CAMPAÑA POR LA SEGURIDAD VIAL

Los conductores de moto compartida no tienen más accidentes que los de la particular

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Toni Sust

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“Dicen que somos la ciudad de la moto. Hagamos que sea cada vez más una moto compartida y no de uso individual”. Con estas palabas ha iniciado la concejala de Movilidad, Rosa Alarcón, la comparecencia que ha compartido este lunes con el presidente del RACC,  Josep Mateu, y Xavier Cavedo, jefe de la Unidad de Investigación, Prevención y Accidentalidad (UIPA) de la Guardia Urbana. Los tres han participado en la presentación de una campaña de buenas prácticas dirigida a los motoristas, especialmente a los usuarios de la moto compartida, que, como ha subrayado Alarcón, son los que el consistorio prefiere de cara futuro de la ciudad.

La campaña, que lleva por lema 'En moto,  cero riesgos, mételo en el casco', se ha elaborado teniendo en cuenta un estudio del RACC, hecho con datos de la Guardia Urbana, que, según ha destacado Mateu, indica que las ratios de accidentalidad de las motos compartidas y de las motos privadas son similares. Es una idea que combate visiones estereotipadas que, llevadas al extremo, parten de que el conductor del 'motosharing' es un peligro andante. Los datos lo niegan.

De hecho, Mateu ha asegurado que los conductores de motos de alquiler suelen ser más prudentes, aunque también ha advertido de que deben ir mejor equipados, y evitar “los pantalones cortos y las chanclas”.  Cierto es que la imagen del colectivo no se puede asociar con un único perfil: hay usuarios de moto compartida que tienen una particular y combinan el uso de las dos modalidades.

La campaña consta de pegatinas que figurarán en las motos compartidas que instan a llevar casco, mascarilla y guantes y a aparcar en  las plazas habilitadas, es decir, en las pintadas en la calzada y en las aceras de más de tres metros.

300.000 motos en la ciudad

En Barcelona hay 300.000 motos en total. Y están en vigor 7.000 licencias de 'motosharing'. Es decir, la flota de motos compartidas es de 7.000 unidades, todas motos eléctricas, repartidas entre 11 empresas distintas. Durante el 2019 hubo en la capital catalana 9.000 accidentes, de los que entre un 5% y un 10% involucraron a una moto compartida. En esos accidentes murieron 22 personas, 14 de ellas, motoristas. En lo que va del 2020 ha habido nueve muertos, de los cuales cinco eran motoristas. El último, el pasado fin de semana.

Se trata de un porcentaje muy elevado, el de los motoristas muertos, y es uno de los motivos principales de la campaña. Por ahora, no se ha registrado ningún muerto entre los usuarios de las motos compartidas, algo que en gran parte se explica porque sean todas modelos con una limitación de velocidad a 50 kilómetros por hora.

Las 11 empresas (de entrada eran 12) operaban inicialmente de forma alegal y aceptaron, a cambio de la obtención de un funcionamiento regulado, comprometerse con un código de buenas prácticas cuya vulneración puede llevar a que un usuario sea vetado como tal, o, como dice Alarcón, “expulsado del sistema”. 

Los supuestos en los que eso puede darse son los siguientes: conducir con una tasa de alcohol superior a la permitida o bajo la influencia de las drogas; ser responsable de conducción temeraria o imprudente; permitir que una persona use la moto con la identidad de un usuario registrado distinta; conducir sin permiso de circulación; llevar de pasajero a un menor incumpliendo la normas vigentes, y usar el vehículo para cometer delitos.

Adiós al puerta a puerta

Alarcón ha descartado que se pueda plantear limitaciones a la ocupación de plazas de parquing por parte de las motos compartidas: es frecuente que algunas se concentren en grupos por zona. La concejala ha subrayado que son motos las particulares y las compartidas y ha recalcado que lo que tiene que cambiar es la mentalidad del que la conduce.

Ha recordado que hace mucho tiempo que los conductores de coches dejaron de lado el concepto de puerta a puerta, que tienen claro que deben pensar dónde estacionarán su vehículo cuando van a un lugar concreto de la ciudad. Ahora, ha proseguido la edila, son los motoristas e incluso los ciclistas los que tienen que recorrer el mismo camino, el de plantearse dónde aparcarán allá donde vayan.

El RACC rechaza los cojines berlineses en vías de 30 kilómetros por hora

Josep Mateu ha expuesto algunas críticas del RACC a medidas tomadas por el gobierno de Ada Colau en las calles con el fin de recortar espacio al vehículo privado, o ganarlo para el peatón, como prefiera verse. Mateu ha afirmado que cuando “se empezó a pintar había poca distancia entre la calzada y el espacio de los peatones”. Para el RACC, ha dicho, los cambios se hicieron “de una manera demasiado rápida”. También ha considerado que los cojines berlineses, obstáculos que obligan a los vehículos a reducir la velocidad, resultan peligrosos en las vías en las que se puede circular a 30 kilómetros por hora: “Los cojines pueden dañar a los coches y llevan a los motoristas a hacer maniobras disuasorias para evitarlos”.