VISTA POR LOS RECURSOS DEL CRIMEN DE LA URBANA

"Se ha juzgado a Rosa Peral por con quién se metió en la cama"

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J. G. Albalat

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Los exguardias urbanos Rosa Peral y su amante, Albert López, condenados por el 'crimen de la Urbana', no se vieron las caras este martes en la vista por el recurso que presentaron contra la sentencia que les declaraba culpables por el asesinato del también agente y pareja sentimental de ella, Pedro R., el 2 de mayo del 2017 en el domicilio que compartían en Vilanova i la Geltrú. Presenciaron la sesión desde la cárcel por videoconferencia. A ella se le impuso una pena de 25 años de prisión, al aplicarle la agravante de parentesco, y a él de 20 años.  Ambos, a través de sus abogados, siguieron el guion mantenido durante el proceso: acusarse mutuamente de la muerte y negar la planificación del crimen.

En su intervención, la abogada Olga Arderiu, que defiende a Rosa, denunció el "linchamiento mediático" al que ha sido sometida su representada, a la que, en su opinión, se le ha juzgado por "el pecado, no por el delito".  Y precisó: "Se le ha juzgado por con quién se metió en la cama o mantuvo relaciones sexuales" y no por la muerte de Pedro R. Subrayó que la sentencia se dictó en base a "sospechas y conjeturas". El defensor de Albert López, José Luis Bravo, también mencionó a la repercusión mediática del caso y  al "claro sensacionalismo" que influyó en el jurado que emitió el veredicto. 

La abogada de Rosa sostuvo en su informe que se le denegaron pruebas que acreditarían que la relación entre ella y su novio, la víctima, era excelente y no tormentosa y que el otro acusado, Albert, tenía un carácter violento, lo que provocó que la agente llegara a tener “miedo" por su conducta. Esta jurista reclamó la anulación de la inusual declaración en el juicio de la actual pareja del exmarido de la agente que reprodujo a través de la mímica lo que le había explicado la hija de Rosa, ya que la niña se acogió a su derecho a no declarar. En concreto, aseguro que la niña observó cómo la víctima bajaba por unas escaleras tambaleándose. En la investigación, la testigo agregó que la menor le dijo que vio a su madre manchada de sangre.

Las órdenes de Rosa

El defensor de Albert, en cambio, considera que ese testimonio es importante, pues demostraría que Pedro estaba muerto cuando llegó su representado. El letrado lanzó toda la artillería contra Rosa e insistió en que ella fue quien mató a su pareja. Su cliente, insistió, acudió a la casa cuando Pedro R. ya estaba muerto y porque la acusada le llamó. Reconoció que a su representado solo se le puede imputar un encubrimiento. "Él seguía las órdenes de Rosa", espetó. El fiscal recalcó la "planificación elaborada" entre los dos procesados y a su participación "activa voluntaria i liberrima" en el crimen.

Antes de que terminara la vista, Rosa, desde la cárcel, quiso intervenir y aseguró: "Yo no he matado a Pedro, ni he planificado nada (...) No soy una mujer manipuladora, ni fría". Albert, por su parte, vertió sospechas sobre la que fuera su amante e incidió en su inocencia. "Cuando llegué a su casa me encontré con un caso de violencia de género. Yo sé que no hice nada (...) Me siento impotente, porque no maté a nadie. Déjenme irme a casa porque yo no hice nada", aseveró.