MOVILIDAD SOSTENIBLE

Así se renueva el aire dentro del metro

Carlos Márquez Daniel

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Lo que no se ve, como el coronavirus, tanto puede crear negacionismo como miedo irracional. En el metro de la L1 que pasa por Glòries a las 8.30 horas del 27 de octubre se puede comprobar hasta qué punto el covid ha alterado el ambiente en el transporte público. A pesar del teletrabajo, la crisis que ha degollado miles de empleos y la emigración hacia otros modos de desplazamiento considerados más seguros, el convoi presenta un aspecto inquietante en tiempos de pandemia. La mascarilla no se discute, pero la distancia no se cumple en ningún caso. El silencio, la ausencia de conversaciones, la sucesión de noticias sobre el aumento de contagios que los viajeros leen en sus móviles. Pero por encima de todo, el hecho de tener, codo con codo, a un montón de personas de las que no sabes nada. De las que, de hecho, solo te interesa una cosa: ¿están infectados? Desde el 'back office' de TMB se intenta aliviar ese malestar. Con la limpieza integral e intensa de todos los trenes durante la noche. Con la colocación de dispensadores de gel en las estaciones. Y con un sistema de ventilación que permite renovar el aire cada dos minutos y medio. No sé ve el virus y tampoco se ve cómo se le combate.

Según señala un portavoz de la empresa pública de transporte, el equipo de climatización aspira constantemente el aire del interior y del exterior. La mezcla se filtra y se enfría para ser enviada a través de conductos dentro de los vagones. A eso hay que sumar la apertura de puertas cada minuto o minuto y medio, lo que permite la entrada de aire nuevo. Con todo, siempre según TMB, se consigue renovar el ambiente cada dos minutos y medio. El flujo continuo de aire a través del sistema ayuda, además, a limitar la acumulación de partículas virales dentro del convoy. Los filtros permiten que los aerosoles grandes y pequeños queden bloqueados antes de que el aire entre en los conductos. Este sistema, según la empresa, "permite afirmar que el metro es seguro", admitiendo a la vez que el riesgo cero, ni aquí ni en ninguna parte, no existe.

Sin límite de aforo

El problema son las aglomeraciones. TMB tiene al personal de la empresa y a los vigilantes de seguridad supervisando las estaciones con mayor afluencia en las horas punta. Eso, sin embargo, no implica que se aplique un control del aforo que evite las imágenes que tanto recelo generan a pesar de la labor que se realiza de limpieza y ventilación. Un portavoz de la compañía lo resume de la siguiente manera: "En el transporte público de Catalunya no hay limitación de aforo ni de ocupación de los asientos. Cuando no se puede mantener la distancia, la seguridad se basa en otros factores diferenciales: la higiene, la mascarilla, la ventilación, la desinfección, la corta duración de los viajes y la no interacción". TMB también dispone de una aplicación móvil (también puede consultarse en el ordenador) que permite conocer el nivel de ocupación por líneas y horas. Aunque eso, si tienes una hora concreta de entrada al trabajo, de poco va a servir, ya que la alternativa es apostar por otro medio de transporte.  

La distancia media de los viajes en metro es de cinco kilómetros. Tres en el caso del bus. En Rodalies, según señala una voz autorizada, el tiempo medio de cada desplazamiento es de 22 minutos. En los trenes de cercanías el aire se renueva cada siete minutos, con el añadido de que la apertura de puertas se realiza, en la mayoría de los casos, en estaciones exteriores, lo que permite renovar más fácilmente el ambiente en cada parada. Un último detalle importante. No solo es obligatorio el uso de la mascarilla. Según una resolución aprobada por el Govern el pasado 15 de octubre sobre "nuevas medidas en materia de salud pública", los usuarios del transporte público "deben abstenerse de actividades que comporten sacarse la mascarilla, como comer". 

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