DEMANDA VECINAL

Vecinos de L'Hospitalet reivindican La Canadiense para la Torrassa

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Anna Rocasalva

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En 1919, cuando estalló la huelga de La Canadiense, Barcelona quedó sumida en la oscuridad: el transformador de la Torrassa, en L’Hospitalet de Llobregat, había parado su maquinaria dejando sin suministro eléctrico a la capital. Parafraseando a Salvador Seguí: “Los apagones aterrorizaron a la burguesía, pues les recordó a lo vivido en Petrogrado”. El ejército tuvo que ocupar las instalaciones para asegurar el funcionamiento.

Ahora, más de 100 años después, un grupo de vecinos se ha unido para proteger el patrimonio histórico del transformador, símbolo de la lucha obrera nacional e internacional. Y es que, tras la huelga, España se convirtió en el segundo país del mundo en instaurar la jornada laboral de ocho horas, entre otras mejoras.

Los vecinos, miembros de la plataforma Defensem el Castell de Bellvís (ahora estructurada, junto con otras asociaciones, bajo la nueva agrupación Un altre Hospitalet es posible), reclaman que el transformador se convierta en un equipamiento público, y que en terreno circundante se haga un gran espacio verde, que “mucha falta hace en el barrio más densamente poblado de Europa”, denuncian, en declaraciones para EL PERIÓDICO.

Ligado al barrio

Construido entre el 1913 y el 1914, el transformador de la Torrassa forma parte del patrimonio histórico del barrio. “Si cierro los ojos aún veo a las familias sacando las mesas fuera y cenando todos juntos en las calles sin asfaltar. El transformador siempre ha estado ahí, de fondo; no puede existir fuera de mi memoria”, recuerda un vecino de toda la vida, Rafael Algarra. “Los niños nos colábamos dentro y hacíamos de las nuestras. Y cuando nos pillaban nos daban una buena tunda”, evoca.

El edificio destaca por su arquitectura novecentista, con elementos neoclásicos, como los sobrios arquitrabes y los grandes ventanales. Propiedad de Endesa, sigue en funcionamiento hoy en día, pero uno de los principales miedos del vecindario es que la empresa “hunda los transformadores y revalorice los terrenos para construir vivienda”, expresa uno de los miembros de Defensem el Castell de Bellvís, Cèsar O.

Y es que, en los últimos años, las promotoras han visto en estas propiedades la oportunidad de comprar suelo en ubicaciones clave sobre las que seguir levantando bloques de cemento; mientras que las compañías eléctricas han encontrado un nuevo y rentable filón de negocio.

Necesidad de espacio

El transformador se encuentra encajonado en un extremo de una de las laderas de la colina de la Torrassa. Se trata del último lugar que queda sin edificar en todo el barrio, el más densamente poblado de Europa. L’Hospitalet también es la ciudad con menos zona verde de toda Catalunya, junto con Santa Coloma de Gramenet.

“El problema es que no tenemos espacios públicos”, denuncia Óscar O. “Los vecinos tuvimos una oportunidad cuando se soterraron las líneas de alta tensión que llegaban al transformador. Gracias a ello, a finales de los 90 se inauguró parte de este espacio, de unos 14.000 m2, conocido como el parque de la Torrassa, pero el resto del terreno se olvidó”, lamenta.

“Para más inri, este otoño el Ayuntamiento inaugurará un campo de fútbol entre el parque y el transformador. Un lugar que consideramos que debería haber sido una zona verde”, agrega otro vecino miembro de la plataforma Defensem el Castell de Bellvís, Ramon Carbó. “En el campo de fútbol no puedes entrar si no eres socio, con lo cual es privado. Y el terreno libre que queda encima parece una selva, totalmente abandonado, con ratas que parecen conejos”, añade el vecino Francesc Salvador Ballester.

El Ayuntamiento de L’Hospitalet no ha contestado a las preguntas de este diario sobre las demandas ciudadanas.

La pandemia

Los estragos de la Covid-19 se han hecho más evidentes en barrios densamente poblados, como los de la Torrassa, donde esta característica ha adquirido la dimensión de problema de salud pública. “Si saliéramos todos a la calle no habría ni un palmo de separación entre nosotros”, expresa Rafael Algarra.

Por este motivo, los miembros de Un altre Hospitalet es posible reclaman al Ayuntamiento que compre o expropie los terrenos del transformador. “No podemos permitir que este espacio se llene de cemento y, antes de que se revalorice, los vecinos ya nos posicionamos”, sentencia Cèsar O. “Que se convierta en un equipamiento público también favorecerá el tejido asociativo y dejaremos de ser una ciudad dormitorio”, concluye Ramon Carbó.

Patrimonio en riesgo

El transformador de la Torrassa formaba parte del primer Plan especial de protección del patrimonio arquitectónico de L’Hospitalet (PEPPA), aprobado en el 1987. Sin embargo, el edificio y su terreno desaparecieron del último PEPPA, en el 2001, sin que hubiese ninguna explicación oficial.

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