El líder de la banda musical

Adiós a Trueno, el caballo más valiente de la Guardia Urbana

Tras 18 años de servicio en la Unitat Muntada, el animal pasará la jubilación en una cuadra de Berga

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Guillem Sànchez

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La Guardia Urbana de Barcelona ha despedido este miércoles a Trueno, el líder de la manada de la Unitat Muntada. Un caballo negro que ha prestado 18 años de servicio sin asustarse, jamás. Carlos, su jinete, mientras lo cepillaba por última vez esta mañana en la cuadra ubicada junto al parque zoológico, con un nudo en la garganta, notaba que Trueno se olía que algo pasaba. "Está raro".

Primero le ha retirado los restos de serrín, después el polvo. Le ha deshecho los enredos de la cola y le ha peinado con la mano el flequillo. "Algo nota", insistía Carlos, sosteniéndole el morro y mirándolo directamente a los ojos, envejecidos por las canas. Las vidas de los caballos duran tres veces menos que las de los humanos. Pero los retiros duelen casi lo mismo. Sobre todo los de animales como Trueno.

"Es de una pasta especial. Nunca se pone nervioso. Los dos hemos vivido situaciones complicadas, de estrés, en el tráfico o rodeados de gente, y él siempre ha respondido. Es el más fiable", recuerda Carlos. Porque así se mide el valor de los caballos, por su capacidad de mantener la calma en situaciones en las que un ataque de pánico pondría en riesgo a los ciudadanos. "Cuando vamos a un colegio, siempre viene Trueno, porque sabemos que con los críos la situación estará controlada".  

Trueno nació en 1997 en Benasque (Huesca). Hijo de Oficial, un semental pura sangre, y de Tormenta, una yegua de la ganadería de la empresa Tradisa, en El Prat de Llobregat. Fue seleccionado en el 2001 y presentado al alcalde Joan Clos para formar parte de la Unitat Muntada, el grupo de agentes que patrulla al trote y vigila las zonas de parques de la ciudad. Se llama Trueno porque la tradición es que el nombre guarde relación con el de la madre. Los dos primeros años, fueron de entrenamiento. Una tarea que asumió Joaquín. "Los caballos son asustadizos y la doma sobre todo consiste en amansarlos con cariño y estrechar el vínculo con el jinete, para que confíen en él y que cuando haya algo que los sobresalte la voz de este baste para tranquilizarlos", resume Joaquín. 

En el 2003, a punto de cumplir los 5 años, Trueno, sin apenas experiencia, fue elegido para encabezar la desaparecida banda musical. La Unitat Muntada, una de las más antiguas, disponía desde hace sesenta años y hasta al 2016, de una banda musical: una orquestra de agentes que tocan instrumentos a caballo. Participaban en cabalgatas y fiestas populares como Sant Medir Tres Tombs. Carlos, policía y músico de formación, era el director de la banda, y su caballo, por extensión, lo era de la manada. "Fue arriesgado poner a un caballo tan joven porque su puesto, con todos los instrumentos a su espalda, puede resultar desconcertante. Ese día, Trueno dio un par de pasos laterales cuando sonaron los platillos, y nada más". El puesto era suyo.

El caballo que lidera la banda musical es negro y es el único que lleva cabezada blanca. Este miercoles, los compañeros le han regalado a Carlos una foto de Trueno luciendo el correaje de gala antes de comenzar el servicio. Ese ha sido el primer homenaje, que el caballo se ha perdido. El segundo lo ha protagonizado enteramente, poco antes de que el transportista viniera a recogerlo para llevarlo a una cuadra de Berga, donde pasará su última etapa, de jubilado, pastando junto a otros dos animales. Carlos lo ha sacado a trotar por el picadero y Trueno se ha encontrado con los agentes de la Muntada en pasillo de formación. Se han cuadrado a su paso y lo han aplaudido al final. 

Será una incógnita comprobar cómo Trueno se adapta al nuevo entorno. Habitualmente los caballos que se retiran del servicio, esperan en una clínica que se aclare el destino en el que transcurrirá su retiro. Con Trueno este paso intermedio tuvo que suspenderse. Se entristeció demasiado y perdió varios kilos. Los veterinarios aconsejaron que se hiciera una excepción y que regresara a la Unitat Muntada hasta que se aclarara su traslado a Berga. Pocos días después de traerlo, y aunque todavía asoman huesos puntiagudos en su trasero, mejoró. A ver cómo lleva en Berga lo de ser un caballo más, sin cabezada de gala ni músicos a su espalda. Carlos dice que irá a verlo a menudo. 

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