DERECHO A LA VIVIENDA (Y A LA CIUDAD)

Nueva victoria popular en el Raval

RAVAL

RAVAL / periodico

Helena López

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Tras meses muy duros, en medio de una cruel crisis social a la que han tenido que hacer frente tirando, como siempre, de imaginación, el tejido social del Raval acaba de recibir una muy buena noticia. De aquellas que les dan fuerza para seguir al pie del cañón, para volverse a convencer de que 'sí se puede'. Después de más de dos años de resistencia, <strong>David volvió a ganar a Goliat</strong>. Los vecinos del 6 de la calle de Espalter, arropados por su gente, por el barrio, y con la mediación de un ayuntamiento por la labor, han logrado (una vez más) lo que parecía imposible: quedarse en sus casas con contratos de alquiler asequibles y de siete años. 

Desde Raval Rebel, red de apoyo de los vecinos del edificio, celebran que familias precarias y en situación de extrema vulnerabilidad, dos de ellas con menores a cargo y una monomarental, firmarán en breve contratos a siete años evitando su expulsión del barrio "por la presión de unos procesos especulativos que se encarnizan en la población más vulnerables". Miguel Martín, uno de los vecinos que ha estado achuchando a la administración, destaca también la protección de una inquilina de renta antigua de la finca, a dos pasos de la Filmoteca. "La presionaron para que renunciara a sus derechos y no lo hizo, y sale reforzada de este acuerdo por el arraigo vecinal; que sus vecinos también se queden evita las graves consecuencias que tendría un eventual vaciado del edificio, la idea inicial del fondo inversión cuando lo adquirió". 

Mensaje doble

La firma del convenio llega después de más de 20 reuniones entre miembros de la concejalía de Vivienda del Ayuntamiento de Barcelona achuchados por los vecinos y los delegados de la propiedad, un fondo de inversión israelí que jamás reconocido al vecindario como interlocutor. "Como es una empresa creada específicamente para comprar esta finca, la ley no la reconoce como un gran tenedor, ya que el edificio tiene ocho pisos, es decir, menos de 10", señala la concejala Lucía Martín, muy satisfecha con el resultado de la compleja y larga operación. Martín destaca en todo momento el trabajo tanto de su concejalía como del distrito de Ciutat Vella y de un vecindario organizado sin el que este desenlace no hubiera sido posible. "Se trata de un caso de éxito porque garantiza contratos estables a precios asequibles en el centro de Barcelona y lanza un mensaje doble, tanto de empoderamiento para los inquilinos como de advertencia hacia los inversores", resume la edila. 

"Hace dos años, cuando llegaron a la asamblea porque un fondo israelí había comprado la finca y no les renovaba los contratos, el paisaje era lo más oscuro", recuerdan desde Raval Rebel, quienes insisten en que el barrio ha sido defendido por el conjunto del tejido vecinal: Sindicat d’Habitatge del Raval, El Lokal, Resistim al Gòtic, Acció Raval, Guerrilla Raval... El desenlace feliz llega después de más de dos años haciendo frente a múltiples desahucios parados por la tenacidad vecinal. De los ocho pisos, además de los cuatro contratos de siete años; uno es el citado de renta antigua; otro, que ya estaba vacío, pasa directamente a la propiedad para que haga con él lo que considere; otro, que okuparon unas activistas del barrio durante la resistencia para apoyar a los inquilinos, será entregado también a la propiedad como parte del acuerdo. La última vivienda es de una familia que está pendiente de un piso de la Mesa de Emergencia, y el acuerdo prevé que podrán quedarse en Espalter hasta que sea realojada, momento en el que la vivienda pasará también a manos de la propiedad. 

Primer aniversario de otro hito

La historia recuerda a otra vivida hace justo un año también en el barrio, cuando, después de una antológica resistencia vecinal, Blackstone aceptó regularizar la situación de los vecinos del 99 de la calle de L'Hospital. Aquella operación todavía complicada, ya que en aquel caso se trataba de una finca okupada. En Espalter, no; aquí lo que había era vecinos con contratos de alquiler -muchos a punto de caducar- que se encontraron con la venta de su edificio y una nueva propiedad que no tenía intención de renovarles los contratos, sino echarles en cuanto finalizaran si no podía antes -los famosos desahucios invisibles- para reformarla y transformarla en otra cosa; para otros vecinos. Les salió mal.