Movilidad y pandemia

Desplazarse al trabajo sin miedo

Planes de empresa facilitan ir al trabajo sin aglomeraciones en transporte colectivo o en bicicleta

La estación de metro de Verdaguer, el primer día de colegio en Catalunya.

La estación de metro de Verdaguer, el primer día de colegio en Catalunya. / periodico

Michele Catanzaro

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La empresa Liberty Seguros paga 0,37 euros a sus trabajadores por cada kilómetro recorrido en bicicleta para llegar al trabajo. Además, organiza clases prácticas, tiene aparcamientos de bicicletas y duchas, y ha adquirido una flota de bicicletas. Con este sistema, 120 trabajadores (un 11% de la plantilla) han pedaleado más de 200.000 kilómetros entre 2016 y 2019, en sus sedes de España (incluyendo Barcelona), Portugal e Irlanda, según datos de la empresa. Eso correspondería a un ahorro de 40.000 kilogramos de CO2.

Aunque ahora el sistema está congelado, porque el 100% de la plantilla trabaja desde casa, este proyecto es recurrente en las conversaciones con expertos sobre cómo abordar la movilidad sostenible en tiempos de covid-19.  "La gran asignatura pendiente es implicar a las empresas en gestionar la movilidad de sus trabajadores", afirma Manel Ferri, cofundador de la Plataforma para el Transporte Publico.

Escalonar horarios

Si las empresas escalonaran, por ejemplo, los horarios de entrada y salida, se evitarían las aglomeraciones de la mañana y de la tarde. "Nadie ha documentado contagios en el transporte público. Es seguro y en la mayoría del día no hay aglomeraciones. Sin embargo, hay que aplanar los picos de las horas punta", afirma Ferri.

Muchas empresas no han redactado los obligatorios planes de desplazamiento

Otra empresa pionera en gestionar la movilidad es Seat. Desde hace años, una setentena de líneas de autobuses de empresa llevan a unos 7.000 trabajadores a sus tres plantas de Barcelona. A raíz de la pandemia, ese servicio se ha duplicado para garantizar un nivel de ocupación inferior al 50%.

"Desde hace una década, los empleadores están obligados por ley a redactar planes de desplazamiento. Sin embargo, muchas de ellas no lo han hecho", afirma José Manuel Jurado, responsable de sostenibilidad de Comisiones Obreras en Catalunya. Por ejemplo, ni el Ayuntamiento de Barcelona ni el Hospital de Vall d’Hebron, dos de los mayores empleadores en la capital catalana, disponen de uno. El gobierno municipal prevé tenerlo a principios del próximo año, según Rosa Alarcón, concejala de Movilidad. Además, la semana pasada firmó un compromiso con patronales y sindicatos para fomentar esta práctica.

"De las 300 o 400 empresas [del área metropolitana] que deberían hacer un plan, unas 80 lo tienen", comenta Xavier Codina, responsable de proyectos de movilidad de la consultora Anthesis Lavola, que ha colaborado en unos 40. 

Codina explica que un decreto de 2007 de la Generalitat obligaba a empresas medianas y grandes de 40 municipios de la región metropolitana de Barcelona a que tuviern planes de movilidad. Sin embargo, ni este decreto ni el que lo prorrogó en 2009, ni un acuerdo de gobierno de 2014 incluyeron medidas sancionadoras. De esta forma, las empresas inclumplidoras no han sufrido ninguna consecuencia. 

Ahorro para trabajador y empresa

“Ir en coche al trabajo es un gasto para el trabajador, un gasto para el empresa que pone el aparcamiento y conlleva pérdidas por retrasos e incidentes. Además contamina y discrimina a quienes no tienen coche o carnet, a menudo mujeres o migrantes", observa Jurado. Además de ahorrar recursos, las empresas pueden bonificar hasta el 50% de los gastos de sus planes de desplazamiento. El rango de opciones es amplio: fomentar el teletrabajo (los expertos están expectantes ante los efectos de la reciente ley del Gobierno sobre el tema), impulsar los autobuses de empresa, compensar la condivisión de coches, adquirir flotas de bicicletas...

Codina afirma que muchas empresas tienen la intención de ampliar las plazas para bicicletas o abrir vestuarios, al esperar que la opción de pedalear aumentará mucho cuando los trabajadores vuelvan a la presencialidad.

Anthesis Lavola ha detectado otra tendencia. Las aplicaciones que algunas empresas usan para reservar plaza en autobuses y coches compartidos se han convertido en una herramienta para trazar los contactos de cara a posibles brotes de covid. 

Ir en coche al trabajo es un gasto para el trabajador y para la empresa

Uno de los planes más ambiciosos se ha puesto en marcha en El Prat. "Aquí viene más gente a trabajar de la que vive y la conectividad con polígonos y zonas industriales no está resuelta", explica el director de acción ambiental del municipio del Baix Llobregat, Joan Herrera.

El ayuntamiento ha conseguido una subvención de 650.000 euros para un sistema que compensa a los trabajadores que opten por desplazarse en transporte público, bicicleta o coche compartido. Además de una aplicación que permite registrar los desplazamientos, el municipio pretende poner a disposición flotas de bicicletas y de coches eléctricos compartidos. "Esperamos que esté en función en un año y medio y luego confiamos que se extienda al resto del área metropolitana", concluye Herrera.