El futuro de Barcelona

"Nos hemos pasado de frenada en la Rambla. Tenemos que rectificarlo"

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Toni Sust

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Fermín Villar, presidente de Amics de la Rambla, posa ante el fotógrafo en el centro de la arteria histórica de la ciudad mientras un hombre mayor, con la mirada algo perdida, pide monedas a los transeúntes, que escasean. Villar le rechaza: “Es malo jugar a las máquinas”. Normalmente, cuenta, el hombre se hace con monedas que dejan en las terrazas los turistas. Pero ahora no hay turistas, y por lo tanto no hay monedas.

Hay gente que se ha quedado en una Rambla idealizada por la nostalgia, es legítimo. ¿Que nos hemos pasado en estos últimos años? Cierto. Amics de la Rambla ya promovió en el 2014 la primera moratoria de licencias de hoteles y restauración. Nos cayeron los reproches del sector económico y ningún golpecito en la espalda de los intelectuales y las entidades que están en contra del turismo. El grueso es de comerciantes, pero también somos amigos y vecinos.

¿Cuántos vecinos hay en la Rambla?

Amics de la Rambla tiene 30 vecinos asociados. Nos decían que vivían 48 personas en ella. En noviembre, el ayuntamiento encargó un estudio que indica que hay 680 vecinos. Nos hacen falta vecinos, pero no todo es culpa de la actividad comercial y turística. Parte del problema, lo dice el estudio, es que esto está lleno de edificios de las administraciones vacíos. Deberían ser viviendas, equipamientos. Todos tenemos culpa.

"Parte del problema de que no haya vecinos es que esto está lleno de edificios vacíos de las administraciones"

¿No cree que se ha hecho algo pesado en los últimos años pasear por la Rambla?

Generaciones anteriores ya decían años atrás que la Rambla ya no era la Rambla. ¿Qué nos hemos pasado de frenada? Sí. Tenemos que rectificarlo.

¿Y cómo se hace? ¿Tiene arreglo?

Ahora tendríamos que hacer la reforma de la Rambla que se aprobó. La reforma data del 2014, aunque el proyecto se aprobó hace dos años. Si empieza el año que viene, que no lo hará, hablaríamos de siete años de retraso.

¿Qué supondrá la reforma prevista?

Pacificará el tráfico, dará más espacio para pasear. Debería ir acompañado de herramientas que le faltan. Itziar González [la arquitecta y exconcejala, cabeza visible del plan de reforma] habla mucho, con buena intención, de equilibrar el comercio.

¿Recuperar comercio local de proximidad?

Comercio local no ha habido nunca en la Rambla. En algunas reuniones con Itziar nos decían: "Es que no hay panaderías en la Rambla". Yo respondía: "¿Cuándo ha habido una panadería en la Rambla?". Tiene que haber comercios a los que vaya gente de Barcelona. Con la moratoria de hoteles y restaurantes logramos algunas cosas. Donde había una pizzería para extranjeros hay un Oysho. Sí, es Inditex. No es un comercio pequeño, pero es que un comercio pequeño no puede pagar los precios de la Rambla. No es proximidad, pero mi hija y trabajadores del barrio entrarán a comprar unas zapatillas. No entrarían a comer una pizza.

"Es que no hay panaderías en la Rambla. Yo respondía: ¿cuándo ha habido una panadería en la Rambla"

¿Y cómo tener más tiendas del estilo de las que todos decimos que nos interesan como ciudad?

Con una gestión público-privada del espacio, si el ayuntamiento creyera en ella. Es el modelo de los BID, Business Improvement District. Funciona en el mundo anglosajón. Aquí le llaman APEU, Área de Protección del Entorno Urbano. Y dices: en todo el paseo, solo una tienda Zara. Casa Beethoven se protege. Si es necesario, la compramos. Pero no solo el ayuntamiento. No es una inmobiliaria. Dinero público y privado. Salvar a la alpargatera de la calle de Avinyó con la calle de Ferran te da prestigio de ciudad. Tendría que irse hacia esto. Se pagaría mediante el IBI, con un recargo a los dueños de los locales.

 ¿Y el ayuntamiento cómo lo ve?

No cree en ello.

¿Qué plan alternativo existe entonces?

Para el comercio y la restauración lo más efectivo a largo plazo, aunque parezca utópico, sería llenar esto con gente de Barcelona. Lo único que tenemos que puede hacer que la gente de Barcelona venga es el atractivo cultural. Sea ocio, cultura popular, el acuario, las golondrinas, el museo marítimo, el Poliorama, el Romea, el Ateneu.

"Lo único que tenemos que puede hacer que la gente de Barcelona venga es el atractivo cultural"

¿Le parece extraño que esa gente dejara de venir?

La gente se encontraba desplazada.

¿No perdió la Rambla su identidad previa?

No, sigue habiendo floristas, y parte de la Boqueria sigue siendo una maravilla. Los quioscos tienen que vender suvenirs, si no lo hicieran no quedarían quioscos.

¿Tienen la sensación de que el ayuntamiento les ha ayudado en estos años?

El ayuntamiento nos ayuda bastante, pero mucho menos de lo que podría.

¿Cómo se degrada una zona hasta cambiar tiendas de calidad por escaparates con sombreros mexicanos, que es algo raro si no estás en México?

Durante muchos años, el exceso de demanda perjudicaba la oferta. Había días que pusieses lo que pusieses se vendía. ¿Cómo puedes apelar a la calidad si nadie lo valora?

"El exceso de demanda perjudicaba la oferta. Había días que pusieses lo que pusieses se vendía. ¿Cómo puedes apelar a la calidad si nadie lo valora?"

¿No pasará que cuando regresen los turistas todo volverá a ir como antes?

Podría ser. La Unión Europea se basa en el libre mercado. Hay cosas que parecen chorradas pero que se notan: presencia policial por las noches. Si los lateros saben que no podrán vender cerveza, los turistas que les compran dirán: ostras, qué rollo de ciudad. A Jaume Asens [antiguo teniente de alcalde del gobierno de Ada Colau] se le ponían los ojos así cuando le pedíamos que al turista que pillaran comprando cerveza en la calle le metieran 72 horas en el calabozo. En tres horas tienes en el Tripadvisor comentarios: “Qué rollo de ciudad”. Es que queréis turismo, dicen. Este turismo, no. Echa al buen turismo. Cuando se habla de turismo de calidad, se equipara al consumo. No, hablamos de turismo respetuoso.

¿No habrá quien sospeche que piden acelerar la reforma para preparar el piso para cuando vuelvan los turistas?

Si la gente de Barcelona encuentra motivaciones, regresará. Hay que hacer una promoción turística pensada para los turistas y para los barceloneses. Parte del problema también es que muchos catalanes, que han tenido el negocio aquí delante de sus ojos, no han creído nunca en la Rambla, y vino gente de fuera que apostó por los negocios. No sabemos cómo quedará, globalmente, el turismo. Por eso, deberíamos acelerar una semilla que permita ofrecer atractivos a la gente de Barcelona.

"Con la urgencia de la recuperación corremos el riesgo de volver a la trampa del volumen turístico"

¿Cuántos locales han cerrado en la Rambla?

Definitivamente, ocho o diez. A la larga, volverán. En algunas calles del Eixample ya ni bajando precios habrá demanda.

¿Qué futuro espera a los dueños de locales?

Si esto dura mucho,  los dueños de los locales tendrán que rebajar los precios y vivir con menos. Nos empachamos de turismo y ahora podemos aprovechar para hacer la digestión. El riesgo es que por tener demasiado hambre mordamos demasiado fuerte cuando vuelvan los turistas. Con la urgencia de la recuperación corremos el riesgo de volver a la trampa del volumen turístico.

Concluye la entrevista y un vendedor de rosas se acerca a saludar amigablemente a Villar, que le pregunta qué tal va la venta: “Nada, nada una mierda. Está todo muerto”.

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