Marjan, el sintecho tiroteado por la Urbana, vuelve a vivir en la calle

El sintecho tiroteado por la Guardia Urbana desmiente la versión policial y niega que atacara a ningún agente

Marjan recibió atención psiquiátrica, se negó a ir a un equipamiento municipal, y prefiere vivir en la calle

Por el momento no se plantea denunciar a la policía y sueña con un empleo en una granja y un pequeño apartamento

Barcelona 31 03 2021 Marjan C    el sintecho que fue tiroteado por la Guardia Urbana en el Passeig de Sant Joan  Foto de Ferran Nadeu

Barcelona 31 03 2021 Marjan C el sintecho que fue tiroteado por la Guardia Urbana en el Passeig de Sant Joan Foto de Ferran Nadeu / Ferran Nadeu

Elisenda Colell

Elisenda Colell

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Sus ojos marrones no mienten. Hablan demasiado de una vida arrastrando terror, miedo y miseria. Se humedecen al mencionar la guerra de los Balcanes, que ni siquiera logra pronunciar. Se cierran al hablar de las palizas que le propiciaba su padrastro cuando solo tenía 10 años. Y se abren como platos al recordar la tarde del 21 de noviembre, cuando un agente de la Guardia Urbana le disparó en el torso y casi pierde la vida. Marjan salió del hospital el pasado viernes y ya vuelve a dormir en la calle. El agente hace casi dos meses que volvió a patrullar. "Yo podría mirarle fijamente a la cara, ¿él podría hacer lo mismo?", se pregunta el sintecho, ya recuperado. La Guardia Urbana explicó la respuesta del agente porque él les quiso atacar con un rudimentario cuchillo. Él lo desmiente. "Vi que me seguían, que iban a por mí, y no entendía nada. Me puse a correr hasta que terminé exhausto. Y entonces me dispararon sin motivo alguno".

Marjan nació hace 43 años en Bosnia, tiene pasaporte húngaro y hace cuatro años que duerme en grandes ciudades europeas. "Alemania quizá era el mejor lugar para la gente sin hogar, porque si reciclas latas y botellas de cristal consigues dinero para comer", explica. A Barcelona llegó en junio de 2020, después de pasar por Suiza, París y otras ciudades del sur de Francia. Todo el mundo habla de él como un hombre tranquilo, que no busca problemas. Tras el ataque policial, él es el único imputado por un delito de desacato contra la autoridad. La investigación de los Mossos determinó que el agente de la Urbana no hizo nada antirreglamentario. ¿Quiere poner una denuncia por el disparo que recibiste? "Que el ayuntamiento haga lo que tenga que hacer. Yo estoy tranquilo, no quiero problemas. Solo quiero mirar adelante".

Se explica en inglés y la exposición de su versión la tarde del suceso es tajante. "A las seis de la tarde estaba aquí, en el paseo de Sant Joan, yendo para la fuente de Tetuán a lavar mis cosas. Vi cómo se acercaba la policía, y me di cuenta de que me estaban siguiendo. Me puse muy nervioso, no entendía nada, y empecé a correr. El coche chocó contra la acera y me asusté mucho. Cuando llegué al otro lado de la calle, en el parque infantil, ya no podía más y descansé. El copiloto del vehículo policial abrió la puerta. Estaba solo a tres metros de mí. Oí 'bang bang' y recuerdo derrumbarme y sentir un dolor terrible", expone. "Oí que los agentes dijeron: 'no era él al que buscamos'", expone. La última frase que recuerda fue la de los sanitarios del Sistema d'Emergències Mèdiques gritando "le estamos perdiendo", añade con los ojos vidriosos.

Marjan estuvo varias semanas en coma en la uci del Hospital de Sant Pau. Cuando despertó, le visitaron el único educador de la fundació Arrels con quien había tenido contacto, y la teniente de alcalde de Servicios sociales del ayuntamiento, Laura Pérez. "Del hospital solo puedo decir cosas buenas, era como estar en un hotel de cinco estrellas", dice sonriendo. Explica que le han reducido el 80% de la capacidad estomacal, y por ello come menos. "Me siento un poco débil", asume. Cuando salió de Sant Pau ingresó en el Hospital Mare de Déu de la Mercè, especializado en salud mental, hasta el pasado viernes, 26 de marzo. Fue entonces cuando el consistorio pactó la salida del hospital para que se trasladara al Espai Integral Meridiana, un centro que ofrece alojamiento nocturno colectivo, centro de día con actividades o servicio de enfermería.

"Como mucho estuve dos horas. Vi las normas estrictas, me imaginé durmiendo con tantísima gente... y me fuí. Prefiero estar solo en la calle sin que nadie me moleste", se sincera Marjan. Aunque si pudiera elegir, no estaría en la calle. "Me gustaría un apartamento para mí, por pequeño que sea", sueña. Al segundo vuelve a la realidad. "Pero es que no tengo trabajo", resopla. ¿Y si pudiera, de qué le gustaría trabajar? "En la naturaleza, en el campo, en una granja... es donde mejor se vive. Allí no hay problemas, todo es tranquilo", asume.

Marjan muestra las heridas de bala y las cicatrices de la operación tras el balazo de la Guardia Urbana.

Marjan muestra las heridas de bala y las cicatrices de la operación tras el balazo de la Guardia Urbana. / Ferran Nadeu

Hoy, desde el banco donde duerme, se desabrocha las cuatro chaquetas que le protegen del frío, y se levanta la camiseta. Tiene una cicatriz en la barriga y dos agujeros que supuran en el abdomen. "Son las balas", señala.

- ¿No cree que están mal curadas?

- "No, está todo bien".

-¿No necesita medicación?

- "No, nada de eso. Solo vitaminas", zanja Marjan.

La comisionada de acción social del ayuntamiento explica que al salir del equipamiento propuesto por el municipio Marjan se comprometió a tomarse medicación de forma inyectable cada 15 días. "No tengo claro que lo hiciese el pasado viernes, pero estamos haciendo un plan de seguimiento con los educadores de la calle para que poco a poco acepte nuestra ayuda", sostiene Fuertes. La Fundació Arrels teme que no fuera la salida que él necesitaba. "Valoramos todas las opciones, hasta la de una pensión, pero creímos que esta era la más adecuada. Sin embargo, volveremos a revisarlo", se compromete Fuertes.

Arrels también ayuda a Marjan de forma pactada con el consistorio. Les ha pedido recuperar su pasaporte y si puede contactar con su familia. Pero aún no ha pisado el centro de la entidad, en el Raval, donde podría asearse o cambiarse de ropa. "Lo importante es que poco a poco Marjan pueda pedirnos ayuda, lo que necesite", asume Bea Gonzalez, abogada de la entidad. "Nosotros tenemos claro que nos personaremos contra el disparo, esto no puede quedar impune y estamos convencidos que Marjan no atacó a ningún agente", añade Gonzalez. "Es incomprensible que él sea el único culpable de todo aquello, y que el policía siga patrullando en la calle, como si nada hubiera pasado", añade.

La jueza que lleva el caso debe llamarle para declarar. "Esperemos que nos avisen a nosotros, porque él está en la calle, no tiene dirección para recibir la citación", agrega González. Él no quiere saber nada de eso. Solo mirar adelante. Y que las noches en el asfalto terminen rápido. "Prefiero el sol que la luna", explica. ¿Por qué? "Nunca me ha gustado dormir en la calle. Siempre recuerdo la primera vez que lo hice. Dormí en medio de la nieve, en el campo, con 11 años, después de escaparme de las palizas de mi padrastro".

-¿En eso piensa cuando se acuesta en el asfalto?

- "Sí, cada noche".

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