Efectos de la pandemia

Bares de Barcelona que no han ganado terraza denuncian agravios comparativos

Operadores de una docena de plazas y ejes donde no se han autorizado nuevas licencias ni ampliaciones consideran que el ayuntamiento ha aplicado criterios subjetivos

Terrazas en la plaza de la Virreina, en Gràcia, donde se ha denegado la ampliación temporal de mesas.

Terrazas en la plaza de la Virreina, en Gràcia, donde se ha denegado la ampliación temporal de mesas. / Ferran Nadeu

Patricia Castán

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La Barcelona que emerge tras la pandemia tiene muchas más sillas y mesas de bar en la calle que antes de marzo de 2020. Ha ganado (para quedarse) un millar de terrazas en plena calzada, y en total ha autorizado más de 3.000 entre ampliaciones o nuevas implantaciones con el propósito decidido de preservar una actividad económica que no se podía llevar a cabo dentro de los establecimientos a causa de las restricciones sanitarias. A instancias del sector, el esfuerzo del ayuntamiento ha supuesto salvar 1.875 puestos de trabajo. Pero la manga ancha municipal no ha llegado a todos los solicitantes, a veces por cuestiones obvias de espacio, y otras por criterios más subjetivos que van de la intensidad de uso a la convivencia vecinal. Medio centenar de operadores de 12 plazas y vías específicas se identifican con esta última situación y reclaman una enésima revisión de sus casos ante lo que consideran "agravios comparativos" en un momento de gran fragilidad financiera. Dos mesas (el término medio pactado) pueden suponer, o no, llegar a tener beneficios, aducen.

Una de las terrazas de la plaza de Masadas, en Sant Andreu, donde no se permiten ampliaciones.

Una de las terrazas de la plaza de Masadas, en Sant Andreu, donde no se permiten ampliaciones. / Ferran Nadeu

Los afectados no están solos, hay otras decenas de expedientes rechazados por causas diversas. Pero en estos casos coinciden en reivindicar que sus ubicaciones cuentan con espacio suficiente sin provocar consecuencias negativas al entorno ni el vecindario. Entre ellos figuran sobre todo puntos de Ciutat Vella y Gràcia, donde abundan las pequeñas plazas. La lista de operadores en pie de guerra abarca ejes como la plaza de la Virreina, de la Vila, de Lesseps, de Sant Miquel, el paseo del Born o la plaza Masadas (Sant Andreu), entre otras.

El Gremi de Restauració de Barcelona, como instigador y negociador con el ayuntamiento (durante más de un año) de cara a la aprobación de casos inicialmente descartados, rechaza negativas que en algunos casos ven "contradictorias" con la filosofía del decreto de autorizaciones extraordinarias. Enfatizan que el gobierno municipal de Colau estaba dispuesto a las "barras y barriles" como solución incluso para las calles más estrechas, mientras que ahora bloquean casos que parecen más "políticos" que objetivos. Para Roger Pallarols, director general de la patronal, "la ciudad debería culminar una medida positiva que ha sido muy importante para la supervivencia del sector en la ciudad".

Para más inri, lamenta que emplazamientos donde se han descartado las terrazas, como el paseo del Born, se conviertan cada fin de semana en pasto del botellón, en ausencia de mesas reguladas. Esa sensación comparten empresarios de la zona como los titulares del Bar El Born y La Pizza del Born, cansados de resistir con un aforo interior mínimo (un tercio de sus mesas para cumplir con los aforos y distancias) mientras cada semana se producen concentraciones de jóvenes que consumen alcohol sin control. Asegura que han invertido 2.000 euros en servicios de ingeniería para presentar sus propuestas (solicitan una mesa por cada 1,5 metros de fachada de negocio) y tras meses de espera han recibido una escueta negativa en la que el ayuntamiento les argumenta que se trata de espacio "destinado a otros usos". "Pagamos alquileres altísimos y muchos impuestos, tenemos derecho a tener terrazas como otros negocios", insisten.

Revisiones infructuosas

La respuesta del área de Urbanismo, que ha buscado "la máxima flexibilidad" para bendecir solicitudes, es que la última palabra en las revisiones la han tenido técnicos junto a los distritos. Han decidido teniendo en cuenta premisas acordes a "las características de cada espacio". Entre estas, "la intensidad de uso, el ruido y la convivencia vecinal o la accesibilidad". En el paseo del Born, los 11 solicitantes han topado con una negativa por "la gran afluencia de personas que hay en el entorno, especialmente de noche, y las molestias vecinales que esto genera", así como las zonas de carga y descarga para comercios del casco antiguo, puntualizan las mismas fuentes.

Terraza en un extremo lateral del paseo del Born, en cuyo eje se han rechazado los veladores.

Terraza en un extremo lateral del paseo del Born, en cuyo eje se han rechazado los veladores. / Ferran Nadeu

En otras ocasiones, lo que no se ha logrado ha sido crecer en mesas. La plaza de la Virreina, con tres terrazas de 12 mesas en unos 2.500 metros cuadrados -arguye uno de sus operadores- tiene capacidad para asumir dos mesas más por bar sin generar saturación. "En las calles del entorno se han dado licencias, que vemos bien, pero no se entiende que haya más competencia y no tengamos oportunidad de ganar más de espacio exterior en esta situación". Su denegación formal se atribuye a cuestión de "accesibilidad y seguridad", se queja.

Para Jordi Gaya, del Grup l'Empanat, en la plaza de Masadas, cada mesa significa supervivencia y salvar puestos de trabajo. Seis de los siete negocios del enclave (con seis mesas, la mayoría) pidieron una ampliación que no han logrado por razones vinculadas a la convivencia vecinal, relata. Está perplejo porque considera que siempre han acatado horarios y estado integrados en la vida del barrio. "El fin de semana hay cola para poder sentarse, sería el momento de dar aire a los negocios que tan mal lo han pasado", insiste, mientras hace cábalas para devolver los créditos ICO que pidieron para no cerrar sus negocios.

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