los festejos en tiempos de coronavirus

La Mercè 2020 sale al rescate del Titanic cultural de la pandemia

Fiestas de la Mercè en Barcelona

Fiestas de la Mercè en Barcelona / periodico

Carles Cols

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Pese a todo, que no es poco, habrá Mercè, distinta a la fiesta mayor multitudinaria de otros años, pero, según se mire, en determinados aspectos mejor. Los 55.000 afortunados que cacen alguna de las entradas gratuitas disponibles a través de la web, la ‘app’ y el teléfono (933161038) disponibles gozarán de los espectáculos con una visión privilegiada, sin un mar de cabezas por delante. El Institut de Cultura de Barcelona ha destapado ya todas sus cartas. Quedaba por conocer la programación de los espectáculos de calle (danza, circo, teatro, etcétera) y, llegado el momento, la Mercè ha terminado por ser el bote en que se ha rescatado a las compañías que han naufragado en este gran Titanic cultural que ha sido el covid-19.

Descartado que la Habana sea este año la ciudad invitada (si la vacuna lo permite, lo será en el 2021), los programadores de la Mercè han abierto de par en par sus puertas a varias decenas de espectáculos que quedaron huérfanos al suspenderse o jibarizarse citas clásicas del calendiario como la Fira del Teatre al Carrer de Tàrrega, el Sismògraf de danza de Olot, la Mostra d’Igualada de teatro infantil y juvenil y, entre otros más, Món Llibre, el festival barcelonés dedicado a inocular el virus de la literatura en el público infantil.

De Zona Franca a Trinitat

De todas esas fuentes y de las propias bebe este año la Mercè y, además, lo hace con una topografía nueva. En ediciones anteriores, la fiesta mayor de la ciudad era un gran circo de, sobre todo, tres o cuatro grandes pistas, todas sobradamente conocidas, como la Ciutadella, el castillo de Montjuïc, el Besòs y el parque de la Trinitat, con el mínimo denominador común de su gran capacidad. Repiten, adaptadas a las exigencias la pandemia, con rutas de paso para los espectadores, distancia social y, también registro, para asegurar la trazabilidad de la enfermedad en caso de un inesperado positivo, pero lo interesante es la treintena de otros espacios que se incorporan a la Mercè, en una descentralización absoluta de la fiesta.

Habrá espectáculos, por poner un ejemplo de hasta qué fronteras geográficas llega la Mercè, en los jardines de los Derechos Humanos, parque desconocido seguramente por el 99% de los barceloneses y que se ofrecerá como escenario junto al paseo de la Zona Franca, en los terrenos que un día fueron de la antigua fábrica Philips. Pero también habrá fiesta mayor, más céntrica, en ocho interiores de manzana del Eixample, en el anciano hospital de Sant Pau, en el campo de fútbol de Ciutat Meridiana, en el mirador de envidiables vistas que es el parque Güell, en el patio de la Modelo y, aunque la lista es aún más larga, por concluir, en el parque de Joan Miró, este último reservado especialmente para el público infantil.

Cinco entrada por día

El número de entradas reservables por persona y día es, como en el caso de los espectáculos musicales, limitado, pero una de las soluciones adoptadas por la organización, sobre todo para facilitar el día de fiesta a las familias, es que una misma entrada sirva en determinados espacios para disfrutar en cadena de dos o tres números consecutivamente. No tendría sentido desplazarse hasta el palacete Albéniz, por ejemplo, para media hora de un espectáculo y después regresar. Parece lógico.

Del cartel de este año, la organización, en especial Marta Almirall, entusiasta programador, no ha querido expresamente destacar a tal artista o cual grupo. No ha querido, es decir, prescribir recetas culturales. La aplicación telefónica de la Mercè es estupenda para explorar cuál es la oferta y, sin prisa (bueno, un poco, sí) reservar ya entradas. La programación musical fue presentada hace una semana y apenas quedan asientos libres. Cabe suponer que ocurrirá de nuevo lo mismo.

Ni 'castellers' ni 'correfoc'

Barcelona, en resumen, celebrará este 2020 una corta y extraña fiesta mayor. Serán solo tres días, 24, 26 y 27 de septiembre. El día 23, el payaso Tortell Poltrona pronunciará el pregón, pero esa noche, a diferencia de otros años, no habrá parranda. De hecho, ninguna noche la habrá. Los horarios serán especialmente europeos para evitar que las madrugadas sean las de otros años. Otra excepcionalidad de este año será que dentro de la programación más vinculadas a las tradiciones locales habrá notables bajas. No habrá ‘castellers’ y ‘falcons’. La distancia social así lo exige. Las sardanas serán solo musicales. Tampoco habrá pasacalles. El ‘correfoc’, ni pensarlo, como mucho una exhibición de su potencia de fuego en el Moll de la Fusta. El desfile y baile de gigantes por la plaza de Sant Jaume, menos aún. En cualquier caso, de esas tradiciones habrá pequeños botones de muestra para mantener la llama viva hasta el año que viene. De hecho, la exhibición de bestias fantásticas y otras figuras del imaginario popular ya se exhiben, como aperitivo de la Mercè, en el vestíbulo del Ayuntamiento de Barcelona, en el Born Centre Cultural y en la Casa de la Caritat.