CAMBIOS EN EL NOMENCLÁTOR

Barcelona hace justicia callejera con las mujeres

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Helena López

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Jordi Rabassa lo tiene claro y hace bandera de ello. "Poner nombre a las calles es un acto político. Si se tratara de una cuestión técnica las llamaríamos calle uno, calle dos, calle tres. Elegimos a quiénes son nuestros referentes. Sumar nombres de mujeres al nomenclátor ayuda a democratizar el espacio público", señala con orgullo el concejal de Memoria Histórica y, como tal, presidente de la Ponencia de Nomenclátor, institución que acaba de aprobar seis nuevos nombres de mujeres, entre ellos el cambio de la calle de Almirall Aixada, en la Barceloneta, por el de la activista vecinal Emília Llorca, sustitución que a Rabassa le hace especial ilusión ya que "es muy importante dar coherencia entre aquello que son las calles y la plazas y el nombre que reciben". "Para mí el objetivo de la Ponencia es dotar de contenido democrático nuestros barrios", prosigue el concejal.

Pese a que queda mucho camino por recorrer -ellas no llegan al 15% en las calles de la ciudad y, las que hay, son mayoritariamente santas, aristócratas o grandes burguesas- lo aprobado esta semana en la Ponencia es un pequeño (y necesario) paso adelante. Además de Emília Llorca -cambio muy batallado por el tejido vecinal de la peleona Barceloneta-, otra de las referentes del imaginario de la Barcelona rebelde que entrarán en breve -si nada falla, este mismo año- en el nomenclátor de la ciudad es la miliciana anarquista Conxa Pérez. Llevará su nombre una de las nuevas placitas junto al reformado mercado de Sant Antoni, donde la que fuera <strong>militante de la CNT y de la FAI</strong> escondió durante años propaganda y material clandestino en el pequeño puesto de bisutería y ropa interior que regentó durante media vida.

La lista la completan la bailarina Teresa Boronat (cuya calle estará en el antiguo cuartel de Sant Andreu, de donde era hija); la líder social y vecinal del Bon Pastor Isabel Domínguez Paniagua; la activista feminista, militante de Bandera Roja, Consol Casals i Genover e Irena Sendler, conocida como el ángel del gueto de Varsovia, enfermera que salvó a miles de niños del horror nazi; la única de las seis que no tiene vinculación directa con la ciudad, aunque sobran motivos para dedicarle una y mil calles.

Presencia en el espacio público

"En el empeño por feminizar el espacio público los nombres son muy importantes, pero hay otras maneras", prosigue Rabassa. Una de ellas son los Atriles de Memoria, impulsados también por su concejalía. En los últimos años se han instalado -y hecho así presentes en las calles a sus protagonistas- varias. Una de ellas en la plaza de Sant Agustí Vell, para recordar la revuelta popular vivida en 1789 y conocida como los Rebomboris del Pa, contra la subida del precio de este alimento básico, liderados por Josefa Vilaret, conocida como La Negreta. También se ha señalizado la vieja cárcel de mujeres de Reina Amalia, en la actual plaza de Folch i Torres, o en recuerdo de laSal, bar-biblioteca feminista, en la calle de Riereta.

La voluntad política es importante, por supuesto, pero detrás de muchos de estos cambios, y de los que vendrán, el pueblo achucha, está la reivindicación popular. La Barceloneta reunió miles de firmas para lograr la calle de Emília Llorca -fueron ambiciosos y empezaron pidiendo para su queridísima vecina el paseo Joan de Borbó- y en Verdum, en Nou Barris, el tejido vecinal lleva tiempo movilizándose para pedir una plaza para la añorada Luisa Alba, educadora y una de las mujeres que más hizo por los jóvenes del barrio durante los duros años 80. Ideas no les faltan. A las mujeres de Verdum les gustaría también que alguno de los espacios públicos del barrio recordara a la comadrona Trinidad Gallego, como Conxa Pérez, 'dona del 36 quien ayudó a dar a luz en condiciones a decenas de jóvenes del barrio sin recursos.

Comparten empeño, feminizar sus calles, las mujeres que conforman el activo Grup Memòria i Gènere de Sant Martí. Ellas han sido las encargadas de hacer la preselección de nombres para la plaza recién reformada frente a la escuela La Pau. Los alumnos del centro, eso sí, serán los encargados de elegirlo. Deberán decidirse entre Estrella Cortich Vinyals,  miembro de la Institución Libre de Enseñanza durante la República, Maria Josep Casanellas i Escofet, una de las fundadores de la Escola de Mestres Rosa Sensat y Mercè Torrents i Bertrana. "Esto va mucho más allá de elegir un nombre u otro. Nuestro trabajo es que los niños conozcan quienes fueron estas mujeres y generar el debate", señala Marta Mas, una de las impulsoras del grupo.