Barcelona está lista para "replicar" los hoteles medicalizados

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Patricia Castán

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Cuando Joan Guix, exsecretario de Salut Pública, llamó a principios de marzo a Manel Casals, director del Gremi d'Hotels de Barcelona, para preguntarle si veía posible convertir hoteles de la ciudad en seudo hospitales, ya barajaba el temor de que el covid-19 necesitase miles de camas más de las que podrían proporcionar los centros sanitarios. Casals casi se cae de la silla. "Lo vi imposible y le dije ¿qué hariamos con los clientes?", sin imaginar siquiera que en cuestión de días la pandemia barrería el turismo y los alojamientos quedarían desiertos. Los hoteleros vieron claro que había que reaccionar y en pocos días nació el proyecto Hotels Salut, que pareció efímero, pero que ahora vuelve a cobrar actualidad porque ya son dos los establecimientos con pacientes leves o en riesgo que de otra manera tendrían problemas para lograr el aislamiento social. Y porque de la experiencia ha nacido un "modelo replicable" que permitirá reactivar esta actividad en cuanto sea necesario si los rebrotes se complican.

Ya antes de que Barcelona y su área metropolitana diesen ayer un paso atrás con las nueva medidas de control de la pandemia, Conchita Peña, directora del proyecto y de Atención Ciudadana y Participación del Consorci Sanitari de Barcelona (CSB) había organizado una jornada el pasado jueves para que todos los actores de ese invento pudieran intercambiar experiencias y "mejorar" el modelo. Pero lo que tenía que haber sido un homenaje a todas las partes (desde sanitarios a personal hotelero, pasando por organismos públicos y muchos más) acabó siendo una puerta abierta a la posibilidad de tener que recurrir de nuevo a este operativo único que permitió aflojar la presión en el sistema sanitario.

2.000 pacientes

De hecho, a finales de mayo se había desmantelado esa medicalización hotelera que durante dos meses permitió albergar a unos 2.000 pacientes en una decena de hoteles, con 1.372 traslados incluidos, en ambulancia del SEM y vehículos de bomberos y TMB. Amén de 923 profesionales alojados en otros cinco durante la emergencia. Pero este mes de julio, este recurso se ha reabierto en el caso del Hotel Condal Mar by Melià y del Sagrada Família. En el primero, explica Peña, se da respuesta a la necesidad de aislamiento de personas infectadas de la ciudad y las regiones metropolitanas norte y sur, un total de 63 hasta ayer. En el otro, considerado un hotel social, se está atendiendo a población sin hogar y a otros posibles perfiles. Sobre la mesa quedan 265 plazas disponibles.

¿Por qué en un hotel salud y no en un hospital o en casa? El cribaje de los centros de atención primaria era clave para enviar a estos hoteles a personas contagiadas o con síntomas leves de estarlo, pero que por su condición social o circunstancias no podían aislarse con seguridad. Esta situación ha sido común en los barrios más modestos de la ciudad o donde muchas personas conviven bajo un mismo techo y las distancias resultan imposible. Tampoco era viable dirigirlos a hospitales colapsados por casos graves. Los hoteles no solo asistían a enfermos leves, sino que fueron un cordón sanitario ante posibles contagios en cadena, sobre todo en los barrios menos favorecidos socialmente. 

"Aprender haciendo"

Pero parir su operativa, que ahora podría reproducirse con mucha más agilidad e incluso mejoras, fue cosa de la planificación adaptada o el "aprender haciendo", confiesa Peña, tras cosechar el elogio de todos los implicados en esta carrera de fondo. José Maria Trénor, propietario de tres hoteles entregados en cuerpo y alma al reto, apunta a la "confianza mutua" para obrar el milagro de que un hotel de superlujo como Cotton House convirtiera sus instalaciones en un centro de salud, donde los ingresados contaron también con apoyo psicológico, y el personal volcado en actividades para aliviar su angustia: de conciertos de ópera a bingos.

El aislamiento de los enfermos leves en las habitaciones fue esencial para cortar el contagio entre la población más vulnerable 

Pese al caos inicial, Antoni Roman, director médico del Hospital Vall d'Hebron, solo le queda el "orgullo" y el convencimiento de que "si hace falta se volverá a hacer". "Hemos aprendido de las debilidades y fortalezas", apunta Montserrat Folgueiras, investigadora del Hospital del Mar, que relata cómo se superaron barreras idiomáticas y se logró la "gestión emocional" del drama, mientras hasta logopedas y otros profesionales ejercían de auxiliares para que todo funcionara. "Fuimos mucho más allá del paciente, a toda una complejidad que abordar y que nos hizo aprender mucho", añade.

Que todo rodase no fue fácil, porque entre los más de 60 hoteles que se ofrecieron, relató Casals, muchos debían descartarse por tener moqueta o no poder permitir un circuito de entrada y otro de salida que evitase la contaminación. Fue una acción altruista, ya que Salut solo pagaba por la adecuación del espacio y los gastos de suministros y posterior desinfección.

Más complejo fue aún el caso del Hospital Clínic, que eligió "un alto nivel de medicalización" del Hotel Catalonia Plaza para convertirlo en una extensión hospitalaria propia, donde se realizaban pruebas y hasta se montó una conducción de cobre para proporcionar oxígeno para los pacientes. 

La cadena profesional, supuso para Jordi Riba, responsable de Treball Social de Atenció Primaria del ICS, supuso "empoderar" a este servicio, pero reivindica el trabajo sociosanitario tanto como la atención a la patología. Unos y otros profesionales hicieron piña el jueves. Un reencuentro estratégico, porque como apuntó Olga Villena, enfermera del SEM, "vemos que esto no se ha acabado y hay que seguir luchando".

"Hay que adaptarse a que esto va a seguir y no será fácil"

El director del Servei Català de la Salut, Adrià Comella, dio un baño de realismo a los asistentes a la jornada del jueves en el pabellón docente del Hospital Vall d’Ebron. «La enfermedad generará tensiones en las próximas semanas y meses», dijo, tras enfatizar que a la ciudadanía le tocaba «un nuevo proceso de adaptación para entender que esto va a seguir y no será fácil». El mismo responsable consideró que el encuentro había sido muy valioso para conocer en boca de los protagonistas los aspectos a mejorar. Entre ellos, la importancia del enfoque social (ya que la patología se ceba entre la población que no puede asumir la distancia sanitaria en hogares multicompartidos o no puede permitirse el aislamiento), así como la atención a personas con otros problemas añadidos, como carecer de techo, estar solo o con alguna discapacidad.