ÉRASE UNA VEZ EN... CAMP D'EN GRASSOT I GRÀCIA NOVA (49)

Los bailes robados

El 31 de diciembre cerró de forma definitiva la Fundació Ludàlia, referente en ofrecer ocio normalizado a las personas con discapacidad intelectual en la capital catalana.

La premiada entidad, que llevaba más de una década organizando las discotecas de los domingos en Luz de Gas, no ha podido superar la crisis del covid.

Barcelona 14 01 2021  Erase una vez en el barrio  Fundacio Ludalia ha tenido que cerrar debido a la Covid-19  En la foto Josefina Machado (directora) y Jordi Santamaria (educador) delante del local  ya cerrado  donde estaba Ludalia  FOTOGRAFO SERGI CONESA

Barcelona 14 01 2021 Erase una vez en el barrio Fundacio Ludalia ha tenido que cerrar debido a la Covid-19 En la foto Josefina Machado (directora) y Jordi Santamaria (educador) delante del local ya cerrado donde estaba Ludalia FOTOGRAFO SERGI CONESA / SERGI CONESA

Helena López

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Tras cada persiana bajada, infinitos vacíos. Las de los bajos del número 13 de la calle de Balcells, en la parte alta del Camp d'en Grassot i Gràcia Nova, casi en la frontera con La Salut, permanecen abajo, heladas también por el frío, desde el pasado 31 de diciembre, día en el que se disolvió la Fundació Ludàlia, otra víctima colateral y silenciosa del covid. Un silencio que araña el corazón en un espacio que se caracterizó por la música, por los bailes, por la vida. El lugar desde el que se organizaban aquellas tardes de domingo en la Sala B de Luz de Gas donde decenas de personas con discapacidad intelectual podían dejar en la puerta la pesada etiqueta que siempre les acompaña y bailar y cantar y sudar y mezclarse como cualquier joven cualquier fin de semana en la vida antes del covid.

Josefina Machado, la ya exdirectora de la fundación, llevaba más de 10 años vinculada a ella. Empezó de voluntaria, a través de su hermana, que tiene discapacidad. Cuando llegó de Argentina, de donde son, buscando recursos para ella, dio con este proyecto del que se enamoró. Lo crearon -como la mayoría de recursos especializados en este sector- hace 20 años Consol y Toni, padres de un niño con discapacidad cuando, al cumplir su hijo 18 años, vieron que -en aquel entonces- no existía una oferta de ocio y cultura adecuada a su edad. Era todo muy infantilizado y su hijo tenía una discapacidad, pero ya no era un niño.

Imagen de archivo de una fiesta organizada por una fundación dedicada a fomentar el ocio y la cultura entre personas con discapacidad intelectual

Fiesta de abril en la sala Luz de Gas en una de las discotecas de los domingos de Ludàlia. / EL PERIÓDICO

El proyecto de la 'disco', el más mediático de los muchos promovidos por la entidad, pero no el único, iba a cumplir 12 años en la Sala B de Luz de gas. Empezaron en otro bar musical, pero en la discoteca de Fede Sardà el proyecto se consolidó y se hizo grande. "Venía mucha gente, de todas partes, porque no existía otra iniciativa de estas características. Era una discoteca libre, y, sobre todo, una discoteca. Había los mismos camareros y DJ que la noche anterior; se pinchaba la misma música, la única diferencia era que no se servía alcohol y que era por la tarde", recuerda orgullosa Machado con un punto de tristeza.

Las únicas normas de la disco de Ludàlia -en la que participaban unas 100 personas por sesión- eran pasarlo bien y no hacer nada que no te gustaría que no te hicieran. "La gente con discapacidad intelectual está muy acostumbrada a que les digan qué tienen que hacer, cuándo, cómo… que un camarero les preguntara qué quieren tomar y elegir ellos ya era una pequeña meta lograda", prosigue la exdirectora del espacio quien, como todos, está haciendo el duelo por el cierre.

En esa misma línea, habían participado en la organización de las fiestas de Gràcia, proponiendo que en las barras, en lugar de poner "cerveza a un euro" se usara una fotografía de la bebida en cuestión, que es mucho más fácil para que estas personas lo puedan señalar y pedir de forma autónoma. Habían iniciado también una colaboración con los 'castellers' del barrio y la Fira d'Entitats de la Salut. Tenían proyectos.

"En la discoteca, además, salían muchas cosas. Era un espacio de libertad en el que podían expresarse, compartir... acompañados por unos monitores que les empoderaban. Unos monitores a los que sentían como acompañantes, no vigilantes ni tutores", prosigue la exdirectora.

Barreras invisibles

El objetivo principal tan sencillo y a la vez tan complicado era que ellos se lo pasaran bien y pudieran disfrutar de su tiempo libre con un buen acompañamiento. Machado habla de las barreras invisibles. "En otras discapacidades las barreras son muy evidentes; pero nuestras rampas son invisibles y eso es un gran problema, porque como no se nos ve puede parecer que no existimos…", reflexiona.

Por eso todas sus actividades las organizaban en lugares 'normalizados'. La 'disco', en Luz de Gas; el taller de teatro, en el Almería Teatre, en Sant Lluís; el de Fotografía, en el Pati Llimona; el de Informática, en la biblioteca Jaume Fuster...

La última canción

La última sesión de ‘disco’ fue el 8 de marzo del 2020, momento en el que ya todo el mundo hablaba del virus pero nadie imaginaba hasta qué punto cambiaría sus vidas. Una bonita tarde de risas y baile que iba a ser un domingo más pero la pandemia quiso convertirlo en el último. Tras meses de no poder realizar ninguna de sus actividades la pequeña y tantas veces premiada fundación (Premio Impulsa Príncipe de Girona Social 2010 y el Premio Estatal y Autonómico Jóvenes con Valores 2008 de la Obra Social de la Caixa) agotó en noviembre sus recursos y se vio obligada a cerrar. Su razón de ser era socializar y dadas las circunstancias nadie sabe cuándo podrían volver a hacerlo y era imposible mantener durante indefinidos meses la estructura, por minúscula que fuera (que lo era). 

El mensaje que han dejado como único contenido en su todavía activa página web es toda una declaración de intenciones: "nunca dejaremos de sonreír".