prolongada. El 50% de los gastos sanitarios de una persona se dan en los últimos cuatro meses de su vida, mientras gente de 30 años hace cola para que lo operen. Hay que saber morir.

"El 50% de los gastos sanitarios de una persona se dan en los últimos cuatro meses de su vida, mientras gente de 30 años hace cola para que lo operen. Hay que saber morir"

La muerte de su padre. Se fue a dormir y ya no se despertó. La muerte de mi padre fue una delicia. La envidio. Me llamó mi hermana: me parece que papá ha muerto. El disgusto por la muerte de las personas que queremos no es porque  lo vayan a pasar muy mal, es porque nosotros no vamos a disfrutar más de ellos. Aclarémoslo: es un disgusto egoísta. Yo ya no puedo hacer una consulta sobre latín a Jaume Vallcorba. O el caso de Enric Miralles. Amigos a los que no les tocaba.

¿Y echa de menos la Barcelona de antes? Barcelona era culturalmente interesantísima en 1970. No tiene discusión. La Barcelona del restaurante La Mariona, con una mesa donde estaba Català Roca, Oriol Maspons, Miserachs, Viola, Corberó, modelos. Aquello para un chico de 18 años…

"Quiero creer que la gente tiene unas ganas tremendas de divertirse, de trasnochar, de beber"

¿Y no pasarán ahora cosas similares y no nos enteramos? ¡No! ¡No! ¡Mentira! Se dice mucho: ‘Te has hecho mayor y no sabes lo que está pasando’. No. Tengo el privilegio de conocer a gente joven. Me he saltado una generación. Arquitectos jóvenes me valoran mucho más que la generación anterior.

Cuenta en el libro que tiene previsto que cuando muera su mujer celebre una fiesta. ¿La tiene diseñada? Muy pensada. Alcohol, hierba, rock. Juli Capella, un amigo íntimo, padrino de mi hija, dice: ‘Pero Oscar, iremos todos en silla de ruedas’. Y le dijo: ‘No, Juli, tengo amigos jóvenes, hombre’. Esto lo envidiaba de Dalí y lo estoy consiguiendo. Le gustaba estar con gente joven, por eso le gustaba estar conmigo. Y a mí me está pasando: tengo buen rollo con gente joven.

"(La fiesta que organizará su mujer cuando èl muera) La tengo muy pensada. Alcohol, hierba, rock"

Cuenta usted que Dalí se dio cuenta de que moriría cuando le operaron de la próstata a los 73 años, y que nunca fue el mismo. ¿A usted le ha pasado alguna vez, pensar de golpe en que iba a morir? Hubo un momento en el que oriné sangre y me asusté un poco. Fui al médico y dijo que tomara antibiótico y que podía ser una infección. Que había que hacer un análisis y que había un 30% de posibilidades de que fuera un cáncer de próstata. Un 30% es mucho. Un mes después me hicieron otro análisis y fue bien y salí gritando por la calle. Es el único momento en que pensé en ello. Ahora cada año los análisis me salen espectacularmente bien. No se lo creen los médicos. Ni una pastilla. No tomo nada. Cada mañana soy consciente de la suerte que tengo.

Por lógica, por el libro, por la pandemia, su verano próximo tiene que ser fantástico. Lo primero será ir a navegar por Grecia. Me gustan el mar y la vela Nos vamos con la familia y amigos. Después me han invitado un par de días a Mallorca para presentar un documental de Alvar Aalto, que para mí es Dios. Y a mediados de agosto me voy a Colombia, a la Feria del libro de Bogotá. Todos los editores me dicen que es cojonuda. 

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