MEDIO AMBIENTE

Barcelona y su plan para arañar zonas verdes donde sea

La ciudad ha ganado 60 hectáreas desde 2015 y aspira a recuperar otras 100 antes de 10 años

Cada barcelonés dispone de 7 metros cuadrados de espacio natural, la mitad de lo que recomienda la OMS

El ayuntamiento promete 19 hectáreas más de espacio natural en dos años en las que se incluyen Glòries, Sagrera, Can Batlló y las calles que forman parte del proyecto de ejes verdes del Eixample

canòpia Glòries

canòpia Glòries / Ferran Nadeu

Carlos Márquez Daniel

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Hay un problema con los espacios naturales cuando el alcorque de un árbol (su base) o el césped junto a las vías del tranvía son considerados zona verde. Técnicamente lo son, pero en la cabeza del ciudadano una zona verde seguro que es más un parque o una plaza sin asfalto o un lugar en el que simplemente estar a gusto, sin el agobio del tráfico. Es seguramente una muestra más del abismo lingüístico que a menudo existe entre política y ciudadanía. Y no es que el primero esté haciendo nada malo, puesto que el de ahora paga décadas de asfalto y ladrillo, de patadas al Eixample de Cerdà, que entre otras cosas dejaba los interiores de manzana para uso comunitario para compensar la ausencia de espacio público. El caso es que se está intentando renaturalizar Barcelona con un plan que tiene el ojo puesto en 2030, cuando se espera haber aumentado en 160 el número de hectáreas verdes en la ciudad (el total es de 1.167 hectáreas a los que hay que añadir las 1.700 de Collserola), tomando como base 2015. Ya se han ganado 60 y este lunes se ha presentado un nuevo impulso que añadirá 18,6 hectáreas más antes de 2023.

Ciutadella vs. Retiro

Es cierto que en una ciudad tan acotada por los cuatro costados, el margen de maniobra es muy estrecho. Hay dos cifras que ayudan a poner nombre y apellido a la tragedia. La primera, que cada barcelonés tiene unos siete metros cuadrados de verde, menos de la mitad de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (15 metros). La segunda, el parque urbano más grande es la Ciutadella, con 31 hectáreas, la mitad de las cuales, ocupadas por el zoo. Las comparaciones son odiosas, pero el Retiro de Madrid tiene 125 hectáreas. La situación es especialmente estrecha en el Eixample, donde la media de la ciudad salta por los aires y cada ciudadano apenas tiene un metro cuadrado de verde. Se compensa con los distritos tocados por Collserola, como Sarrià-Sant-Gervasi, Horta-Guinardó o Nou Barris, o con Sants-Montjuïc, que tiene Montjuïc en sus dominios.

Imagen virtual de cómo podría ser Consell de Cent, entre Llúria y Pau Claris, dentro de unos años

Imagen virtual de cómo podría ser Consell de Cent, entre Llúria y Pau Claris, dentro de unos años. Es una de las calles incluidas en el plan de ejes verdes / El Periódico

Eloi Badia, concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, ha presentado este lunes la continuidad del plan iniciado en 2013 por el gobierno de Xavier Trias para tratar de que el verde gane terreno al gris. Entonces se llamaba 'plan del verde y de la biodiversidad' y vencía en 2020. Ahora se ha reducido a 'plan naturaleza 2021-2030'. El edil de Barcelona en Comú ha señalado que el ritmo es el adecuado para alcanzar esas 160 hectáreas más de zonas verdes (un metro cuadrado más por habitante) antes de 10 años, y ha argumentado que el camino pasa por tres ejes fundamentales. En primer lugar, el crecimiento, logrado a través de operaciones quirúrgicas, pero también con grandes transformaciones pendientes, como terminar el parque de la Canòpia, en las Glòries, Can Batlló, la futura urbanización de la grieta ferroviaria de la Sagrera o el proyecto de ejes verdes del Eixample, la nueva vuelta de tuerca al plan de supermanzanas. Ahí sucederá algo que al ciudadano quizás le cueste de entender: una calle peatonalizada, sin asfalto, pero calle al fin y al cabo, se contará como espacio natural. "Somos conscientes de que será un verdes más social", ha concretado Badia.

En segundo lugar está la conservación y protección, ámbitos que se blindarán con la creación de un observatorio de la biodiversidad del que formarán parte expertos en la materia y cuyo cometido será que todo se haga con las máximas garantías. Por último, la participación ciudadana con la que se espera que los barrios hagan sus aportaciones y propuestas que permitan establecer dónde, cómo y a qué ritmo se va ganando espacio natural.