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Ubú Rey en el Paral·lel

El Ejército del Aerosol toma el parque de las Tres Xemeneies en una imaginativa y felizmente muy poco 'haseliana' jornada en favor de la libertad de expresión

Gran formato

Gran formato / Manu Mitru

Carles Cols

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Qué curioso que las tres icónicas chimeneas del Paral·lel de Barcelona, con lo que llevan ahí en pie (la primera se levantó en 1896 y la tercera, en 1912), jamás hubieran parecido como este domingo de reivindicativa protesta en favor de la libertad de expresión los tres picos de una corona real, no en su versión más elaborada, con florones, perlas, diamantes y rematada con un orbe central, sino la de tres puntas, para que nos entendamos, como la empleada para ilustrar las portadas de alguna edición de ‘Ubú Rey’, eterna obra de Alfred Jarry a la que periódicamente hay que sacar punta. Ahora, por ejemplo.

Los antecedentes de la convocatoria son bastante conocidos. El pasado 7 de febrero, Roc Blackblock, el Eduadro Manostijeras de los aerosoles, un artista que merece la pena ver en plena acción, dedicó una de sus obras a Pablo Hasél en uno de los llamados ‘Murs Lliures’ de Barcelona, en esa ocasión, en el parque de las Tres Xemeneies. Son paredes en las que este tipo de intervenciones están permitidas. El 8 de febrero, algún muy celoso cargo municipal que aún no ha dado la cara ordenó a los servicios de limpieza que borraran aquella obra, un retrato de Juan Carlos I en el que el exjefe del Estado llevaba pegada una etiqueta de ladrón en la frente.

Roc Blackblock ultima su mural de denuncia de la monarquía en Barcelona, un ejemplo reciente de 'artivismo'.

Roc Blackblock ultima sus tres tazas, después de que su caldo del 7 de febrero fuera censurado. / Manu Mitru

El ‘efecto Streisand’ de aquel empeño censor fue inmediato. Un mural que habrían visto solo los escasos habituales del parque y los seguidores en Instagram de Roc Blackblock se convirtió en pocas horas en una obra archiconocida y, más aún, dos semanas después, en una fiesta del aerosol impredecible antes de comenzar y muy jugosa de comentar.

La cita, de entrada, llegaba con un título genérico que podía invitar a la prudencia. ‘Todos somos Hasél’. Vamos a ver, ¿en qué sentido? La elección de un icono colectivo es siempre una cuestión que merece ser bien meditada. En 1960, he aquí un antecedente, hasta la muchachada ‘pesuquera’ se animó a pintar en las calles de Barcelona lemas a favor de la libertad de Jordi Pujol tras los ‘Fets del Palau’ y, como bien se sabe, aquel entonces banquero catalanista terminaría por gobernar Catalunya durante 23 años, tanto tiempo que fue blanco, por cierto, de hasta dos versiones libres de ‘Ubú Rey’ referidas a su peculiar forma de presidir el país.

Las tres chimeneas de la antigua Canadiense, revisitadas esta vez como una suerte de corona de Ubú Rey.

Las tres chimeneas de la antigua Canadiense, revisitadas esta vez como una suerte de corona de Ubú Rey. / Manu Mitru

La cuestión es que la jornada grafitera en las Tres Ximeneies comenzó a media mañana con esa incógnita de a ver si ahora tocará escuchar el verso rapero de Hasél durante 23 años, pero no, pasadas un par de horas ya quedaba claro que la cuarentena de artistas convocados por Murs Lliures Wallspot iban con su propia letra, en general con un relato a favor de la libertad de expresión inteligente y con un discurso sobre el hartazgo con la doble vara de medir de la justicia.

La pared de Roc Blackblock era fácil de encontrar por la nube de curiosos y cámaras. Su aportación era la lógica en estos casos. Tras el caldo rechazado del 7 de febrero, ahora, tres tazas. Con un dominio portentoso de su técnica pictórica, de sus aerosoles salieron Franco, Juan Carlos I y Felipe VI. No es lo más iconoclasta que en este sentido se ha hecho en Barcelona. De vez en cuando, ni que sea solo por enredar, conviene recordar que Barcelona hizo en 2016 lo inimaginable en España. Se quiso mostrar en público una estatua ecuestre de un Franco decapitado. Cuando algún grupo ultra comenzaba a alzar la voz, aquella ‘performance’ fue retirada vistas las protestas de la parroquia independentista. Es un episodio que algún día merecerá ser políticamente psicoanalizado.

La actualidad política, vista por Owen.

La actualidad política, vista por Owen. / Manu Mitru

Con luz propia ha brillado también en la cita el trabajo de Owen, otro referente local de fama internacional. En su caso, también, nada de Hasél. Ha caricaturizado a la falangista Isabel Peralta, brazo en alto y camisa azul, sobre un fondo en que en grandes letras se podía leer “vergüenza”.

Valiente Creations, nombre artístico de una joven profesora de arte en una escuela de Barcelona, ha pretendido ir más allá incluso del debate de la libertad de expresión. Lo ha hecho con un implícito homenaje a su padre, sevillano, con una expresión muy común en la capital andaluza, “Me tenéis hasta el * en general”. Aunque azul, el dibujo que acompañaba al texto era sin duda un coño.

El conjunto de obras de esta pretendida jornada ‘haseliana’ tendrá, probablemente, una vida efímera, no por culpa, esta vez, del cumplimiento más allá del deber por parte de algún cargo municipal, sino porque esa es la esencia de Murs Lliures, que cada obra sobrevive hasta que llega alguien con otra en mente. Por el camino, eso sí, quedan indelebles en la memoria de las redes sociales imágenes icónicas. En esta ocasión, por ejemplo, la de Juanjo Surace, un tipo afortunadamente incorregible.

El siempre perfeccionista Juanjo Surace trabaja un detalle de su obra en el parque de las Tres Xemeneies.

El siempre perfeccionista Juanjo Surace trabaja un detalle de su obra en el parque de las Tres Xemeneies. / Manu Mitru

Bajo la imponente corona de las tres chimeneas y en un muro chiquitín (cosas que pasan por llegar tarde la convocatoria), Juanjo ha revisitado un clásico, los tres monos del templo de Toshogu, uno que no ve, otro que no oye y un tercero que tapa su boca con las manos, pero en esta ocasión lo que les impide percibir con sus sentidos la realidad es una bandera española. Sobran más comentarios.

La aportación de Reos a la jornada artística de las Tres Xemeneies.

La aportación de Reos a la jornada artística de las Tres Xemeneies. / Manu Mitru

Toda revolución, cultural, política, musical o lo que sea, necesita un cuadro, imagen o canción como estandarte. Lo logró Eugène Delacroix con ‘La libertad guiando al pueblo’, lo consiguió Hans Gutmann con su celebrada y algo falaz foto de una miliciana en el tejado del Hotel Colón de Barcelona en plena Guerra Civil y lo bordó, también con algunas trampas, Yevgeni Jaldei, cuando ‘iconizó’ la toma del Reichstag a manos del Ejército rojo en 1945.

Violencia al margen, el hartazgo que estos días se expresa en la calle se supone que anda en busca aún de un imagen simbólica. No parece que lo vaya a ser, menos mal, la canción tal o cual de un rapero. Tal vez surja, quien sabe, en el Ubú Rey del Paral.lel.

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