EN BARCELONA

Un juicio revivirá el asesinato que sublevó al barrio de Baró de Viver

Un jurado deberá decidir sobre la culpabilidad de un matrimonio que acabó con la vida de un hombre

La víctima recibió al menos tres tiros en plena calle tras haber recibido varias amenazas de muerte

Los vecinos llegaron a asaltar e incendiar la vivienda de los dos procesados por el crimen

Los vecinos de Baró de Viver se concentraron al día siguiente del asesinato para mostrar su repulsa por el crimen. Josep Garcia

Los vecinos de Baró de Viver se concentraron al día siguiente del asesinato para mostrar su repulsa por el crimen. Josep Garcia / JOSEP GARCIA

J. G. Albalat

J. G. Albalat

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Eduardo Colmena fue abatido a tiros el 22 de diciembre del 2018 en la plaza de Baró de Viver de Barcelona. Había sido amenazado de muerte por una familia con la que tenía relación muy conflictiva desde hacía años. Incluso, un día antes de su muerte presentó una denuncia ante los Mossos d’Esquadra. El sangriento crimen sublevó a los vecinos del barrio. La tensión y la crispación se apoderaron de los conciudadanos de la víctima. Un par de centenares de personas asaltaron y provocaron un incendio en la casa donde vivía el presunto homicida, que había desaparecido del mapa junto con todos sus allegados.

En la Audiencia de Barcelona se revivirá a partir del próximo lunes y durante varios días el suceso. En el banquillo de los acusados y frente a un jurado popular se sentará el matrimonio acusado de acabar con la vida de Eduardo. La fiscalía y el abogado Daniel Salvador, del despacho Vosseler, que ejerce la acusación particular, reclaman 27 años de cárcel para Olga Buendía Soto y su esposo Pedro Santiago Muñoz, el presunto autor material de los disparos, por un delito de asesinato y otro de tenencia ilícita de armas. El hombre fue detenido en enero del 2019 en Roquetas de Mar (Almería), donde se había refugiado con su familia. La mujer fue encarcelada posteriormente a raíz de la declaración de testigos protegidos.

Los dos procesados vivían en el barrio de Baró de Viver igual que Eduardo. Entre ellos había una relación más que pésima. La disputa había provocado que la víctima presentara múltiples denuncias contra Pedro Santiago y otros miembros de su clan familiar. La interpuso el día anterior al crimen. En ella ponía en conocimiento de los Mossos, entre otras cosas, que el 20 de diciembre, el acusado le había amenazado con pegarle un tiro, haciendo con la mano la señal de apuntar y disparar. “Los Mossos fueron a su casa, estuvieron un rato y se fueron. No los detuvieron ni hicieron nada”, se quejó en su día el padre del fallecido. 

Dos días después, sobre las 22 horas, esa amenaza se hizo realidad. Eduardo, a pesar del desafío lanzado por los procesados y “del miedo que sentía”, según detalla el fiscal, decidió salir de su domicilio a pasear y se dirigió hacia la plaza Baró de Viver, cerca de su vivienda. Los dos acusados fueron a su encuentro, puestos “de común acuerdo” y “con ánimo de acabar con su vida” o “al menos asumiendo las altas probabilidades de que ese resultado se produjera”, sostiene el fiscal.

"Mátalo", grito la mujer

Olga llevaba el arma en un primer momento, pero después se la entregó a su marido, Pedro. Mientras esta se acercaba a su enemistado vecino, la mujer gritaba: “Mátalo”. El hombre le disparó a la víctima en el tórax y en la cabeza al menos, según la acusación pública, en tres ocasiones, causándole la muerte. El fallecido, que dejó mujer y una hija, no tuvo ni la oportunidad de defenderse del ataque, recalca la fiscalía, que reclama una indemnización de 730.000 euros para la familia del finado.

El principal sospechoso y su familia huyeron la misma noche del asesinato. Fue tan rápida la fuga que dejaron la puerta de su vivienda abierta y la luz y la calefacción encendidas. Recalaron en la localidad almeriense de Roquetas de Mar. Pero la policía dio con ellos. Pedro fue enviado a prisión y su mujer Olga quedó en liberad provisional, aunque posteriormente, fue encarcelada por la declaración de cuatro testigos protegidos aportados por el abogado de la acusación, Daniel Salvador. Dos personas habían visto al matrimonio junto con el cadáver justo después de haber oído los disparos. También oyeron que el hombre le dijo a su esposa: “Lo he matado”. Tras ser detenido, Pedro reconoció la autoría del homicidio, aunque argumentó una hipotética legítima defensa que, por el momento, no ha quedado acreditada. El jurado es quien decidirá sobre su culpabilidad.

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