APOYO A UN COLECTIVO VULNERABLE

Un hogar para los chicos de la calle

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Elisenda Colell

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"En tan solo un mes, les ha cambiado la cara. Ahora sonríen", explica Laia Serrano, fundadora y directora de la entidad BarcelonActua. Se refiere a los 30 jóvenes que ahora viven en un hostal del Eixample barcelonés, en una innovadora iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona para una treintena de jóvenes migrantes y refugiados que antes de la pandemia estaban viviendo en la calle. El proyecto, que les da formación y un hogar, busca familias de acogida para que puedan apoyar la integración de estos chicos en los próximos meses.

"Estar con ella me recuerda a cuando vivía con mi abuela en Marruecos. Le riego las plantas, limpio, hago la comida y, sobre todo, le doy compañía porque ella está muy solita", cuenta Brahim Menzou, un joven magrebí que hoy vive con Victòria, una mujer catalana de 79 años que aceptó el reto de dar un techo a este joven tras meses de malvivir en la calle. 

En varios centros de menores

Brahim huyó de Marruecos en junio del año pasado. "Tras la muerte de mi padre, en casa necesitábamos dinero, y pensé que si venía a España podría ayudar más que quedándome en Marruecos", cuenta el joven, cuya familia reside en el pueblo de Tinghir. El padre falleció cuando el chico tenía 16 años. Dejó los estudios y se puso a trabajar de paleta en Nador. "Cuando había ahorrado lo suficiente, pagué 4.000 euros para subirme en una patera. Aún tengo pesadillas con aquel viaje, pero al menos sobreviví", señala. 

"Nunca me imaginé quedarme sin nada y estar en la calle. No se lo deseo a nadie"

Brahim Menzou

— Jóven magrebí extutelado por la Generalitat

En España la vida de éxito que le habían relatado se desvaneció pronto. Pasó por varios centros de menores, primero en Sevilla y después en Barcelona. Se vio obligado a abandonarlos el 14 de febrero tras haber cumplido los 18 años. "Estuve en un albergue en la Zona Franca, donde pasé el confinamiento, pero después me escapé porque necesitaba seguir asistiendo al curso de catalán, y al cerrar el centro no podía seguir estudiando", recuerda. Los últimos cuatro meses los ha pasado viviendo entre cartones en Nou Barris, y en algún piso con amigos cuando las camas quedaban vacías. "Nunca imaginé quedarme sin nada y estar en la calle, es algo que no le deseo a nadie", asevera.

La historia de Brahim se repite en los 30 jóvenes que residen en el espacio, que hace apenas un mes impulsó el ayuntamiento. "Un 20% de los chicos vinieron directamente de la calle, y otros vivían en equipamientos de personas sin hogar que abrieron durante la pandemia y hay otros jóvenes que han pedido asilo en España pero no tienen plazas en equipamientos para refugiados", cuenta Laia Serrano. A diferencia del resto de centros habilitados, en este hostal financiado por el consistorio todos los chicos están inscritos en algún ciclo formativo, y además participan en actividades de voluntariado.

Reparto de alimentos en el Raval

"Yo solo puedo dar las gracias", comenta Brahim, que combina los cursos de catalán y castellano, con una formación de administración de empresas y el reparto de alimentos en el barrio del Raval de Barcelona. "Me encanta ser útil, ver que puedo ayudar a la gente en estos momentos tan duros", agrega. Para Serrano, la implicación del voluntariado es clave para la integración de los jóvenes. "Son chicos muy capaces en cualquier ámbito, lo que creemos imprescindible es que puedan tejer su propia red en la ciudad, que conozcan a personas que les puedan ayudar", asevera.

"La realidad que nos encontramos es que estos jóvenes al llegar a Barcelona están completamente solos. Y la dificultad de que consigan un permiso de trabajo para ser autónomos aún lo hace más difícil", sostiene el regidor de derechos de ciudadanía, Marc Serra, que además reconoce que el consistorio no puede hacerse cargo de todos los casos de jóvenes refugiados. "Deberían acceder al plan estatal de ayuda al refugiado, pero no hay plazas para todos y deben esperarse. El ayuntamiento debe acoger a las familias con niños, por ello muchos de estos chicos jóvenes se quedan fuera", asume.

Este proyecto abre una pequeña esperanza para los miles de jóvenes en Catalunya que han sido arrojados a la calle en los últimos años. "Solo si les damos una red, si les brindamos este apoyo como sociedad, lograremos que puedan salir adelante y evitar que acaben entrando en redes de delincuencia o de ocupaciones. Merecen una oportunidad", sostiene Serrano. 

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