operación policial en Barcelona

Desalojado un bloque de pisos turísticos del Poble Sec que ocuparon ladrones violentos

Guillem Sànchez

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Los Mossos d’Esquadra han desalojado a primera hora de la mañana por orden del juzgado de instrucción 32 de Barcelona la finca del número 4 de la calle de Hortes, un bloque que fue ocupado por ladrones violentos que han sembrado el terror en el barrio del Poble Sec de Barcelona. Se trata de un edificio de nueva construcción propiedad de una familia que había convertido los siete domicilios en apartamentos turísticos. Con el estallido de la pandemia, los apartamentos se quedaron vacíos y fueron ocupados por un grupo de delincuentes –algunos de ellos multirreincidentes– procedentes de Francia. Comenzó así un calvario para los vecinos de un barrio que han convivido durante cinco meses con hurtosrobos violentosallanamientosamenazaspeleas e incluso con agresiones con arma blanca. "Hay familias que han decidido marcharse", aseguran los vecinos.

"Soy madre de una hija adolescente que tiene miedo de salir de casa porque la increpaban", explica una de las vecinas movilizadas para contener una situación que se desbordó desde el comienzo. "En cuanto llegaron tomaron el control de Hortes –un paso estrecho– y nos tienen aterrorizados", añade el propietario de un bar ubicado no lejos del inmueble conflictivo y víctima de un robo con fuerza en su local. "Te intimidaban simulando con la mano que te cortarían el cuello, te insultaban y, si veían que sacabas el móvil para grabar, podían lanzarte una botella o lo que tuvieran a mano", explican.

La rotación de ocupas en la finca ha sido elevada. Esta mañana había 19 personas, 9 de las cuales con antecedentes. En el marco del Pla Tremall contra la multirreincidencia, los Mossos han identificado durante el verano a unos cuarenta ladrones muy activos que han residido en el edificio. Sin embargo, según han comprobado los policías al entrar en el inmueble, varios de los ladrones más conflictivos ya lo habían abandonado. 'Realquilaron' las casas ocupadas a otras personas que esta mañana afirmaban haber pagado a los moradores anteriores "unos 3.000 euros" por domicilio, una posible estafa que investigará la policía catalana. Algunos de estos últimos inquilinos, los que han sido desahuciados, tenían a dos menores a su cargo. Fuentes policiales consultadas por este diario subrayan que no puede considerarse al grupo que controlaba el bloque como un entramado de crimen organizado aunque sí apuntan a que actuaban coordinadamente.

Algunos de los delincuentes ya se habían ido y habían 'realquilado' viviendas a familias con menores a cargo

Nido de delincuentes

Del interior de este bloque han salido sospechosos de episodios tan graves como el que se desencadenó hace dos semanas: un doble apuñalamiento que impulsó a sus autores a marcharse del lugar para evitar ser arrestados y 'realquilar' las casas a familias que podrían haber sido estafadas. El pasado lunes 24 de agosto, sobre las nueve de la noche, dos de los ocupas fueron sorprendidos por el camarero del bar Stop Blai tratando de hurtar a unos clientes. El camarero actuó para impedirlo y recibió la ayuda del trabajador de un negocio contiguo. La respuesta de los dos ladrones fue responder lanzando piedras y botellas. No acabó ahí: en su ayuda acudieron 'amigos' del bloque de Hortes, uno de ellos armado con un cuchillo. Este último atacó a los dos trabajadores a machetazos, uno perdió un dedo y sufrio lesiones graves en dos falanges. El otro recibió un corte en la cara y, al tratar de protegerse el rostro en una segunda embestida, encajó una puñalada en el antebrazo. "No solo no se marcharon al ser sorprendidos sino que se enfrentaron y acabaron atacando con un machete. Ese es el grado de impunidad que muestran". Contactados por este diario los dos trabajadores han declinado hacer declaraciones aunque el entorno de ambos confirma los hechos. En realidad, casi todas las personas consultadas han optado por pedir anonimato por miedo a represalias.

Coincidiendo con la ocupación, en los domicilios más cercanos ha habido varios robos silenciosos en domicilios: se han colado en casas –trepando por la fachada– mientras los vecinos dormían para sustraer teléfonos móviles y bolsos. También han protagonizado robos con fuerza en bares –en uno hicieron un agujero en la pared para llevarse dinero en efectivo y el ordenador– y han intentado acceder de noche a establecimientos como el de Josep Maria Valls, que encontró su cerradura forzada. No existen evidencias policiales que conecten todos estos sucesos con los apartamentos ocupados aunque para los vecinos lo que no existen son dudas al respecto.

La ausencia de turistas ha provocado que todos los delitos que este grupo francés de origen argelino planeaba cometer sobre los extranjeros que veraneaban en Barcelona hayan acabado recayendo sobre los habitantes del Poblesec. Fuentes vecinales y policiales lamentan que la ley no permita actuar con más celeridad ante ocupaciones que nada tienen que ver con las familias que buscan un techo. "Esto no va de estar o en contra de la ocupación sino de que se actúe contra delincuentes", razonan vecinos que también exigen que se ponga el foco sobre la responsabilidad de los dueños de los apartamentos turísticos. "¿Qué van a hacer cuándo los saquen? ¿Volverán a dejarlos vacíos y expuestos a una nueva ocupación delincuencial?", se preguntan.

La avaricia que ha roto el saco

Roser y Fontrodona –el paso de Les Hortes termina en la segunda– eran no hace tanto dos calles atestadas de pequeños comercios. Dos afluentes de la Avenida del Paral·lel en un barrio, el del Poble Sec de Barcelona, en los que tiendas modestas sobrevivían sin excesos. "La gente envejeció y los hijos que los heredaron, sin interés por los negocios familiares, creyeron que podrían sacar más dinero traspasándolos o convirtiéndolos en locales y domicilios de alquiler aprovechando el tirón turístico de la ciudad y la burbuja inmobiliaria. En los últimos años he amueblado domicilios que costaban 400.000 euros. ¿Cómo va a valer un piso minúsculo 400.000 euros en el Poble Sec?", se pregunta Valls, propietario de un establecimiento de somieres y colchones. El de Valls es uno de los pocos negocios añejos que quedan en Roser y Fontrodona, dos calles vaciadas de comercios por la misma ambición que también sirve para entender qué factores han dejado el edificio de Hortes expuesto a los delincuentes. 

El bloque desalojado este miércoles es propiedad de una familia que decidió invertir en una remodelación y convertir la finca en apartamentos turísticos, cuenta Antonio Martí, dueño de la librería La Social, situada justo enfrente. A través de la plataforma Airbnb, la apuesta ha dado beneficios durante algunos años. Algunos de sus inquilinos temporales han sido artistas "como el mentalista Anthony Blake", que se hospedó mientras estuvo en cartel uno de sus espectáculos en la avenida de Paral·lel. Los taxis y las maletas con ruedas de los turistas se habían convertido en una molestia tolerable que dio paso a una pesadilla cuando se extendió el covid-19 y, con el virus, desembarcaron los ladrones. Según fuentes del entorno de la propiedad de Hortes, sus dueños han trabajado sin descanso estos meses para intentar echar a los ocupas y proteger a los vecinos.

Marc Serra, concejal del distrito de Sants-Montjuïc, asegura que el Ayuntamiento de Barcelona ha ofrecido reiteradamente a los dueños un contrato de alquiler para evitar que sigan vacíos hasta que no regrese el turismo y pueda suceder de nuevo. "No es habitual que los delincuentes actúen en el mismo lugar que residen, ha sido una ocupación muy conflictiva y disruptiva para el vecindario. El desahucio llega muy tarde debido a la inoperancia del sistema judicial", ha insistido. 

"Hemos podido sacarlos de aquí… pero la preguntan es dónde irán ahora", resume un mosso d’esquadra, consciente de que el Código Penal no castiga de un modo proporcional las ocupaciones ilegales con finalidades delictivas y también de que la ley retrasa demasiado la capacidad que tienen los cuerpos policiales para entrar en los inmuebles usurpados. Para desesperación de vecinos como los del Poblesec.