Quo Vadis Barcelona

Martí Cusó: "El monocultivo turístico se basaba en la precarización de la vida"

Desde la asociación de vecinos, la plataforma en defensa del CAP o la asamblea Resistim al Gòtic, a las que este profesor de Biología dedica gran parte de su tiempo, no solo ponen la cara y el cuerpo para detener desahucios y abrir puertas a quienes las encuentran todas cerradas; también reivindican un barrio vivo y mestizo.

Martí Cusó

Martí Cusó / Maria d'Oultremont

Helena López

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¿Cómo se está viviendo la pandemia desde el Gòtic? Por un lado nos permitió, cuando pudimos empezar a salir, darnos cuenta de que éramos más viviendo aquí de los que pensábamos. Antes nos costaba pararnos en el espacio público. Nos encontrábamos en el bar de turno o en el centro social, pero la masificación turística ponía muy difícil hacerlo en la calle. Con la pandemia empezamos a recuperar la sensación que en la calle también podíamos interactuar. Hemos recuperado lugares que el turismo se había comido, como la plaza Reial o la catedral, donde los niños ahora van a jugar a la salida del colegio, generando dinámicas comunitarias que han permitido conectar a vecinos que antes solo se veían y no hablaban.

Entre los turistas, había vecinos. Exacto. También es verdad que la gente ahora está más tranquila. Tenemos menos presiones en el espacio público y ese cambio se ha notado en la salud mental de mucha gente; poder dormir, poder pasear. Antes estábamos permanentemente en estado de crispación: mira ese grupo de turistas qué está haciendo, mira qué rabia me da que ha cerrado esa tienda... Esa crispación ya no está. Sentimos más propio nuestro espacio y hemos recuperado un poco la tranquilidad, en ese sentido.

Demasiada tranquilidad, ¿quizá? La otra cara de la moneda es que la fallida del modelo basado en el monocultivo turístico ha dejado tirada a mucha gente. Estamos viviendo en nuestras carnes como nuestras vecinas, la mayoría de las cuales ya estaban muy precarizadas, malvivían del turismo y vivían demasiado al día, se han quedado sin dinero de un día para otro; cómo están dejando a la gente en la calle, etcétera, etcétera, etcétera. Y eso es un drama. Están las dos caras. La comodidad desde lo más individual, desde el punto de vista de alguien como yo, que tengo la suerte de que nunca me he visto obligado a vivir del turismo, y piensas qué bonito está el barrio, qué tranquilo, que guay poder pasear..., pero también piensas en la colectividad. Hacia dónde vamos como barrio. 

Destaca la constatación de que eran más de los que pensaban. Justo una de sus grandes críticas al relato mediático precovid sobre el barrio era esa insistencia en presentarlo como un enclave muerto. El discurso de que el barrio está muerto es un discurso interesado, clarísimamente. Interesa vender que el barrio está muerto y vacío. Interesa vender que está perdido porque un territorio sin vecinos da vía libre a la especulación, la ciudad-negocio y el parque temático turístico. Ese es un discurso interesado que, además, por una cuestión de desgaste, mucha gente de Barcelona e incluso del distrito ha comprado. ¿Por qué no reivindicamos la gente que resiste, la gente que aguanta, la gente que sigue cuestionando este modelo de ciudad, que al final ahora se ha visto que es la que queda aquí? La gente que hemos aguantado aquí más la gente que ha venido a vivir aquí, que es básicamente gente inmigrante, que es la que ha salvado el barrio. ¿Por qué no partimos de esta gente para reconstruir el barrio que queremos? 

¿Por qué no? Pues eso le preguntamos nosotros al ayuntamiento, que está apostando por todo lo contrario. Ahora, de golpe, les interesa repoblar el Gòtic. Eso Collboni lo dice abiertamente: “hay que hacer que la gente vuelva a vivir y a trabajar al centro de la ciudad”. Pero no les interesa que sea la gente pobre que ya vive aquí o que ha estado aguantando durante años las embestidas, con la complicidad del ayuntamiento, para echarles; sino que tenemos que atraer el talento internacional, los extranjeros de clase alta. Y resulta contradictorio decir que quieres que venga gente a vivir al centro de la ciudad, cuando no estás fijando a la población que ya vive aquí o no estás permitiendo a la población inmigrante que ya hace mucho tiempo que está repoblando el barrio, quedarse y generar sus propias dinámicas comunitarias… Ahora interesa repoblar, pero hacerlo como vehículo de captación de capitales… Los que estamos repoblando el Gòtic somos los vecinos organizados en la defensa de la vivienda, garantizando el derecho a la vivienda de las personas que resisten y las que vienen a vivir al barrio; pero son personas migrantes y no les interesan.

La receta planteada por Collboni parece la fórmula de la gentrificación... Totalmente. Pero es que la pandemia lo ha cambiado todo. Ya no hay turismo. ¿Ahora hacia dónde vamos? Al final a Colau la alcaldía se la dio ese discurso a favor de otro modelo de ciudad. Su apuesta contra el turismo masivo, que en el 2015 ya empezaba a ser un tema de ciudad. Pero ahora han cambiado las tornas. Se ha acabado el turismo, ha quedado en evidencia que el ayuntamiento no tenía un plan B y se ha visto abocados a lo mismo de siempre: recorrer a lo público-privado para "salvar" la economía de la ciudad.

A sus ojos, ¿cuál debería ser el plan B? Si la pandemia ha demostrado algo es que, por un lado, hay que reforzar los servicios públicos: sanidad, educación, servicios sociales y tareas de cuidados. Y, por otro, que el turismo, como cara del capitalismo, básicamente se basaba en la precarización de la vida en general, especialmente de sus trabajadoras. La cantidad de gente que se ha quedado en la calle sin ERTES, sin nada, porque estaba trabajando en negro es enorme. Se ha demostrado que no podemos volver a lo mismo. 

¿Hacia dónde debemos ir? Hay que generar otras economías y un nuevo modelo productivo más justo social, laboral y ambientalmente. Ahora dicen que hay que ir hacia la economía verde, la tecnología y la digitalización. Fantástico. Pero eso sirve de poco si no cambia el modelo productivo. ¿Por qué no lo hacemos desde lo público o público-comunitario? Lo que está haciendo el ayuntamiento es fiar la recuperación económica de la ciudad a los mismos actores privados de siempre. Te lo venden como una diversificación económica, porque en teoría pasaremos del turismo a la economía verde, digital y tecnológica, que según ellos genera puestos de trabajo de calidad..., pero al final es lo de siempre: regalar dinero público a los privados para que decidan y gestionen ellos el futuro de la ciudad. Y ya sabemos cuál es su fórmula: precarización, gentrificación... capitalismo, en definitiva.

¿Que se apostara por ceder a esas empresas tecnológicas gran parte del viejo edificio de Correos en Via Laietana les dolió especialmente? El ayuntamiento cuando habla del Gòtic no habla del barrio, habla del centro de Barcelona. Para nosotros el Gòtic son las 15.000 personas que vivimos en él, que tenemos un CAP obsoleto, que somos uno de los pocos barrios de la ciudad que no tiene instituto público... Lo que nos hizo más daño de Correos no es tanto que priorizan la iniciativa privada al nuevo CAP, que es algo a lo que ya estamos acostumbrados y que las instituciones llevan haciendo más de 30 años. Lo que más nos dolió fue el cinismo en el discurso que hicieron, diciendo que allí abrirán, además, un gran espacio vecinal para regenerar la vida comunitaria en el barrio. Eso fue como un insulto en nuestra cara. Esa vida comunitaria ya existe. ¿Por qué no lo ponen en valor? Y eso lo dice Collboni, pero no hay nadie en el ayuntamiento que le conteste. Los ‘comuns’ han renunciado completamente al discurso sobre el modelo económico de ciudad. Además del error de siempre de dejar en manos de los privados esa diversificación económica de la que hablan, es incoherente, también, hacerlo a la vez que sigues promocionando el turismo.

En pocos días se celebrará el décimo aniversario el 15-M. ¿Los movimientos sociales, cómo van de fuerzas una década después? La gente tiene muchos problemas, para vivir, en general. La institucionalización de parte de los movimientos sociales en los últimos años se ha notado. Los movimientos sociales más autónomos estamos en un periodo de renovación de fuerzas. Ahora mismo, además, invertimos gran parte de la energía en parar golpes en la crisis de la vivienda. Muchas de las personas que vienen a nuestras asambleas viven en la más absoluta precariedad y no les ha afectado la moratoria de desahucios. No tienen contratos de alquiler a su nombre, ocupan pisos hechos polvo de pequeñas SL que ya se han encargado de repartir el pastel para quedar fuera de la moratoria… La moratoria tenía que haber parado todos los desahucios y no ha sido así. Ahora se alarga tres meses, de acuerdo, pero estos tres meses seguiremos con los desahucios que nunca pararon, en los que, además, nos estamos encontrando con que las comitivas judiciales están cambiando los protocolos y están más violentas que nunca. Durante la moratoria, en los casos que han quedado fuera han ido muy a saco porque quieren ejecutar. 

Y en los casos en los que sí se aplica la moratoria, ¿qué pasará cuándo esta acabe? Aquí lo que realmente importaba era aprovechar esta moratoria para blindar los derechos, algo que no se está haciendo. Nos estamos encontrando que a los bancos y a los fondos de inversión les da igual esperar seis meses a desahuciar, la moratoria no sirve para que se sienten a negociar. Lo que hay que blindar es un marco que garantice que los grandes tenedores estén obligados a ofrecer un alquiler social, como por ejemplo la ley 17/2019 que tumbó el PP. Aprobar una ley de vivienda que amplíe el parque de vivienda público… unos cambios estructurales que no se están haciendo. Todo son parches.

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