El problema de la vivienda en el Raval

Unos okupas denuncian a activistas provivienda que los desalojaron por la fuerza

Unos okupas denuncian a activistas provivienda que los desalojaron por la fuerza

Vídeo cedido por los okupas que fueron desalojados por el Casal La Galera.  / periodico

Guillem Sànchez

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Horas después de que la movilización vecinal evitara el jueves el polémico desalojo de Maite en la Rambla y forzara un nuevo acuerdo con la propiedad, no lejos de allí se vivió una situación casi antagónica. Varios de los activistas que habían participado en esa protesta, y que lanzaron pintura rosa a los antidisturbios ARRO de los Mossos d’Equadra –una acción que ha generado malestar en el cuerpo, que se siente nuevamente en el ojo de un huracán incómodo–, acabaron desalojando por la fuerza a seis okupas de los bajos 1º del número 6 de la calle de Sant Bartomeu del Raval. La historia es complicada. 

El Ayuntamiento de Barcelona, el Sindicat de l’Habitatge del Raval y los vecinos del bloque 6 de esta calle alcanzaron recientemente un acuerdo con la propiedad de la finca beneficioso para casi todos. Este pacto incluía que seis familias pudieran seguir viviendo en su casa a cambio de un alquiler social, que el dueño alquilara a precio de mercado otros cuatro pisos y que los dos bajos, okupados, serían desalojados –antes del 1 de octubre– y completaran el paquete de vivienda protegida por el consistorio. 

Uno de estos bajos okupado es la sede del Casal Independentista La Galera. En el otro viven seis okupas, tres de los cuales migrantes, alguno simpapeles. Era beneficioso para 'casi todos' porque no lo era para estos últimos. El jueves por la noche, sobre las 21.00 horas, unos cuarenta activistas de La Galera irrumpieron con máscara –y capucha en algunos casos– en este segundo domicilio y comunicaron a los okupas que debían irse para respetar el acuerdo. Estos seis okupas, sin embargo, no querían salir y pedían más tiempo. Días antes habían repartido un escrito entre los vecinos: "Sentimos que hemos sido utilizados por el sindicato y por el casal independentista (….) reconocemos el pacto pero solicitamos que se nos conceda un nuevo plazo para conseguir una nueva vivienda". Los activistas del Casal los sacaron por la fuerza. 

"Entraron como cuarenta personas y nos echaron de nuestra casa, a empujones", explica Gino, que lleva las manos vendadas, muestra un informe médico de las lesiones –leves– y se identifica como alguien vinculado a la movilización social por la vivienda del barrio y como "proyeccionista" de cine en el Ágora Juan Andrés Benítez, un espacio social que medita cómo reacionar ante las formas de La Galera. 

"Fue violencia, no puedes llamarte antifascista y después hacer esto, porque esto también es fascismo, y lo digo con dolor en el corazón", lamentaba Santi, con rasguños en los brazos. Uno de ellos ya ha presentado una denuncia por estos hechos y el resto de afectados meditan acudir también a los Mossos d'Esquadra, que tuvieron que intervenir para deshacer un tumulto que los propios okupas desahuciados captaron con su teléfono móvil. En la secuencia se aprecia como tratan infructuosamente de volver a su vivienda pero los miembros del Casal se lo impiden. 

Según fuentes policiales, sobre las nueve de la noche recibieron un aviso: en la calle de Sant Bartomeu había una pelea. Al llegar, los policías identificaron a los implicados, comprendieron que se trataba de una disputa entre dos grupos de okupas vecinos y comprobaron que los de bajos 1º habían sido expulsados por la fuerza por los del Casal. Los agentes informaron a los segundos de que si persistían podían acabar detenidos tras cometer un delito flagrante que atentaba contra los derechos de los okupas. Finalmente, los miembros del Casal se retiraron y los seis okupas recuperaron la casa. 

El día acabó así al revés de cómo había comenzado. Por la mañana los miembros del Casal participaron junto a otros colectivos –que temen que este último episodio de Sant Bartomeu dañe la movilización vecinal contra la especulación inmobiliaria que amenaza al barrio– y frustraron el desalojo judicial que iban a realizar los Mossos. Y por la noche, los Mossos frustraron el desalojo de los mismos activistas del Casal –sin pintura rosa– y devolvieron el domicilio a los seis okupas desahuciados. El problema de la vivienda se retuerce cada vez más en Barcelona, y alcanza límites absurdos.