Vestigios medievales

El 'Barceloneta I' vuelve a puerto

En 2008, al lado de la estación de França y a cinco metros bajo tierra, aparecieron los restos de un derelicto del siglo XV. Se trata de la única embarcación construida con la tradición atlántica, con casco previo y a tingladillo, aparecida en el Mediterráneo. Ahora luce en la antecámara del Palau Reial Major

BARCELONA 25/05/2021  Barcelona Presentación de la muestra ‘Barcelona, port mediterrani entre oceans. El testimoni del vaixell Barceloneta I’,con la presentación de la instalación del derelicto 'Barceloneta I' con restos de una embarcación mediaval encontrada, en el Palau Reial Major. FOTO de RICARD CUGAT

BARCELONA 25/05/2021 Barcelona Presentación de la muestra ‘Barcelona, port mediterrani entre oceans. El testimoni del vaixell Barceloneta I’,con la presentación de la instalación del derelicto 'Barceloneta I' con restos de una embarcación mediaval encontrada, en el Palau Reial Major. FOTO de RICARD CUGAT / Ricard Cugat

Natàlia Farré

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En 1420 y 1426 hubo dos temporales de levante en Barcelona. En ambos hubo naufragios. Así aparece reflejado en el diario del Consell de Cent, que habla de ‘castellanes’ entre las embarcaciones que acabaron ‘donant a terra’. Lo primero indica que eran barcos construidos según la tradición atlántica, con casco previo y a tingladillo; lo segundo, que las naves embarrancaron en la playa de Barcelona a causa del azote meteorológico. Detalles, todos, imprescindibles para datar el derelicto –palabrejo que define los restos de un barco después de dejarlo abandonado– aparecido por sorpresa en 2008. A cinco metros bajo tierra, al lado de la estación de França. 'Barceloneta I', lo bautizaron. 

No en vano lo que hace 13 años eran terrenos de construcción inmobiliaria, por eso las excavaciones; en el siglo XV era espacio de amarre o fondeo. Y ahí se supone que fue a parar el barco en cuestión cuando un golpe de mar lo arrastró tras encallar en tierra. A saber, para entender, que Barcelona construyó su primer muelle artificial entre 1477 y 1487, hasta entonces tenía 'tascha' o 'tasques', una barrera natural de arena de 200 metros que corría paralela a la costa y amansaba las aguas frente a lo que ahora es Pla de Palau, y entonces era puerto para la carga y descarga de las embarcaciones que arribaban a la ciudad. 

Pues eso, en 2008 hubo sorpresa y restos. Lo suyo fue recuperarlos y documentarlos. Ninguna de las dos cosas fue fácil. Siglos bajo el agua de mar hicieron estragos en las maderas –un conjunto de tablas y cuadernas–, y ello significó sacarlas, desalarlas, secarlas, consolidarlas... Años de trabajo que han acabado con lo salvado del derelicto volviendo a puerto. 

Lugar de abrigo

En este caso, el lugar de abrigo no se mide por muelles o diques, sino por salas. O mejor, por antecámara real. El 'Barceloneta I' luce, y lucirá por tiempo, en el Palau Reial Major, entre el Saló de Tinell y la capilla de Santa Àgata por obra y gracia del Muhba (Museu d’Història de Barcelona) y del Port de Barcelona. Instalación física, 'Barcelona, port mediterrani entre oceans', y exposición virtual, 'El Port, una porta oberta a Barcelona'.

La investigación también ha llevado su tiempo. Los restos solo dejaban clara dos cosas: que eran medievales y que venían del atlántico por su técnica constructiva, completamente ajena al área mediterránea y propia del ámbito que va del cantábrico al báltico. El resto ha sido desenredar el ovillo hasta detallar la costa vasca como más que posible origen, y datar su singladura hacia el 1410. 

Los análisis de polen y otras técnicas permitieron limitar el espacio de botadura de la nave en el norte peninsular; los archivos, evidenciar que las embarcaciones más numerosas de esa zona en surcar estas aguas eran gallegas y vascas. Las primeras, más pequeñas y estacionales, solían transportar hasta el puerto de Barcelona pesca salada antes de cuaresma; las segundas, tenían unas medidas parecidas a las que lucía el 'Barceloneta I': 30 metros de eslora por nueve de manga con una capacidad de carga de entre 62 y 124 toneladas, un único timón y una tripulación de 35 marineros. 

Pabellón neutral

Así que posiblemente se trataba de una embarcación de origen vasco. Estas eran habituales por estos lares durante la Edad Media porque gozaban de pabellón neutral y por lo tanto de inmunidad en el secular enfrentamiento, por el dominio del Mediterráneo Occidental, entre la corona catalano-aragonesa y la república de Génova. Se supone que no eran pocos los que navegaban por el Mediterráneo pero no ha sobrevivido ningún vestigio más allá del 'Barceloneta I'. 

Por eso no hay duda de la importancia de su hallazgo: no solo es el primer barco construido con la técnica atlántica que aparece en el Mediterráneo sino que además es una pieza representativa de la ciudad portuaria que fue la Barcelona medieval y ejemplo de una de las construcciones más complejas de realizar antes de la revolución industrial. 

En resumen, «es una pieza absolutamente excepcional». Palabra de Joan Roca, director del Muhba.  

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