Óbito

Fallece en Barcelona el estilista Raffel Pages

Tenía 78 años y era todo un referente en el sector de la peluquería

Raffel Pages, en 2015, en su museo de la Peluquería

Raffel Pages, en 2015, en su museo de la Peluquería / Mónica Tudela

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Nacido en una familia de peluqueros, entre rulos, lacas y tijeras, Raffel Pages, fundador y director de la cadena de peluquerías que lleva su nombre, ha fallecido hoy, 9 de mayo, en Barcelona, según un comunicado de su empresa. Tenía 78 años y era todo un referente en su sector. Poseía una biblioteca con 3.000 libros sobre peluquería, su pasión, como muchos otros campos de la creatividad. Su colección privada, digna del museo que él mismo impulsó, incluye desde cabellos de los Beatles, de Marilyn y de Napoleón hasta un mechón de Salvador Dalí que le regaló Llongueras a cambio de unas fotos. 

A Pages le gustaba definirse como “creativo de la imagen” más que como peluquero. Su imperio está actualmente en manos de sus hijas, Carolina y Quionia, que han decidido respetar la esencia con la que se fundaron los salones, que hoy son 80 y dan trabajo a más de 300 personas.

"Aún negándome, mi padre -peluquero desde 1925- me inició en el oficio y para atarme montó un salón. A raíz de ello, me llegó la gran oportunidad que siempre esperé”, comentaba Pages. El reputado estilista se formó en la prestigiosa escuela parisina Carita, la mejor peluquería a nivel internacional en los años 60. "La peluquería allí (en Francia) era otra cosa. Era el mundo del estilismo, de la imagen, de la 'haute couture' y la 'haute coiffure', no tenía nada que ver con la perspectiva de la España gris de aquellos años. Entendí la importancia que puede tener un buen equilibrio entre imagen, cuerpo y peinado", explicaba el profesional.

Inspirado por el estilo parisino, el estilista y empresario decidió importar a la España gris de aquella época la luminosidad el glamur francés. En 1975 abrió su primer salían en Barcelona, en el número 16 de Reina Elisenda. El éxito hizo que su teléfono no parara de sonar. Desde empresas como L'Oreal hasta particulares y publicistas reclaman sus servicios.

En 1992, año olímpico en Barcelona, abrió el Instituto de Perfeccionamiento, un centro de formación y uno de sus grandes proyectos profesionales. Pages estaba convencido de que los profesionales tienen que aprender a lo largo de toda su vida. A pesar de su impresionante currículo, él siempre decía que también continuaba aprendiendo.

Para Pages, la peluquería era mucho más que un oficio. Era el arte de los diálogos y los silencios, perspectiva desde la que que creó la 'peluquería emocional', que se realiza no solo con las manos sino son todos los sentidos. Cuando le preguntaban por las claves del éxito, siempre hablaba de cuatro palabras: invertir, investigar, intuir e innovar.