BARCELONEANDO

El arte de Plensa, medicina en tiempos de pandemia

El escultor presenta en la galería Senda tres de sus reconocibles rostros en una muestra que es un canto a la esperanza en los difíciles momentos actuales

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Natàlia Farré

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“En la actual coyuntura, la paz, la reflexión, la serenidad que nos ofrece esta exposición es medicina pura”. Palabra de Carlos Durán. Durán es responsable de la galería Senda (Trafalgar, 32) y uno de esos hombres que siempre sale en defensa de Jaume Plensa, el más internacional de los artistas catalanes a la par que el menos local. Lo primero queda claro con ver donde lucen sus piezas, no hay rincón en el globo que no caiga rendido a sus cabezas de mujer con los ojos cerrados, a sus poetas pensantes o a la humanidad que enlaza con letras de ocho alfabetos. Madera, basalto, alabastro, acero...  Lo segundo –nadie es profeta en su tierra- queda en evidencia cuando se piensa en la cicatería que demostró el Macba en la exposición que le dedicó en el 2018 tras años, 22, sin exhibir obra en un museo de Barcelona. La muestra generó colas, es la más vista en la historia de la institución, pero rozó la tacañería curatorial. Ya saben, el escultor no es del agrado del ‘establishment’ cultural más conceptual. Pero sí del público. Plensa lo vive resignadamente: “Ya me he acostumbrado, hay críticos que les encanta destruirme y otros que les encanta alabarme”. Durán no es tan conformista. Lo dicho, siempre está ahí para defenderlo: “Lo mejor que podemos sacar de la exposición del Macba es el deseo unánime del publico de ver una exposición sin complejos de Plensa. Él merece clarísimamente otra lectura”.

De momento, Plensa luce en la Senda. ‘La llarga nit’. Dos esculturas de bronce con alma de madera: “El bronce es como un retrato de la madera en un momento preciso”, afirma el artista, que es lo mismo que decir que después de trabajarla, cuando la madera ha generado las grietas o alteraciones que le gustan, la inmortaliza convirtiéndola en bronce; y una tercera pieza de malla metálica: “Permite entender la orografía, los volúmenes que creamos en el interior de nuestro cuerpo. Comprender cómo somos por dentro siempre ha sido una de mis obsesiones”.  Un mucho de introspección y de reflexión de las que Plensa no huye, todo lo contrario. Y que la pandemia ha acentuado. Pero que nadie saque conclusiones erróneas. El título y la muestra son un canto a la esperanza en momentos de dificultad. “Por larga que sea la noche, siempre hay un mañana”, sentencia el escultor. La noche es magia. Es sueño. Es poesía. Es reflexión. Y “es el nexo entre nuestra humanidad y nuestro deseo de eternidad”. ¿Y qué es la mañana? “La epifanía. Lo que nos liberará de todo el sufrimiento. El arte tiene esta gran capacidad”.

David frente a Goliat

‘Minna’s Words’, dos metros de rostro de mujer de bronce que levita, no toca al suelo sino que se aferra al techo, y que pide silencio con la mano recibe al visitante con toda su carga espiritual. “La idea de suspensión va intrínseca con la voluntad de ligereza que busca mi obra”. El silencio tampoco es nuevo en la creación de Plensa. Y para ello tiene muchas justificaciones: “Defiendo la fabricación literal del silencio como un elemento necesario para poder escuchar la vibración del propio cuerpo. La vibración de los pensamientos. Si no te conoces a ti mismo es muy difícil llegar a conocer a los otros”. Hay más: “Generar silencio es necesario para escuchar nuestras voces. Nuestras pequeñas voces, somos David frente a Goliat, en esta sociedad tan desproporcionada. Esta niña nos representa un poco a todos, a como nos gustaría que se calmaran las voces, los gritos de la sociedad actual”.

Pese a las inevitables referencias al covid-19, Plensa afirma que no ha cambiado su forma de trabajar. “Vivimos tiempos difíciles pero el arte debe transcender a su época. ‘Macbeth’ se escribió en un momento de pandemia y no habla de enfermedades”. Pero sí ha trastocado su vida. No viaja desde el mes de marzo y eso no le permite seguir todo el proceso de sus obras: desde su nacimiento conceptual hasta su instalación. “Cualquier momento es de una gran belleza y se ha de cuidar y mimar”. No ha podido acompañar a obras que este año han encontrado emplazamiento en Canadá y EEUU. Aunque espera que la pandemia le dé una tregua y pueda ir en abril a montar una cabeza de 22 metros (22 contenedores de barco, ocupa su traslado) junto al río Hudson, en New Jersey. No en vano a Plensa expone en museos y galerías de todo el mundo pero lo suyo es el espacio público: “Una manera abierta sin ningún condicionamiento para hacer llegar el arte a la gente”.

El abandono de BCN

De hecho, es uno de los grandes escultores internacionales del espacio público, pero lo dicho, nadie es profeta en su tierra. Poco luce en Barcelona, aunque a punto estuvo de tener una de sus grandes piezas junto al mar. Trias se la encargó, pero hubo cambio municipal. Su recuperación se antoja imposible, no por el momento pandémico sino por algo mucho más profundo: “Barcelona está pasando una época de abandono propio, como si hubiera perdido el interés en ella misma. Soy de Barcelona, pero no la siento mía”. 

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