cambio de estrategia en poblenou

Barcelona refunda el 22@ con más pisos y un abanico empresarial más amplio

Un pacto entre Comuns, PSC y ERC permitirá aumentar el peso residencial del barrio, sobre todo con pisos a precios asequibles

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Carles Cols

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El 22@, casi como si fuera un paciente que requiere la descarga de un desfibrilador, recuperará los fuertes latidos con los que nació hace ahora 20 años. Ese, aunque con algunas sombras, es el plan que este miércoles han presentado al alimón los tenientes de alcalde Janet Sanz y Jaume Collboni. Con el respaldo de Esquerra (lo cual ya suma así dos tercios del pleno municipal, o sea, un amplísimo respaldo), el Ayuntamiento de Barcelona ha puesto en marcha el proceso de modificación del Plan General Metropolitano (PGM) para dar un nuevo impulso y un nuevo enfoque (con más pisos y con un abanico más amplio de empresas bien recibidas, por ejemplo) a lo que antaño fue el área industrial de Poblenou y que en 1999, en una propuesta electoral de Joan Clos que dejó KO a sus rivales en las urnas, se convirtió en un barrio que acogía con los brazos abiertos a los emprendedores de las nuevas tecnologías.

Unos 90.000 puestos de trabajo se calcula que creó el 22@, sobre todo en sus primeros 10 años de vida. Casi 10.00 empresas. Después, en el 2012, con Xavier Trias como alcalde, se desmanteló la oficina que se encargaba de buscar empresas y dirigir su aterrizaje en la ciudad. Con reiteración, Sanz y Collboni han subrayado aquel error. De hecho, una de las medidas adyacentes a la modificación del PGM es precisamente la refundación de aquella suerte de oficina comercial, pero esta vez dentro de la propia estructura municipal, con el propósito, por ejemplo, de agilizar los trámites administrativos. Hasta dos menos de papeleo, según Sanz.

Pero la oficina solo es el lubricante del nuevo motor económico que se pretende que sea el 22@, que en esta segunda vida que se le quiere dar se ofertará, además de a las empresas de las nuevas tecnologías, a las vinculadas a la economía verde y a la solidaria. El gancho, como en 1999, es que el ayuntamiento gratificará con un plus de edificabilidad a las empresas interesadas. Entonces funcionó y se confía en que vuelva a hacerlo.

La gran novedad, sin embargo, es otra. El equipo de gobierno de Ada Colau, en especial, el bloque de los concejales de Barcelona en Comú, se ha fijado en el 22@ como gran yacimiento inmobiliario que permita aliviar la falta de vivienda asequible en la ciudad. En la primera versión del distrito tecnológico de la ciudad, hace 20 años, el reto fue evitar que, como se decía entonces, se llevara cabo ahí un colosal pelotazo inmobiliario. El número de viviendas previstas entonces, que se entremezclaban con las oficinas para conseguir la mixtura de perfiles que tan buen resultado ha dado en algunas zonas del Eixample, fueron 9.300. Ahora, con el nuevo PGM serán 15.800. El salto es notable. De estas, dos terceras partes deberán ser a precios asequibles y, del total, un tercio lo tendrán que ser en régimen de alquiler.

Las calles premiadas

El desfibrilador que se empleará en pleno corazón del Poblenou deberá también, que falta le hace, remozar a fondo el barrio en la dirección que empujan los nuevos vientos del urbanismo. De cada tres calles, ya sea de la trama vertical o de la horizontal, una será verde. Al menos así la han bautizado, muy premeditadamente, los impulsores del proyecto. En esas calles, el 70% del espacio público estará consagrado al peatón y a la vegetación. Tendrán esa suerte los vecinos de las calles de Almogàvers, Pujades, Doctor Trueta, Bolívia, Cristóbal de Moura, Àlaba, Ciutat de Granada, Fluvià, Treball y Puigcerdà. Esa, de hecho, es una de las dos sombras del proyecto mencionadas al principio. Fuentes municipales muy próximas a la cocina del plan  sospechan que se pretende que esas calles ‘verdes’ cubran la cuota de zona verde que exige la normativa urbanística. Años ha, en un episodio que ha caído en el olvido, una concejala de Iniciativa, Imma Mayol, trató de computar como incremento de las zonas verdes de la ciudad el césped que hay entre los raíles del tranvía.

La otra sombra, no menor, es la viabilidad económica de las promociones inmobiliarias que se pretenden llevar a cabo. El incremento de la edificabilidad, según esas mismas fuentes, no es aconsejable que se realice a costa de que los edificios sean más altos, no por cuestiones estéticas, sino porque la altura encarece las promociones por distintas razones, de modo que sitúa el proyecto fuera de los estándares aceptables de inversión.