LA CONTRA

El metro enfadado

Las líneas 1 y 5 muestran una Barcelona metropolitana, trabajadora y mestiza

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zentauroepp54312228 barcelona 31 07 2020 contraportada sociedad ambiente en la 200801162918 / RICARD CUGAT

Bernat Gasulla

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¿Es posible hacer un mapa social del usuario de las líneas de metro de Barcelona?  ¿Se puede distinguir al usuario de la Línea 1 del de la Línea 4? ¿Cambia el perfil en función del tramo o del horario? Esta es una aproximación a una sociología parda de las líneas 1 y 5 del metro de Barcelona. El próximo domingo, la 2 y la 4.

L-1, el cinturón rojo

La línea 1 del metro de Barcelona no fue la primera. Como hemos aprendido en esta pandemia, que nos ha enseñado que la primera fase es la 0 y la segunda es la 1, la primera línea del suburbano de la capital catalana fue la 3. Ahora, casi 100 años después, la L-1 se ha convertido en una especie de cinturón rojo metropolitano que enlaza el extremo sur de L’Hospitalet de Llobregat con Barcelona y Santa Coloma de Gramenet. 

Pero la L-1 no siempre tuvo ese espíritu metropolitano. En sus primeras décadas fue muy, pero que muy barcelonesa. Del corazón del Eixample. Fue ya entrados los años 80 cuando se abrió a diferentes barrios , incluido el centro, de L’Hospitalet (Barcelonès sur).  Paralelamente, fue creciendo por el otro extremo hasta llegar al barrio Fondo de Santa Coloma (Barcelonès norte). Han acabado siendo esos extremos (desde Bellvitge hasta Sants y desde Glòries hasta Fondo) los que han acabado perfilando la personalidad de la L-1: metropolitana, trabajadora, madrugadora  y mestiza. Como el cinturón rojo.

L-5, malhumor y Barça

Sigamos con la cosa metropolitana y con el baile de números. La actual L-5 empezó siendo la II (así, en números romanos), pero duró poco. La línea azul es casi un alma gemela de la L-1. Desde la década de los 80 une cuatro municipios del área metropolitana: Cornellà, L’Hospitalet, Esplugues y Barcelona. Fue durante muchos años el único servicio de metro del que disponían muchos vecinos de L’Hospitalet, gracias a la estación de Can Boixeres.

Durante la semana, trabajadores de gesto agrio llenan desde primera hora de la mañana sus andenes y vagones, con la excepción del tramo más genuinamente barcelonés y turístico, personificado en las estaciones de Hospital Clínic y Sagrada Família.

Fue también la línea en cuyas obras se desató el desastre del Carmel (2005), el socavón que abrió una enorme grieta social y también política. Fue en el pleno del Parlament sobre el accidente cuando  Pasqual Maragall aireó en sede parlamentaria el 3% de Convergència Demogràtica de Catalunya (CDC). El metro del sano pueblo fue el que acabó volteando el statu quo político de Catalunya.

Pues sí, malhumor de lunes a viernes… y el metro del Barça los días de partido. Aunque últimamente el humor de los miles de aficionados culés que han usado el metro para ir al Camp Nou tampoco está para muchos farolillos. 

La estación de Badal se ha convertido, cuando juega el Barça,  en la más recomendable experiencia para quien guste de las masificaciones y el riesgo de caer en los andenes en pleno tumulto. Efectivamente, la alegría del fútbol dura muy poco en la casa del pobre.

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