ESTUDIO DEL RACC

El 50% de los transportistas de Barcelona van con la furgoneta medio vacía

La pérdida de plazas reservadas, el escaso diálogo con los comerciantes y los hábitos enquistados lastran la eficiencia y eficacia del gremio

carga y descarga

carga y descarga / Ferran Nadeu

Carlos Márquez Daniel

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La distribución de mercancías en terreno urbano es probablemente una de las actividades que menos ha evolucionado en comparación con el resto de sectores vinculados a la movilidad. Mientras cualquiera puede reservar una moto compartida a través del teléfono, las furgonetas siguen peleando por las plazas de carga y descarga y circulando por la ciudad de manera poco eficiente. Bastan un par de datos para darse cuenta del amplio margen de maniobra: el 50% de los transportistas llevan el vehículo medio vacío y el 92% de los conductores están repartiendo en plena hora punta. El asunto no es cosa menor: suponen el 20% del tráfico y el 40% de las emisiones derivadas de la circulación.

No se interprete esto como un dardo al colectivo. Es un cúmulo de hábitos que se han quedado a la cola de las preocupaciones urbanas a pesar de que cada día se producen medio millón de desplazamientos relacionados con el reparto de todo tipo de productos a todo tipo de establecimientos. El RACC ha presentado este miércoles un estudio sobre la situación y las conclusiones no son demasiado halagüeñas. Demuestran, al fin y al cabo, que el comercio y su distribuidor se han convertido en compartimentos estancos que no se dan cuenta de que más y mejores sinergias podrían ser beneficiosos para ambos. Resulta que la mitad de las furgonetas no encuentran plaza, que en la última década se han perdido un 30% de estacionamientos destinados a la carga y descarga en Barcelona y que el 80% de los repartidores van dos o tres días a la semana a los mismos lugares. Si es un restaurante, por aquello del producto fresco, de acuerdo. ¿Pero y todo lo que no es perecedero?

Repartidor estacionado en la acera del lado Besòs de la calle de Balmes

Repartidor estacionado en la acera del lado Besòs de la calle de Balmes / Ricard Cugat

A todo ello hay que sumarle la eclosión del comercio electrónico, que se ha disparado en tiempos de pandemia y si bien tenderá a la baja, dejará un poso de usuarios muy importante. El ayuntamiento tiene entre manos una tasa para grabar a empresas de compras 'online' (apuesten a que los servicios jurídicos municipales están buscando la manera de blindar legalmente la propuesta), pero esa esa una iniciativa con la que no parece comulgar el automóvil club. Su presidente, Josep Mateu, ha invitado a observar primero "qué es lo que están haciendo tras ciudades de Europa". "Debemos ir con cuidado a la hora de penalizar a compañías como Amazon, no hay que qui ir deprisa", ha sentenciado.

Crear sinergias

Ha cierta esperanza en que el diálogo alumbre mejoras. Porque el 49% de los comerciantes entrevistados por el RACC asegura que podría modificar sus horarios de recepción de mercancías, mientras que el 68% de los transportistas aseguran que su 'timings' vienen determinados por el cliente. Es decir, ahí hay ciertas dinámicas enquistadas con un elevado margen para, primero, pactar el reparto para que se haga en horas de menos tráfico, y segundo, para compactar todo el producto en un día a la semana y no en varios como sucede ahora. En resumen, más eficiencia para que el repartidor pierda menos tiempo, consuma menos combustible y contamine menos; para que el 'botiguer' no tenga que estar tan pendiente de la llegada del señor con la carretilla, y para que la ciudad esté menos congestionada y con un aire más limpio.

También el desconocimiento juega en contra del avance del sistema. Las microplataformas, por ejemplo. Se trata de puntos estratégicos dentro de las ciudades a los que llegarían las furgonetas y camiones para descargar su mercancía. Desde ahí, hasta destino, lo que se considera la última milla, el transporte se haría en vehículos sostenibles, como 'cargobikes'. Por ahora solo hay dos pruebas piloto en Barcelona (en la estación de França y en el mercat del Ninot). Pues bien. el 98% de los comerciantes consultados no tenían ni idea de la existencia de este proyecto. Una vez explicado, el 61% considera que es un sistema más sostenible, solo al 17% les preocupa que tengan que cambiar de distribuidor y el 49% no lo ven útil para mejorar sus ventas. Pero tampoco para empeorarlas, ojo. El consistorio tiene entre manos un plan para instalar 16 de estos 'hubs', pero de momento es algo que se mantiene en el mundo de las ideas. También el Área Metropolitana de Barcelona lo tiene en sus tareas pendientes en materia de movilidad de los 36 municipios de su ámbito. El 48% de la mercancía que desembarca en la capital catalana llega de fuera del núcleo delimitado por los 10 distritos, así que tiene cierto sentido que impere la visión metropolitana del asunto.