Movilidad sostenible

¿Carnet para ir en bici? Esto es lo que hacen en el resto del planeta

Solo dos países, Israel y Zimbabue, tienen instaurado algo parecido a un permiso de circulación para ciclistas, mientras que la mayoría apuesta por la educación vial desde edades tempranas

bicicletas londres

bicicletas londres / Jonh Sibley (Reuters)

Carlos Márquez Daniel

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Todo este asunto del carnet para ir en bici trae a la memoria el caso de los ciclistas infractores a los que les quitaron puntos del carnet de conducir hace más de 10 años. Le sucedió a un hombre que se saltó un semáforo con su bicicleta y le restaron cuatro puntos. Llevó la sanción a juicio y la sentencia estimó que aquello era "absurdo" porque se trata de un colectivo que no requiere licencia alguna para circular. Hubo más casos, como el del ciclista profesional Haimar Zubeldia, que perdió tres puntos por ningunear un 'stop' mientras entrenaba para la Vuelta a España. Todo terminó en nada, pero ahí quedó ese poso que ha sido un auténtico Guadiana para la bicicleta, pues han sido muchos los que han considerado que los ciclistas deberían pasar algún tipo de examen para poder pedalear por las ciudades. Es decir, los requerimientos del coche como vara de medir. Hace dos semanas, fue el RACC quien se sumó al debate, reclamando para el colectivo una suerte de "titulín como el de náutica", en palabras de su presidente, Josep Mateu. ¿Pero qué hacen en el resto de países? ¿Existe realmente un carnet de ciclista?

La respuesta a la segunda pregunta es la más fácil de solventar, puesto que son muy excepcionales los casos en los que se solicita un permiso de circulación para subirse a una bici. Israel, por ejemplo, desde enero de 2019, tiene instaurado un examen de 30 preguntas para los mayores de 16 años que utilicen modelos eléctricos, para los que, además, el casco es obligatorio. El temario incluye derechos de los peatones, señales de tráfico y seguridad sobre la bicicleta. En Zimbabue también se impuso una licencia, pero en este caso más vinculada a la bici que al propietario, y con un objetivo claramente recaudatorio. Al margen de esos dos estados, no constan más países en los que exista un carnet para moverse a pedales.

El primer ministro en funciones de Países Bajos, Mark Rutte (en bicicleta), junto al ministro de Salud, Hugo de Jonge, el pasado 11 de mayo en La Haya

El primer ministro en funciones de Países Bajos, Mark Rutte (en bicicleta), junto al ministro de Salud, Hugo de Jonge, el pasado 11 de mayo en La Haya / Marco de Swart (Efe)

La respuesta a la primera pregunta es también el relato de lo que no abunda en España: la educación vial en las escuelas. En los países nórdicos, pero también en Alemania, Francia y Reino Unido, los colegios incluyen en su formación curricular, y no como algo anecdótico, conceptos vinculados a la vida en la calle, al hecho de compartir de manera ordenada el espacio público. Carles Benito, portavoz del Bicicleta Club de Catalunya (BACC), explica que la bici suele ser la herramienta elegida para educar en seguridad vial en los países más desarrollados en este aspecto. "Salen de la escuela con los conocimientos elementales, con una mínima experiencia para saber qué pueden hacer y cómo sobrevivir en un entorno lleno de máquinas asesinas", resume, en referencia a los vehículos de motor. En Inglaterra, por ejemplo, tienen una herramienta formativa, Bikeability, que aporta todas los nociones básicas para entrar con garantías en el mundo del ciclismo urbano. A todo ello se le une la implicación, fundamental, de los propios colegios, no solo en la inclusión de esta formación en el temario, sino habilitando espacios para aparcar bicicletas.

Benito lamenta la ausencia de plazas de aparcamiento para bicis y patinetes en los colegios de Catalunya, aunque hay excepciones notables. En muchos de ellos, en cambio, es habitual que haya reservado espacio para que el profesorado pueda estacionar su vehículo. En el interior de los centros educativos más grandes de la capital catalana hay incluso pasos de peatones. En Sarrià, la escuela Santa Isabel acaba de organizar un 'bicibus' de padres y alumnos -en Vic son ya más de 220 los alumnos que forman parte de esta iniciativa-, pero se encuentran con el problema de no saber qué hacer con las bicicletas cuando llegan a clase. Están negociando la cesión de un solar municipal cercano en desuso. De momento, sin suerte.

Una ciclista pedalea por las calles de Berlín, el pasado diciembre, en pleno confinamiento de la población

Una ciclista pedalea por las calles de Berlín, el pasado diciembre, en pleno confinamiento de la población / Annegret Hilse (Reuters)

Albert Garcia, coordinador de Amics de la Bici, repite los argumentos que ya aportó hace 11 años en este mismo diario. La edición del 28 de noviembre de 2010 titulaba a cinco columnas 'Ciclistas y expertos instan a la DGT a promover la pedagogía de la bici'. La conclusión, entonces, era que una ley sin pedagogía era lo mismo que pedalear sin frenos. Las cosas, censura este experto, están practicamente igual. "En los países avanzados, la bicicleta forma parte del ADN de la sociedad porque está en sus vidas desde muy pequeños, y no como juguete, sino como medio de transporte seguro para ir y venir de la escuela". En Alemania, por ejemplo, los adolescentes realizan unos cursos de seguridad vial que terminan con la entrega de un título que les da ciertas ventajas cuando quieren acceder al permiso de conducir. "Se trata de introducir la bici de manera natural y que no sea un elemento que aparece de golpe cuando son mayores", resume Garcia. O sea, naturalizar la bici.

100% en contra

Tanto el BACC como Amics de la Bici están en contra del carnet para ir en bici. Sin fisuras. "Pensar que los ciclistas infractores no saben el significado de un semáforo o que no pueden usar auriculares es un actitud ingenua -sostiene Benito-. No podemos obviar que en todo esto también hay un grado de incivismo muy importante". Pero no olvidemos -prosigue- que la primera causa de los siniestros de tráfico ya es la distracción por usar el teléfono, por parte de gente que tiene un carnet y que sabe perfectamente que no puede hacerlo. ¿Qué necesitamos, realmente? ¿Carnet y multas o formación y sensibilización?".

Garcia argumenta que si el carnet de ciclista implica aprender un código para moverse por la ciudad, "lo lógico sería que también los peatones -que además son mayoría- tengan que pasar por un examen". Algo, sostiene, que carece de sentido alguno y que, en el fondo, a su parecer, demuestra que todo este debate se realiza "desde la perspectiva del que está sentado al volante". Se queja, de hecho del "exceso de normativas que lo único que hacen es ponérselo difícil a la bicicleta" y pone el ejemplo de los países nórdicos "en los que se impone más el sentido común que un listado interminable de reglas que a menudo son imposibles de cumplir". En resumidas cuentas, considera que todo lo que tiene que ver con la vía pública se regula y se ordena en función del automóvil. ¿Por qué? "Por cuestiones puramente económicas", concluye Benito.

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